Sergio Mattarella ha sido elegido por una amplia mayoría como el duodécimo Presidente de la República Italiana; sus primeras palabras fueron: «Nuestros pensamientos van primero, y sobre todo, a las dificultades y esperanzas de nuestros conciudadanos. Simplemente esto.”
El Presidente, en Italia, tiene una función de garantía y representación, pero la interpretación «decisionista» de ese rol, por parte de Giorgio Napolitano (el único Presidente que ha sido elegido en dos ocasiones), ha hecho que los tres últimos gobiernos no hayan sido legitimados por el voto popular sino simplemente por la designación del Presidente.
Así que la primera pregunta que tienen aquellos que, como nosotros, aman la Constitución, es la siguiente: Presidente, ¿retomará usted la función de representación y de garantía, de defensa de la Constitución, que debería ser lo propio de su rol? Obviamente su cargo de Juez Constitucional nos hace pensar así.
Otra pregunta de corte «pacifista» nos surge de manera espontánea, dadas las numerosas intervenciones de su predecesor a favor de las Fuerzas Armadas y de no tocar de modo alguno los fondos para el armamentismo: Estimado Presidente: frente a la desestructuración social y a la propagación de la violencia en todos los ámbitos, ¿no será necesario ahora impulsar todas las formas de defensa no-violenta y sin armas, y promover acciones que den a conocer la Constitución y la difusión de la no-violencia?
Acerca del pasado del presidente: Su pasado, obviamente bastante largo, incluye cosas loables, como la lucha contra la mafia (que incluso costó la sangre de su hermano) o la rebelión contra la Ley Mammì (ley que favoreció las legalizaciones de las cadenas de TV de Berlusconi), sino también haber sido Ministro de Defensa del gobierno de D’Alema, que se unió a la guerra de la OTAN contra Yugoslavia, y también el desastre del uranio empobrecido. ¿Podría decir, estimado Presidente, puede decir algunas palabras acerca de esas viejas cuestiones sobre las que, esperamos, haya usted cambiado de opinión?
Por último, el nuevo presidente no ha sido votado por un conjunto de fuerzas que no puedan asimilarse entre sí (partes de la derecha, de la Liga Norte, del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo): ¿Querrá, como presidente de todos los italianos, escuchar a todas las instancias, incluso de los que no piensan como usted? También en esto, su predecesor tenía algo de cortedad.
Finalmente, una consideración personal que no requiere respuesta alguna: Por un instante, solo un instante, se habló de la posibilidad de que el próximo presidente fuera un hombre (o una mujer) de gran nivel cultural; se hablaba, por ejemplo, de Umberto Eco. Es una verdadera lástima que ninguna fuerza política haya querido dar este paso: que, finalmente, Italia sea representada por una persona de ingenio y cultura. Pero, tal vez estoy pensando en la Italia del futuro.