Con motivo de la presentación de la edición colombiana del libro colectivo «Periodismo No Violento» en Bogotá, el periodista Iñaki Chaves y Desde Abajo TV invitaron al comunicador de Pressenza e investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas Javier Tolcachier, a compartir algunos conceptos y visiones desde una óptica humanista de la comunicación.
Por Desde Abajo TV
Iñaki: Hola, bienvenidas y bienvenidos a Desde Abajo TV. Estamos con Javier Tolcachier, miembro y co-fundador de Pressenza, agencia internacional de noticias de paz y no violencia, columnista con énfasis en procesos históricos y además investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas. Aprovechando su paso por Bogotá para la presentación de este estupendo libro «Periodismo no violento. Hacia un enfoque humanizador de la comunicación», queríamos conversar con vos, delirar un poquito en la línea que decía Galeano «para adivinar si tenemos otro mundo posible». Ante todo dinos, ¿Quién es Javier Tolcachier?
Javier: Gracias Iñaki. Un militante humanista desde hace más de cuatro décadas y un aprendiz de comunicador en el intento de humanizar la comunicación, que creemos que es un frente importante, el frente de las narrativas, el frente de la palabra, del relato. El personaje aquí no es muy importante, porque la obra que vinimos a presentar es una obra colectiva. No solo es colectiva por quiénes la redactaron, corrigieron y editaron sino porque resume la experiencia de ya 13 o más años del intento de una agencia internacional de contenidos que trata de reflejar un punto de vista no violento, un punto de vista humanista sobre los hechos que suceden.
Iñaki: En esa línea, ¿qué papel crees tú que juega una agencia como Pressenza en este ámbito de los medios tan gobernado por las grandes multinacionales de la información?
Javier: Aquellos que sí creemos y que trabajamos para que otro mundo sea realmente posible y no se quede en un simple eslogan alternativo, entendemos que hay que dar una lucha importante en sentido propositivo. O sea, hay que mostrar ese otro mundo posible de alguna manera. No es que haya una respuesta absoluta y definitiva en cada uno de los campos, como modelos económicos o modelos políticos acabados -que es lo que siempre se busca- sino que hay que tratar de ir avanzando en esa dirección, tomando indicadores, corrigiendo y en el campo de la comunicación esto parece importante.
No nos frena el hecho de saber que cometemos muchos errores, sino que intentamos ir aprendiendo y aprender de otros. Es muy rico el acervo en América Latina de la comunicación popular, de la comunicación alternativa y comunitaria de lo cual hemos recogido mucho también en esta obra. Pero el tema de conceptualizar un modo no violento de narrar la realidad nos ha parecido un paso importante.
Iñaki: Precisamente, en el libro, las cinco personas que lo firmáis (Pía Figueroa, Nelsy Lizarazo, Juana Pérez Montero, Tony Robinson y el propio Javier), decís en el libro es un libro en construcción o sea con sus errores y sus aciertos para seguir mejorando y que necesitará reediciones y actualizaciones. Pero en este momento, en el que en gran parte del planeta vuelven a aflorar las violencias, no solo las físicas sino sobre todo las estructurales, ¿que tan pertinente es lanzar este texto?
Javier: Nos parece muy oportuno y por eso estamos tratando de hacer distintas ediciones en distintos lugares y también en distintos idiomas. Recién te comentaba que lo estamos traduciendo al inglés, al francés, al alemán, al griego, al italiano y también haciendo un intento de traducirlo al chino, porque creemos que es fundamental para los estudiantes de periodismo, los comunicadores o los equipos de comunicación de los movimientos sociales ir preparando el mundo nuevo. No podemos construir el mundo nuevo con palabras viejas, con relatos antiguos. Creemos que esta obra da pistas para poder, por un lado, sin ninguna duda, denunciar las violencias existentes y emergentes pero a su vez tener un modo de tratar esa violencia, de tratar esas situaciones instaladas, de tratar la herencia de violencia que tenemos. Porque tenemos que trabajar también sobre nosotros mismos para desalojar una cantidad de prejuicios que tenemos con el tema de la violencia y del actuar violento Y entonces, en ese sentido, nos parece que es un modo de salirle al paso a estos discursos de odio, de salirle al paso a esta manipulación de las retóricas que solo lo que hacen es envenenar la coexistencia entre las personas.
Iñaki: Yo sé que estás al tanto del tema de la Comisión de la verdad en Colombia y una parte del informe de la comisión precisamente va dedicado a los medios y a su responsabilidad. ¿Que le dirías desde esa postura de no violencia y de paz a los medios, sobre todo los grandes medios colombianos?
Javier: Yo los invitaría a conversar, eso como primera medida. Yo entiendoque no es lo mismo el interés comercial de un medio que los comunicadores, las y los periodistas, los directores de las secciones que trabajan en ellos, que es cierto que muchas veces se ven obligados a seguir una línea editorial que el medio juzga conveniente para sus negocios, para su visión mercantil. Pero sí los invitaría a conversar y a mostrarles que hay otros modos de comunicar. Y por supuesto que nosotros estamos del lado de quienes pretendemos la pluralidad de voces, de quienes pretendemos la desmonopolización de la comunicación, la descentralización y la amplificación de los relatos por todos los medios posibles, de quienes queremos el fortalecimiento de los pequeños medios que hay en cada barrio y en cada ciudad. Sin ninguna duda que esa es nuestra postura política definida, pero creemos que es hora de que los grandes medios se den cuenta que tienen que hacer un aporte a la humanidad y que usar su poder solamente para beneficio propio es de una de una cortedad de miras terrible.
Iñaki: ¿Y desde donde dirías tú, desde qué lugar de enunciación se puede proponer desde la sociedad civil esa lucha por la paz? ¿Sería desde el barrio, los colectivos sociales, desde la ciudadanía en general? Una propuesta social hacia los poderes, no solamente el mediático, sino los poderes que nos gobiernan, tanto el político como el económico, ¿cuál sería según tú ese lugar de enunciación para trabajar por la paz y la no violencia?
Javier: Como se dice tan comúnmente, todas y todos tenemos que hacer nuestro aporte, cada uno en la medida de sus posibilidades, de sus virtudes y de sus destrezas. Sin duda que hoy el sujeto histórico – si te entendí bien la pregunta – no está tan claro como lo era en otras épocas, donde era la clase obrera, por ejemplo. Hoy es mucho más plural, el sujeto histórico es mucho más diverso. Por eso creo que justamente la diversidad es el lugar de enunciación y la diversidad tiene un lugar muy importante en la narrativa de un periodismo no violento, la concepción de la diversidad como riqueza. Entonces creo que sí, que el sujeto histórico es precisamente la convergencia de esa diversidad, que se ha amplificado tanto en los últimos años y que si bien corriendo el riesgo de caer en una atomización social con poco peso específico de cada colectivo, sí me parece que se va logrando y Colombia es uno de los lugares donde eso se alcanzó. Se produjo en el Paro nacional tan extendido, a través del triunfo electoral del primer gobierno progresista luego de tantas décadas y hasta siglos. Es una cosa de todos pero particularmente de aquellos colectivos que son referencia de esta diversidad emergente que surca nuestro tiempo.
Iñaki: En esa colectividad diversa, ¿qué papel tendría que jugar hoy algo que yo creo que de lo que por desgracia carecemos en muchos ámbitos: la ética y el humanismo?
Javier: A mí me parece que el humanismo como ética es el futuro. Es decir, no puede haber ninguna premisa por encima del ser humano Porque esa es la raíz de las violencias. La negación de lo humano es la raíz de la violencia, el deseo de apropiación, de enajenación, como ya ha sido comentado muchas veces en el ámbito de la filosofía y de la filosofía política.
El humanismo es el núcleo central del mundo que vendrá, es como un punto de partida para comenzar desde ahí a crear el mundo. Este humanismo es el que impregna estas páginas de periodismo no violento porque va al tema de la afirmación de lo humano que hay en todos y en definitiva, de lo común que tenemos y del bien común en el que deberíamos vivir.
Iñaki: Desde ese punto de partida humanista, ¿cómo ves los actuales procesos políticos que se están dando en nuestro continente, en nuestra Abya Yala?
Javier: Sin duda alguna que nosotros apoyamos todos los procesos progresistas, los procesos de las izquierdas y también vemos como en la historia el tiempo corre muy rápido hoy. Estos procesos que antes, por ejemplo, podrían haber instalado sus paradigmas en veinte, treinta, cuarenta o cincuenta años, hoy de alguna manera tienden a agotar sus propuestas en tiempos más cortos. Entonces vemos la necesidad de aportar desde el humanismo una cuota de renovación, de reinvención para cada uno de estos procesos progresistas. Porque lo que sucede, es que si lo social no va apareado con una transformación interna, con una transformación de hábitos, con una transformación de horizontes, de creencias y de perspectivas, entonces hay como dos velocidades distintas. Dicho de un modo más sencillo: si uno mejora la educación, la salud, la alimentación, la vivienda que, son todas urgencias y necesidades compartidas por los procesos políticos emancipadores en nuestra región, o la descolonización y la despatriarcalización, eso tiene una velocidad. Pero sucede que queda el hábito, queda la herencia de la que hablaba, la herencia de la violencia, la herencia de un mundo que ya se fue, que no existe, y que no coincide con el mundo nuevo. Esa es la propuesta que le hacemos, desde adentro de todos estos procesos progresistas y de las izquierdas, a renovarnos interiormente, a comprender que la historia no sólo se hace afuera, sino que también se hace adentro de los seres humanos.
Iñaki: ¿Tú crees que los seres humanos hoy en día vamos caminando por una senda que nos lleva hacia delante en el sentido de ser más humanistas? ¿O crees que la tarea está todavía a medio camino? Porque yo veo que nos quedamos cortos, que las propuestas que estás haciendo muchas veces no son asumidas por quien tiene que asumirlas. Un poco lo comentábamos el otro día, en la presentación del libro aquí. A quien hay que cambiar es al poder, ¿no crees que estamos un poco a medio camino? ¿como ves ese paso? Porque es verdad que el tiempo va rápido pero yo creo que la humanidad va lenta…
Javier: Eso es lo que decía antes, que tenemos que acelerar el proceso interno, que tenemos que descubrir primero que hay un mundo interno, que es tan determinante como el mundo externo. Ese es un primer paso fundamental. Siempre nos detenemos en la mejora de las condiciones externas de la vida y está muy bien, pero también tenemos que invertir esfuerzos en la mejora interior de todos. Cuando tú dices poder, yo entiendo claramente a qué te refieres, pero diría que tan reaccionario es el poder externo, el poder del capital, el poder del dinero, el poder corporativo, como reaccionario es el poder de creencias antiguas, por ejemplo el poder de creer que las personas no pueden hacer nada y dependen de que cambie el poder y eso no es así.
Entonces, sí creo que lo que tenemos que desmovilizar, es el poder que hace que los pueblos no crean en sí mismos. Yo creo que ese es un poder invencible. Si los pueblos se descubren a sí mismos, la potencialidad humana de organización, de participación colectiva, ese es un poder totalmente invencible, contra el que el supuesto poder de las superestructuras no puede hacer nada.
Ese poder es palpable y tenemos muestras en los últimos tiempos de ello aquí en Colombia, con todas las movilizaciones, o en Chile que llevó al proceso hacia una nueva constitución.
Iñaki: Y sin embargo, mira cómo está la situación. Precisamente en Chile se les ha quedado la Constitución colgada… Entonces ¿eso que tiene que ver con que la población ha reconocido su poder y ha dicho Sí pero No o con que hay poderes que están condicionando la posición política de la población?
Javier: Por supuesto que no hay no hay causales únicas, es una conjunción. Es totalmente cierto que la derecha pinochetista, la ultra derecha en los Estados Unidos y otros poderes hacen lo suyo, los medios concentrados, sin ninguna duda. Recordemos nada más que uno de los propulsores del golpe contra Allende en el año 73 fue justamente Agustín Edwards, el dueño de El Mercurio, uno de los principales medios, volviendo un poco al ámbito de la comunicación. Pero a donde voy es que lo que sucedió en Chile, en parte tiene que ver con lo que yo decía anteriormente. ¿Cuánta gente sometida, cuánta gente pobre, cuánta gente excluida votó en contra de la Nueva Constitución? Mucha, porque la indignación del pueblo chileno era más grande que solamente el tema de cambiar la Constitución, era sistémica y no era tan fácil ligar el tema de un texto constitucional – que tiene sin dudas trabas y cerrojos que impiden avanzar – pero no era tan fácil ligar eso con las urgencias inmediatas de salir de situaciones oprimentes.
Entonces es lo mismo que pasa – y me voy a extender un poquito para dar un ejemplo con el tema de las mujeres: ¿Cuántas mujeres asfixiadas, violentadas por el tema del patriarcado, continúan votando a gente que defiende esas posiciones? ¡muchas!Entonces insisto: hay algo adentro, hay un modelo adentro, hay un hábito adentro que nos impide darnos cuenta que tenemos que expulsar esa negación de nosotros mismos. En el ejemplo que estoy relatando sobre el tema de las mujeres, es palpable, ¿no? ¿Por qué una mujer debería estar en la cocina o cuidando los niños, haciendo lo que se supone que debe hacer, obedeciendo al machote? Tenemos que darle más énfasis al trabajo de liberación interior de los modelos antiguos, hábitos que nos impiden avanzar como pueblos.
Iñaki: Eso, creo yo, es desaprender y tan difícil como aprender es desaprender, cuesta… Pero conectando con eso que estás diciendo, ese desde adentro, tú has escrito en alguno de tus textos “mirar hacia dentro de la historia y hacia la historia desde adentro, es un desafío intenso, una bella aspiración y una inspirada promesa”. ¿Pero no crees que ese trabajo, que podría ser global, pasa por eso que tú estás mencionando, por desaprender, por cambiar los esquemas internos, por decir primero quién soy yo, antes de decir a los demás y tú quién eres? Si entonces hay un lastre social que es que el ser humano ha querido ser desde siempre el centro de todo y así no podemos cambiar la historia. ¿Cómo podemos hacer desde el humanismo, desde textos como el vuestro algo por este movimiento que tú estás planteando desde adentro de la historia?
Javier: Es que sí creo que la historia la hacen los seres humanos. O sea que no hay una historia predeterminada. El tema de las historias predeterminadas es una cuestión que surge un poco de la mecánica clásica, de la física clásica, donde se supone que las ciencias humanas como la historia deberían funcionar igual que la física. Ese texto al que haces alusión, ese libro habla justamente de cómo los seres humanos hacemos historia y cómo la historia depende de lo que hagamos los seres humanos Más allá de la discusión antropocéntrica, si el ser humano es el centro de todo o la naturaleza o lo que fuera, no quiero entrar ahora en ello, pero hablando de la historia, nosotros queremos enfatizar en que son los conjuntos humanos los que hacen su propia historia con estos arrastres del pasado pero, sobre todo, configurando imágenes de futuro. Así se arma la vida, el futuro es preponderante en la vida humana. Si no configuramos una imagen colectiva, de futuro atrayente, movilizadora, entonces la acción no va a ir en ese sentido. En el campo de la comunicación, este libro que acabamos de editar gracias a ustedes, creemos que es movilizador, que es un inicio de configuración de un tipo de imagen lo más plástica posible, lo más práctica posible y que obviamente se irá enriqueciendo con la práctica real de los comunicadores y periodistas de los medios como para decir: ¡Movilicémonos unos centímetros en esta dirección! Así haremos un peldaño, que así se construye la historia, cada uno hace su parte y después vendrán las nuevas generaciones.
Iñaki: A ver si entre todos hacemos una escalera con todos esos peldaños. En esta breve pero interesante charla, empezaba yo diciendo que apostáramos por el delirio, porque yo creo que todas y todos los que planteamos este tipo de propuestas deliramos un poquito – porque nos dan palo día a día – quiero terminar también delirando, delirando con que la educación no será el privilegio de unos pocos, la policía o los ejércitos una maldición para la mayoría, la justicia y la libertad se unirán para defender a las mayorías frente a los poderes… Todo eso es una utopía, es una quimera, es un sueño, una ilusión, pero deliremos: Javier, ¿cuál es tu apuesta?
Javier: Lo decías al principio con Galeano y ya lo decía Galeano (y aclaraba que no era una frase de él sino del cineasta Fernando Birri). ¿Para qué sirve la utopía? le preguntaban justamente aquí en Colombia, en una charla que creo que fue en Cartagena de Indias. Y él decía que cada vez que me muevo hacia la utopía ésta se corre unos pasos. ¿y para qué sirve entonces la utopía? Justamente para eso, para caminar, decían ellos. Pero yendo más al punto, yo creo que estamos caminando como especie y que el próximo paso a dar es hacia una nación humana universal, hacia una construcción donde no existan las fronteras, donde la igualdad de oportunidades no sea un relato, a una construcción donde la diversidad verdaderamente sea reconocida como riqueza, las distintas culturas, los distintos oficios, las distintas artes, las distintas sexoafectividades. Yo creo que la humanidad está descorriendo el telón y no muy lejanamente está esa utopía que nosotros, desde el humanismo, denominamos Nación Humana Universal.
Iñaki: Muchas gracias, Javier, muchas gracias a Desde Abajo por el espacio y a vos por acompañarnos y ojalá podamos seguir soñando y rompiendo fronteras y corriendo ese telón de acero que cayó en su momento y que esperemos que no nos vuelvan a levantar.