El balotaje presidencial en Colombia, considerando casi el 100 por ciento de las mesas escrutadas de acuerdo al Consejo Nacional Electoral, terminó este domingo 19 de junio con la victoria del candidato progresista Gustavo Petro por el Pacto Histórico, que concentró el 50,45 por ciento de los sufragios, para un total de 11.278.938 personas, en tanto que el representante de la extrema derecha y el continuismo uribista, Rodolfo Hernández, notificó un 47,29 por ciento, equivalente a 10.571.757 de las preferencias.
Las fuerzas democráticas que apoyaron al ganador Gustavo Petro, van desde sectores del liberalismo crítico al establecimiento, hasta organizaciones sociales y políticas de impronta anticapitalista, lo cual sintetiza una construcción política progresista que, por primera vez en más de 200 años, logró quebrar en las urnas la hegemonía electoral de los grupos dominantes más reaccionarios, autoritarios, conservadores, oligárquicos del país y abiertamente tutelados por los intereses de Washington.
El resultado electoral, entre otros factores, también puede explicarse por la inédita revuelta popular que sacudió las placas tectónicas de la Colombia profunda en el 2021, la cual fue capaz de modificar las relaciones de fuerza multidimensionalmente gracias a la masiva participación de la juventud, las mujeres, los trabajadores y campesinos más precarizados, las comunidades indígenas y afrodescendientes, y las franjas sociales históricamente más excluidas y discriminadas del país.
Se trata de ese mismo pueblo que adelantó el estallido popular del año anterior, haciendo uso de su legítimo y legal derecho a protestar, quien pagó las movilizaciones contra la miseria y el crimen con casi un centenar de personas asesinadas y miles de torturados, heridos, encarcelados y judicializados por parte de los militares, policías del Estado y por el paramilitarismo, todas extensiones armadas ligadas tanto al poder político tradicional, como a la industria del narcotráfico, las clases terratenientes del agronegocio, la explotación y el saqueo de los recursos naturales por los grandes grupos económicos transnacionales.
El pueblo despierto de Colombia, harto del régimen narco-terrorista y asesino de líderes sociales y defensores de derechos humanos y ambientales, logró destruir el atavismo centenario que lo mantenía en la resignación y el fatalismo frente a la oligarquía y los intereses pentagonistas, que mantiene varias bases militares en su suelo y que ha convertido al país en el pivote emblemático del Departamento de Estado norteamericano desde hace largas y penosas décadas.
Esta inflexión histórica, hoy es un momento de fiesta. El pueblo colombiano, Gustavo Petro y Francia Márquez, recibieron el abrazo cariñoso de innumerables personalidades de Latinoamérica y el mundo debido a la victoria alcanzada, entre las cuales destacaron las felicitaciones del Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce y David Choquehuanca.