Por Tica Font, Miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau
El 22 de enero de 2021 entró en vigor el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares (TPAN), El TPAN. Fue aprobado en 2017 en una Asamblea General de Naciones Unidas. Aquellos países que disponen de armas nucleares o que forman parte de la OTAN no asistieron a la votación de este tratado. Con esto evitaron tener que votar en contra o abstenerse. Pese a ello, desde enero de 2021 el TPAN forma parte de la legislación internacional y las armas nucleares han pasado a ser ilegales: es ilegal poseer, desarrollar, desplegar, probar, usar o amenazar con usar estas armas.
Desde que ha entrado en vigor, cada Estado que lo ratifica se compromete a: no desarrollar, ensayar, fabricar, adquirir, almacenar, estacionar, usar o amenazar con usar armas nucleares. Cada Estado que tenga armas nucleares se comprometería a: eliminar sus programas nucleares, a desactivar sus armas nucleares y a destruirlas de manera irreversible. El tratado también obliga a los Estados a proporcionar asistencia tanto a víctimas del uso de estas armas como a los Estados firmantes del Tratado que se vieran afectados por su uso de estas y a la restauración de los daños en el medio ambiente causados por el uso de armas nucleares. Estas obligaciones solamente las asumen los estados que se han adherido al tratado, no así los que no lo firman.
El TPAN es fruto de los esfuerzos de muchas organizaciones civiles y de muchos gobernantes que han apostado por eliminar el peligro de las armas nucleares. No ha sido así con los gobernantes de países que poseen estas armas, que aspiran a poseerlas o que forman parte de la OTAN. En los últimos 20 años la cooperación en términos nucleares entre Estados Unidos y Rusia se ha ido deteriorando y los tratados bilaterales que regulaban los arsenales entre ambos países no se han renovado. La guerra de Ucrania sitúa el continente europeo como un posible escenario de uso de armas nucleares, como lo fue durante a Guerra Fría; muchos analistas temen que si Putin se siente acorralado pudiera decidir detonar una de sus armas nucleares menos potentes en Ucrania y romper el tabú establecido desde hace 76 años tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Ante este temor, Biden ha anunciado que si Putin lanza una bomba sobre Ucrania ellos lanzaran otra sobre Siberia. El peligro de usar armas nucleares en territorio europeo es muy creíble y posible.
Con este escenario de trasfondo, a finales de este junio tendrá lugar en Madrid la cumbre de la OTAN, donde tendrá que aprobarse en nuevo Concepto Estratégico 2022. Este nuevo Concepto Estratégico 2022 pondrá el acento en reforzar la disuasión y la defensa, lo que equivale a incrementar todas las capacidades militares, sean nucleares, convencionales o cibernéticas. La OTAN se prepara para la confrontación militar, para responder o anticiparse a amenazas o acciones de actores estatales o no estatales, en cualquier región del mundo.
En esta cumbre de la OTAN la disuasión nuclear cobrará más importancia y se contemplará la modernización de las capacidades nucleares: nuevos formatos, introducción de la Inteligencia Artificial en las mismas, actualizaciones de las capacidades convencionales de apoyo al uso de las armas nucleares y se establecerán mecanismos de consulta entre los estados miembros, ante eventuales situaciones de peligro de uso de armas nucleares.
En los últimos años se han renovado las doctrinas y las posturas de las grandes potencias adaptándose a las nuevas coyunturas globales. Así, tanto Estados Unidos como Rusia consideran la posibilidad de usar las armas nucleares cuando existan «amenazas existenciales» o estén en riesgo los «intereses vitales», ambos conceptos poco concretos. Pero Putin, en su discurso al inicio de la invasión a Ucrania, dejó entrever que sus fuerzas nucleares respaldarían su intervención ya que consideraba la situación de Ucrania como una amenaza existencial, como una cuestión que afecta a su futuro histórico como nación. Seguimos, por tanto, utilizando las armas nucleares para proyectar el poder de la fuerza y la violencia militar como elemento disuasorio.
No solamente se renuevan los arsenales nucleares, también se está procediendo a modernizar aeronaves capaces de transportarlas, a renovar los silos de misiles, los submarinos o a desarrollar misiles hipersónicos con capacidad de transportar cabezas nucleares. Este no es el momento para el desarrollo de nuevos prototipos de armas nucleares o la incorporación de la Inteligencia Artificial a las mismas, es el momento de destruir las existentes y de parar la producción de nuevas armas. La única manera de hacer imposible que se utilicen las armas atómicas es eliminándolas. Es por eso hay que hay que pedir a todos los gobiernos, y en especial al gobierno español, que se adhieran al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares.ç
Esta publicación forma parte de la campaña «10 Razones para firmar el TPAN», que une a entidades de la sociedad civil a nivel estatal con el objetivo de que España se adhiera al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), que entró en vigor el 22 de enero de 2021.