Más de un cuarto de siglo de vida acumula el Coordinador Nacional Agrario de Colombia, CNA, una articulación de campesinas y campesinos pobres, pequeños y medianos productores agropecuarios, indígenas y afrocolombianos, campesinos sin tierra, obreros y jornaleros que se desempeñan en lo agrario, lo rural, la pesca, la agrominería, y el trabajo asociativo y cooperativo.

El programa latinoamericano de debate y crítica En la Pirqa, producido y conducido por Nelson Lazarte y quien escribe el presente texto, se entrevistó con el presidente del CNA, Adelso Gallo, campesino del Cauca, nororiente del país,

-¿Cuáles son las características del CNA?

Nuestras luchas son clasistas, o sea, vamos junto a las demás luchas que llevan adelante los demás sectores sociales de Colombia. Nuestro objetivo en particular es la recuperación del campo para las mujeres y los hombres que lo cuidan, trabajan y producen. Otro de nuestros ejes es la defensa de los Derechos Humanos y las transformaciones estructurales en orden a conquistar una vida digna donde podamos caber todos: campesinas y campesinos, como no campesinas y campesinos.

-¿Qué ocurre con la reforma agraria, uno de los objetivos estratégicos del mundo rural latinoamericano y mundial?

Las reformas agrarias que tuvieron algún parecido a las necesidades de la población en Colombia ocurrieron en los años 60 del siglo XX. Pero paulatinamente fueron favoreciendo a los terratenientes y a las políticas de los Estados que administraban los terratenientes. Las reformas agrarias, hasta ahora, sólo han significado despojo y desplazamiento de las comunidades. Cada vez que hay alguna reforma de tierras, quienes quedan lesionados son los campesinos y campesinas que las han poseído, a través del desplazamiento de las comunidades y la concentración latifundista del monocultivo y de áreas que privilegian la producción de narcóticos, que nada tiene que ver con nuestro proyecto.

Esas reformas terminan con la judicialización estatal del campesinado, donde se le da un tratamiento de narcotraficante, incluso en aquellas zonas más remotas en las cuales el campesino intenta encontrar un paño de tierra para trabajar.

-Los combates rurales en América Latina tuvieron un punto de inflexión en la Revolución Mexicana que inició en 1910, hace más de una centuria, bajo el lema zapatista de “la tierra para quien la trabaja”. Ahora bien, en la actualidad, ¿cuáles son los vínculos de las luchas del campo que ustedes llevan adelante con el ámbito de la soberanía alimentaria en Colombia, si es que existe?

Los pueblos todavía no han renunciado ni van a renunciar a la implementación de una reforma agraria integral y popular.

Hoy por hoy, y al igual que en el resto de todo el continente, Colombia es un país dependiente, ya no sólo preso de un grupo de bienes de exportación, sino que depende de una gran cantidad de activos del país para sostener los gastos del Estado, entre ellos, la importación de productos básicos. Aquí no hay garantías para la producción, no existe ningún tipo de subsidio a la producción campesina o al emprendimiento rural. Acá sólo hay créditos muy caros y expropiación de tierras a cargo de los bancos.

Hoy el país está importando más de 13 millones de toneladas de alimentos, cuando contamos con una enorme cantidad de tierra apta para el cultivo. Hablamos de 40 millones de hectáreas cultivables, pero sólo usamos 7 millones. Más aún: esas 7 millones de hectáreas no las está produciendo el campesinado más pobre y humilde, sino que las clases sociales que pueden hacerlo. Así y todo, ello ocurrió hasta hace dos años nada más, porque los insumos e implementos elementales para el trabajo agrario han disparado sus precios en más del 100 por ciento.

-¿Entonces?

La agricultura está quebrada, productoras y productores están quebrados. De hecho, el campesino que trabaja por su cuenta apenas tiene la capacidad de producir algunos bienes para su alimentación básica, pero a escala país y bajo las actuales condiciones, la producción agrícola para satisfacer el mercado interno es inviable.

-Y frente al desastre, ¿qué proponen?

Hace años que el CNA viene postulando lo que llamamos Territorios Campesinos Agro-alimentarios. La séptima asamblea que la organización celebró en noviembre del 2021 ratificó la construcción de 10 millones de hectáreas. Naturalmente, esas hectáreas no estarán todas destacadas para la producción porque debemos cuidar la naturaleza, los bosques, los ecosistemas. Claro que otras tantas millones de hectáreas sí, en efecto, se pueden producir. Sólo se necesita que la tierra esté en manos de los campesinos; que existan garantías para la vida y el fin de los desplazamientos. Nuestra propuesta contiene el modo en que vamos a producir, a distribuir, a realizar la reforma agraria integral y popular. Así también, que la población que no produce la tierra pueda comprar a precio razonable los alimentos, de forma que ello no afecte su economía y además se nutra con productos propios, sanos y no importados.

“Aspiramos a que esta oligarquía rancia y con raíces en 200 años deje gobernar a Petro y al Pacto Histórico”

-Hace poco triunfó electoralmente el Pacto Histórico, con los liderazgos de Gustavo Petro y Francia Márquez. ¿Qué expectativas guarda el CNA al respecto? ¿Está Petro en la agenda del CNA? ¿Estará el CNA en la agenda de Petro?

Nosotros hacemos parte del Pacto Histórico porque nuestra agrupación campesina pertenece al Congreso de los Pueblos, el cual integra el Polo Democrático. Aspiramos a que esta oligarquía rancia y con raíces en 200 años deje gobernar a Petro y al Pacto Histórico. De lo contrario, se profundizará la agenda de la lucha en las calles: hay que defender los momentos propicios para los cambios positivos en el campesinado.

Conocemos a Petro desde los años 70 y 80 del siglo anterior, y cuando propone algo ha sido serio. En algunos períodos fue el mejor congresista; ha denunciado la corrupción y el paramilitarismo. Es decir, creemos que si no logra lo que se ha propuesto como presidente de Colombia, no será por falta de convicciones. Nosotros, los campesinos del CNA, hemos tenido un congresista que nos representa desde hace 8 años, y ahora hemos conseguido que otro se agregue al Legislativo.

Con Petro y Francia Márquez hemos sido muy claros y hemos hablado con mucha confianza. El CNA tiene unas apuestas y unas propuestas: eso es lo que le vamos a colocar sobre la mesa. Entendemos que él no pueda con ellas, por los diversos factores heredados que obstaculizan el desarrollo de su mandato. En sus discursos de campaña, Petro ha dicho que se la jugará por la paz, por la paz ambiental, en el marco de la justicia social. Si él logra que el campo se llene de campesinos, como debe ser, ya estaríamos ante un enorme logro.

Ahora bien, como CNA le hemos manifestado a Petro que no estaremos ausentes, sino que independientes. Tenemos el rol de vigilar las luchas históricas de hace 100 años y continuar construyendo el poder popular. O sea, no abandonaremos la autonomía política de los pueblos mientras esté Petro ni después de su periodo.