Las únicas dos películas latinoamericanas presentes, entre las 17 seleccionadas en la competición internacional, arrasaron con cuatro de los cinco principales premios de la 75 edición del Festival de Cine de Locarno que se realizó entre el 3 y el 13 de agosto en esta ciudad suiza.
Por Sergio Ferrari, colaborador de Prensa Latina
Regra 34 (Regla 34), de la joven cineasta brasilera Julia Murat (coproducción brasileña-francesa) ganó el Leopardo de Oro (Pardo de Oro), principal presea del festival helvético con un valor de 75 mil francos (casi 80 mil dólares).
Por su parte, la realizadora costarricense Valentina Maurel, llevó al podio con tres preseas a su film Tengo sueños eléctricos, coproducción de Costa Rica, Bélgica y Francia. Maurel ganó el Leopardo a la mejor dirección – 20 mil francos–, catapultó a la actriz Daniela Marín Navarro al Leopardo por la mejor actuación femenina y a Reinado Amien Gutierrez, al Leopardo por el mejor rol masculino.
La comedia italiana Gigi la legge, de Alessandro Comodin, obtuvo el premio especial que otorga el Jurado Internacional, que estuvo integrado en esta ocasión por el productor suizo Michel Merkt, los realizadores Prano Bailey-Bond, de Gran Bretaña, Alain Guiraudie, de Francia y Laura Samani, de Italia, junto con el productor estadounidense William Horberg.
En la categoría Leopardos del Mañana la película cubana Soberane dirigida por Wara (de Brasil, pero con estudios cinematográficos y residencia en la isla caribeña), ganó el premio al mejor cortometraje internacional que otorga el festival en colaboración con la radio-televisión pública suiza.
En la misma categoría, el Pardino de oro al mejor autor de un corto fue atribuido al realizador brasilero Carlos Segundo por su film Big Bang (coproducción Brasil/Francia).
Los cuatro premios mayores, así como los dos destinados a jóvenes realizadora-es representan un reconocimiento explícito de la Europa artística al cine latinoamericano, que se ubicó así, casi inesperadamente, en el centro de los halagos de la crítica cultural de este continente. Que no pudo dejar de asociar, también, el premio al conjunto de su carrera otorgado este año en Locarno al realizador griego-francés Costa-Gavras y sus películas de denuncia a las dictaduras latinoamericanas de los años 70 y 80, entre otras Desaparecido y Estado de sitio.
Por un mundo inclusivo
En el argumento de su decisión, el Jurado Internacional, evaluó a Regra 34 como «una obra audaz y política, destinada a dejar una marca. El cuerpo se convierte en objeto político».
Giona Nazzaro, director artístico del Festival de Locarno, destacó este premio al film sudamericano: «Se trata de un Leopardo de Oro importante para una cinematografía como la de Brasil, que ha definido momentos claves de la historia del cine mundial, un cine que está en primera línea de la defensa de la idea de un mundo más inclusivo y libre», señaló en declaraciones de prensa al conocerse la decisión del jurado.
Esta reflexión de Nazzaro se completó con su balance final de la edición que acaba de terminar: «Los premios otorgados por los jurados y por el público (ndr: La última danza de la realizadora suiza Delphine Lehericey) reflejan la visión que nos llevó a tomar nuestras decisiones artísticas”.
El cine se ha confirmado en el Locarno 75 como “un instrumento para afrontar lo indecible y el trauma”. También ofrece la posibilidad de acercarse a lo que parece lejano, y con la inclusión de la diversidad, da forma a la realidad. El reconocimiento de la audiencia y su apertura a la comunicación audiovisual son las condiciones adecuadas para continuar en este camino, señaló Nazzaro.
En esta edición, el Festival de Locarno presentó 226 películas, provenientes de un centenar de países, en una maratón de casi 500 proyecciones, incluyendo las de la Plaza Grande (Piazza Grande) que en algunas funciones contó con la presencia máxima de ocho mil espectadores. La Plaza es una de las “salas” a cielo abierto más grandes del mundo.
La fuerte presencia juvenil femenina
Si un signo marcó la 75ª edición de la muestra suiza fue la notable presencia femenina y juvenil.
Jóvenes realizadoras, pujantes actrices femeninas y guiones construidos desde una mirada de mujer-joven aportaron un plus a este evento particularmente importante del cine independiente y de autor (en el cual la personalidad de la-os directores se impone a las presiones de los grandes estudios cinematográficos internacionales).
El Leopardo de Oro 2022, la brasilera Regla 34, es un ejemplo palpable de esta presencia femenina desafiante.
El sexo está en todas partes, y las reglas también. El nombre de la película hace referencia a la regla 34 de Internet que afirma que todo lo que existe en la realidad puede encontrar su homólogo porno en línea. Entonces, ¿cómo mantener el equilibrio entre el deseo, la libertad y la protección, para los individuos y para la sociedad? Sobre todo, en una sociedad compleja y comprometida como la brasileña actual.
La película reflexiona sobre estas y otras muchas preguntas- con la humildad de no dar respuestas- a través de la actriz principal Simone (Sol Miranda), que se prepara para ser abogada de oficio mientras gana su vida monetizando sus actuaciones sexuales a través de la cámara y de chats en directo.
Como lo explica el Boletín del Festival de Locarno, Simone es consciente de sus privilegios como profesional titulada, lo suficientemente poderosa como para sentirse sexualmente libre, aunque no olvida su vulnerabilidad, en tanto mujer de hoy y producto de toda una historia de supremacía masculina. La abogada racional tiene todos los recursos para analizar los aspectos de la legalidad y el consentimiento, y la mujer inteligente y consciente de sí misma sabe encontrar las respuestas para esquivar las preguntas sobre sus deseos moldeados por siglos de represión racial y de género, y los valores promovidos por la industria del sexo. Pero mientras explora la lujuria y los límites, Simone puede optar por olvidar las reglas.
Tengo sueños eléctricos, la película costarricense ganadora de otros tres trofeos principales en esta edición locarnesa, también expresa a través de los ojos de la adolescente Eva (en la interpretación descollante de Daniela Marín Navarro) la mirada juvenil-femenina de un mundo familiar desgastado por el divorcio de sus progenitores, las tensiones irresolubles con su madre y el sentimiento de amor/odio hacia su padre, quien puede ser, según las circunstancias, poético y dulce o violento y agresor.
Pujante Iberoamérica
Aunque con una presencia cuantitativa limitada, Locarno 2022 se rindió a la evidencia de la pujante presencia de la producción iberoamericana.
Además de las obras latinoamericanas premiadas, un film portugués y uno argentino marcaron una huella en el festival aún sin haberse alzado en el podio de los premios más significativos.
La portuguesa Nação Valente (Nación Valiente), co- producida junto con Francia y Angola, del director Carlos Conceiçao, descolló en la selección internacional y logró el primer premio otorgado por la Asociación Europea de Cines y el segundo del Jurado de Jóvenes. Un grito de rebelión y denuncia hacia el pasado colonial portugués, desde la memoria fantasmagórica y acusadora de las víctimas.
Y la argentina Matadero, de Santiago Fillol, que hizo parte de la selección de Cineastas del Presente (la segunda en importancia en el festival), y recibió elogios de una parte de la crítica presente en esta ciudad de la Suiza italiana.
La película es un drama conmovedor donde la obsesión ciega de un director cinematográfico llega al extremo, para poder concluir su film, de negociar con el poder represivo paraestatal, condenando a la desaparición a la-os jóvenes protagonistas que eran militantes revolucionarios. El film alcanza plena actualidad en la Argentina de hoy, donde el incansable trabajo para reconstruir la memoria (descubrir la verdad histórica y promover la justicia reparadora) envuelve a toda la sociedad e inspira a magníficas producciones artísticas.