El escritor Gabriel Gargurevich acaba de lanzar su primera novela, “Más de la cuenta”, la historia de Miguel Salvatierra, un periodista en la búsqueda de su idea del amor perfecto.
Por Sol Pozzi-Escot
-Diversos géneros literarios confluyen a lo largo de la trama de “Más de la cuenta”. ¿Cómo fuiste imaginando los géneros en que se puede encauzar la novela?
-Sí, es cierto, la novela transita por muchos géneros: sátira política, policial, reportaje de viaje. Sin embargo, eso se ha dado de manera natural, yo no me he planteado hacer una novela que contenga muchos géneros, lo que yo me he planteado es escribir sobre el viaje quijotesco de un periodista atormentado en busca de su dulcinea, una chica que se encuentra en una panadería. Lo que sucede en la novela es enlazado por un hilo conductor, que es el objeto de deseo del protagonista, Miguel Salvatierra, su dulcinea, y en ese trayecto se va metiendo en situaciones estrambóticas, y eso hace que la novela cambie de registro. Además, juego entre ficción y no ficción. Hay cosas que me han sucedido de verdad, que están registradas.
-¿Qué rol tuvo tu propia subjetividad, como autor, al escribir el libro?
-Lo que hice fue servirme de cosas reales para después ficcionalizar. Por ejemplo, el libro empieza con un capítulo donde se cuenta, casi tal cual, cómo sucedió una entrevista que le hice a Alfredo Barnechea en el año 2016, en la campaña presidencial. Sin embargo, aquí se llama Alfredo Olaechea, porque se ficcionaliza, y en la novela termina ganando las elecciones. Pero hay un contrapunto en este primer capítulo, con un reportaje real que hice a la familia Chujandama, curanderos que trabajan y viven en la comunidad de Yanayaku, en Chazuta, San Martín. Son dos visiones del mundo que juegan en un contrapunto, y que para mí representan el hilo conductor de la novela, es decir, la eterna lucha entre Eros y Tánatos, la creación y la destrucción, el amor y la muerte. En este libro hay luz y hay oscuridad.
-¿Qué tan complicado te resultó confrontarte a ti mismo, enfrentar las cosas más agradables y las menos agradables también dentro de ti a lo largo de la escritura de “Más de la cuenta”?
-Efectivamente, yo no soy Miguel Salvatierra, pero se me parece. Es un periodista como yo, cuarentón, separado, que tuvo sus quince minutos de fama entrevistando a un político, son cosas similares a las que yo he vivido. También, en el libro hay cosas que no me han pasado pero me podrían haber pasado. En todo caso, representa mi sentir. No me importa desnudarme en público, ni quemar todas las naves, porque así se tiene que escribir, con visceralidad y total honestidad, contando todas tus miserias. Esto ha salido así y, ya está, no me puedo arrepentir.
-¿Se podría decir que el debate del personaje entre su aspecto espiritual y su lado humano y terrenal, es parte de su motor, de lo que lo mueve?
-Es parte del motor. Creo que el libro tiene de eso, es un viaje iniciático. A título personal, te digo que yo sigo debatiéndome entre esos dos lados, la luz y la oscuridad, aunque suene cliché. No bajo la guardia en el deseo de ser una mejor persona, no por cuestiones moralistas, sino, primero, para ser un mejor padre, para mí mis hijos son todo. Por otro lado, por cuestiones prácticas. Creo que si eres una mejor persona vas a ser mejor en lo que te propongas. Lo que más me gusta a mí es escribir, entonces también quiero ser una mejor persona para ser un mejor escritor.
-La novela resalta también por el uso del humor. ¿Dirías que, como el arte, el humor es una herramienta que permite superar estas contradicciones de la vida?
-El humor es fundamental, no solamente en la vida cotidiana, para sobrellevar momentos difíciles, sino también para escribir. Es una herramienta para quitarle lo denso al dolor. Las personas que han leído el libro me dicen que se han entretenido, y para mí eso es fundamental. Para mí, creo que este libro me podría servir para salir de este samsara, este nacimiento, vida, muerte, renacimiento, la rueda del sufrimiento. La vida del ser humano nunca es lineal, tranquila, todo el tiempo se está muriendo y renaciendo. Espero que este libro me sirva para darme cuenta de que es momento de vivir mi vida en quietud, en un ensimismamiento, algo más tranquilo, acorde a mi edad, finalmente. Pero no pretendo que para los lectores sea un libro ejemplificador, de cómo salir de tu rueda de sufrimiento, yo pretendo que se entretenga la gente. Algunos lectores me han dicho que se han vuelto amigos del protagonista Miguel Salvatierra, eso para mí es muy bonito.