“Yo parecía dealer de medicamentos durante la pandemia, llevaba un montón y de todo tipo en los bolsillos”.
Así empezó a narrar Gachy cómo su rol se desenvolvió en su comunidad durante la emergencia del COVID19. Ella es una mujer viviendo con VIH que hace parte del activismo por los derechos de su población en la Argentina. Contó que durante las cuarentenas fue particularmente angustiante acercarle los medicamentos antirretrovirales a las mujeres con VIH que no son visibles, que han decidido no hacer público el diagnóstico y que durante las cuarentenas se vieron especialmente afectadas en el acceso pleno al tratamiento. Gachy se encargaba de ir por sus medicamentos y los de muchas al servicio de salud cercano –limitado por la emergencia del COVID19- y también, de repartirlos entre las que no podían disimular el hecho de tener que salir obligatoriamente a hacer algo en plena restricción. El estigma y la discriminación una vez más poniendo en riesgo la salud de las mujeres.
Gachy compartió este testimonio en el evento paralelo “Hacia una sociedad de cuidados que no deje atrás a las Mujeres con VIH”, organizado por el Movimiento de Mujeres Positivas MM+ y la ICW-Latina, que con el apoyo de ONUSIDA Regional desarrollaron en el marco de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la CEPAL con apoyo de ONU Mujeres y otros organismos de la ONU, realizada en Buenos Aires del 7 al 11 de noviembre de la cual el gobierno argentino fue anfitrión y que tuvo por tema central: “La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación”. En el evento estuvo presente Alberto Stella, director de ONUSIDA para el Cono Sur, quien señaló la importancia de abrir la discusión del tema de los cuidados más allá de las mujeres, porque son tareas que involucran e interpelan directamente a los hombres; también estuvo Agustina Kityk de UNFPA Argentina quien señaló la importancia de esos eventos para incidir efectivamente en la implementación de políticas públicas.
Pensar el tema de los cuidados en una región como Latinoamérica y el Caribe es meterse en un espacio enmarañado que, mucho más que a un territorio, atraviesa a una cultura entera y a sus formas de construir comunidad. Si lo sumamos a las complejidades que para las mujeres latinoamericanas trajo aparejada la pandemia de COVID19 y las medidas tomadas por los Estados para mitigarlo, queda claro que las mujeres con VIH se vieron doblemente expuestas a la vulnerabilidad. Sobre esto expuso Marcela Alsina de la Red Bonaerense de Personas Viviendo con VIH (Argentina) y del Movimiento de Mujeres Positivas MM+ para América Latina y el Caribe, cuando habló durante el evento paralelo del mecanismo que implementaron en ese contexto, la primera iniciativa de la sociedad civil organizada para atender a las personas con VIH en la región: el Voluntariado por las Américas, propuesta por MM+ y a través de la cual MM+ movilizó a más de 800 personas voluntarias que relevaron las solicitudes de asistencia de casi 6000 personas con VIH en 19 países y que demandaron asistencia en cuanto a ayuda humanitaria, problemas en el acceso a antirretrovirales, acompañamiento psicológico, violencia basada en género, violación de DDHH, entre otras; logrando dar respuesta efectiva al 90% de estas solicitudes.
De esta iniciativa se obtuvieron también hallazgos que impulsaron otras estrategias, como la revisión del estado legislativo sobre VIH/Sida en la región, a partir de la cual se identificó que países como Guatemala, Ecuador y Perú llevan más de 18 años sin actualizar sus leyes y que además, en general, las leyes todavía utilizan términos como “infectado” o “portador”, los cuales profundizan la estigmatización generando, en consecuencia, más limitantes para el acceso pleno a derechos.
El Movimiento de Mujeres Positivas MM+ problematiza más allá sobre el asunto de los cuidados y enfatiza en la necesidad de observar cómo las mujeres con VIH son emisoras y receptoras de estos, lo cual tiene una doble implicancia. Por un lado, porque son una población que debe ser cuidada y contenida, que requiere por derecho una atención y acceso pleno a medicamentos y tratamientos y por otro lado, porque son las principales cuidadoras y en muchos casos aportantes a sus hogares: “Las tareas de cuidado que realizamos impactan negativamente en el autocuidado, el diagnóstico oportuno y la adherencia al tratamiento”, sostuvo Alsina.
Del mismo modo llaman la atención sobre un dato no mejor y que interpela a los feminismos, activismos, políticas públicas, agencias internacionales, Estados y organizaciones de la sociedad civil, y que tiene que ver con los enfoques poblacionales de las agendas. En América Latina y el Caribe hay más de 630.000 mujeres con VIH, sin embargo y a pesar de que muchos documentos oficiales mencionan las inequidades de género asociadas a la vulnerabilidad por el virus e insisten en la importancia de atender las necesidades específicas de las mujeres seropositivas, en la práctica, cuando estas se consideran atendidas dentro de las necesidades de otras poblaciones, se genera un vacío y una brecha que excluye a las mujeres en su diversidad. Esto quiere decir que los fondos destinados a este fin son asignados en una buena parte a las poblaciones de mujeres indígenas, hombres que tienen sexo con hombres, mujeres trans, colectivo LGBTIQ+, personas trabajadoras sexuales, migrantes, negras, jóvenes, usuarias de drogas, privadas de la libertad, pero no a las mujeres con VIH en su generalidad. Esto, advierten desde el Movimiento, está dejando atrás y por fuera a una enorme cantidad de mujeres que no se están incluidas en ninguna de esas especificidades, como es el caso de las amas de casa a las que Gachy les llevaba los antirretrovirales a escondidas hasta las puertas de sus casas durante el COVID19.
Es urgente no perder de vista las causas estructurales y observar que las reuniones de primer nivel cobran sentido cuando impactan efectivamente en las poblaciones, y las poblaciones están en los territorios que muchas veces son citados en los textos de las políticas públicas pero a los que excepcionalmente llegan los efectos de éstas. Dentro de un evento que congregó a países, al movimiento feminista regional, a representantes de los Estados y las agencias de Naciones Unidas, el Movimiento de Mujeres Positivas convocó a las que están en los territorios y hablaron de lo urgente, se preguntaron lo importante: ¿Quién cuida a las mujeres que cuidan?
Fotos de Jerónimo Ramallo