El suministro de electricidad procedente de fuentes de energía limpias debe duplicarse en los próximos ocho años, y triplicarse para 2050, si se quiere limitar el aumento de la temperatura global, expuso este martes 11 un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
“El cambio a formas limpias de generación de energía, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica, junto con la mejora de la eficiencia energética, es vital si queremos prosperar en el siglo XXI”, dijo al presentar el informe en esta ciudad suiza el meteorólogo finlandés Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
Recordó que el sector energético es la fuente de tres cuartas partes de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono (CO2), metano y vapor de agua, entre otros) responsables del calentamiento global, y un objetivo mundial es alcanzar las cero emisiones netas de carbono en 2050.
“Solo lo conseguiremos si duplicamos el suministro de electricidad de bajas emisiones en los próximos ocho años. El tiempo no está de nuestra parte, y el clima está cambiando ante nuestros ojos. Necesitamos una transformación completa del sistema energético mundial”, expresó Taalas.
De lo contrario, existe el riesgo de que el cambio climático, el aumento de las condiciones meteorológicas extremas, y el estrés hídrico, socaven la seguridad energética y pongan en peligro el suministro de energías renovables, según el informe.
Las olas de calor y las sequías ya están poniendo a prueba la generación de energía existente, lo que hace aún más importante reducir las emisiones de combustibles fósiles. El impacto de unos fenómenos meteorológicos, hídricos y climáticos extremos más frecuentes e intensos ya es evidente.
Por ejemplo, en enero de 2022, los apagones masivos causados por una ola de calor histórica en Buenos Aires afectaron a unas 700 000 personas, mientras en noviembre de 2020, la lluvia helada cubrió las líneas eléctricas en el Lejano Oriente de Rusia, dejando a cientos de miles de hogares sin electricidad durante varios días.
Y en Estados Unidos, los bajos niveles de agua en los dos mayores embalses del país, los lagos Mead y Powell en el suroeste, alimentados por el río Colorado, están provocando graves problemas de abastecimiento de agua y energía.
“El tiempo no está de nuestra parte, y el clima está cambiando ante nuestros ojos. Necesitamos una transformación completa del sistema energético mundial”: Petteri Taalas.
La OMM sostiene que la preocupación por el impacto del aumento de la temperatura global en la seguridad energética es primordial en la carrera hacia las cero emisiones netas de carbono.
El objetivo de las cero emisiones o neutralidad del carbono se conseguirá cuando las emisiones de CO2 procedentes de las actividades humanas se equilibren globalmente con su eliminación durante un periodo determinado, recordó el reporte.
En cuanto al tema del estrés hídrico, en 2020, según la OMM, 87 % de la electricidad generada por sistemas térmicos, nucleares e hidroeléctricos dependía directamente de la disponibilidad de agua.
Mientras tanto, 33 % de las centrales térmicas que dependen de la disponibilidad de agua dulce para su refrigeración se encuentran en zonas de alto estrés hídrico, y ese es también el caso de 15 % de las centrales nucleares existentes, porcentaje que se espera aumente a 25 % en los próximos 20 años.
Además 11 % de la capacidad hidroeléctrica se encuentra en zonas de alto estrés hídrico. Y 26 % de las presas hidroeléctricas existentes, y 23 % de las proyectadas, están dentro de cuencas fluviales con riesgo medio o muy alto de escasez de agua.
Las centrales nucleares no sólo dependen del agua para su refrigeración, sino que también suelen estar situadas en zonas costeras bajas –como la Turkey Point en Florida, sureste de Estados Unidos- y, por tanto, son potencialmente vulnerables a la subida del nivel del mar y a las inundaciones relacionadas con el clima.
El informe también trae buenas noticias, como las enormes oportunidades de las redes de energía verde para ayudar a afrontar el cambio climático, mejorar la calidad del aire, conservar los recursos hídricos, proteger el medio ambiente, crear empleo y salvaguardar un futuro mejor para todos.
Entre los casos prácticos se menciona a las alertas meteorológicas tempranas que protegen el suministro de energía en Pekín, las que avisan las condiciones de sequía para las hidroeléctricas en Tayikistán, y las pruebas de estrés climático que garantizan la distribución de la electricidad en los montes Dolomitas italianos.
Otro aspecto positivo es que los países africanos tienen la oportunidad de aprovechar el potencial no explotado y ser protagonistas en el mercado, ya que el continente alberga 60 % de los mejores recursos solares del mundo.
Sin embargo, hasta ahora sólo cuenta con uno por ciento de la capacidad fotovoltaica instalada.
El informe insiste en que las inversiones en energías renovables deben triplicarse de aquí a 2050 para situar al mundo en una trayectoria de cero emisiones netas, y observa que en 2019-2020 la mayoría de las inversiones en energías renovables se realizaron en Asia oriental, Europa occidental, y América del Norte.
Los países en desarrollo están infrarrepresentados a la hora de acceder a la financiación de las energías limpias.
Los flujos financieros públicos internacionales destinados a los países en desarrollo en apoyo de la energía limpia y el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7 (energía asequible y no contaminante) disminuyeron en 2019 por segundo año consecutivo, cayendo a 10 900 millones de dólares.
Este nivel de apoyo estuvo 23 % bajo los 14 200 millones de dólares proporcionados en 2018, fue 25 % inferior a la media de 2010-2019, y menos de la mitad del pico de 24 700 millones de dólares de 2017