CUENTO
Este es el segundo* de varios pequeños textos a los que di el formato de cuento como recurso literario, y que reuní en la Serie El multiverso. En ellos se rozan la mística y la experiencia con la fantasía, la niñez y su tierna ilusión, con la revelación interna.
Son historias donde los personajes están en el plano siguiente a la muerte física, en un mundo trascendental. Son un conjunto de reflexiones y experiencias, deseos y aspiraciones. Son intuiciones que se expresan en un mundo tangible de esta manera y con un lenguaje simple. Pero también son la construcción de un mundo intangible, el del propio cielo.
Horacio Mesón
Serie El multiverso, II
Dije infinito y sé que es prácticamente imposible para un mortal representar este concepto que no tiene más representación que un signo, el del número ocho acostado. Es tan imposible como imaginarse un mundo constituido solo de materia, sin un solo espacio abierto o libre de objetos. No puede existir un mundo tangible sin el sostén de otro intangible…
Estoy teniendo comprensiones súbitas hasta de temas que ni me he planteado antes. Tan solo con imaginarlos surgen las respuestas al momento. Lo más sencillo para explicarlo es la comparativa con wifi de Internet.
La diferencia es que en el plano en que me encuentro, cada cuerpo energético o espíritu, se conecta a la inteligencia colectiva y universal por medio de hilos de luz. Son unas pequeñas hebras iluminadas que irradian y absorben comunicándose, intercambiando y actualizando información como si fuesen un tejido neuronal. Es una mutación que no cesa.
Aquí es tan distinto cómo se “vive” todo sin el temor a la muerte, sin el temor al dolor, ni a la enfermedad, ni al sufrimiento. Sin celos, sin posesiones, sin culpas. Estamos en estado de experiencia continua, en un espacio tiempo en donde el futuro es el presente…
Optamos libremente por representarnos con la forma que se nos ocurra. Lo que nos vincula no solo es el recuerdo de lo compartido en la Tierra. Nos vincula el plan, el propósito, el amor y una memoria muy antigua.
Esta no es la continuidad de la otra vida, esta es la vida. No me represento como un ser humano mayor de edad como lo he sido al momento de morir. No me represento con el cabello blanco siendo un viejo que continúa viviendo con una perspectiva terráquea. Nada más alejado de la “realidad”. Ni siquiera necesito representarme.
Me siento un cálido inmortal, un sembrador y un guardián, un niño y un abuelo. Un aviador que une todos sus sueños, los re-significa y los vuelve a poner al servicio de la obra común.
Ser es somos, nunca yo, nunca solos. Siempre vivos, siempre juntos.
* Primer cuento: Entretiempos