Los niños que lavan la ropa en los ríos, los que mendigan en las calles, los que venden en forma ambulante, los que caminan kilómetros en busca de agua y leña, los que compiten con manos más viejas y experimentadas en la recolección de café o té, o los que trabajan como niños soldados, son imágenes familiares en el Sur en desarrollo.
Los expertos en derechos de la infancia de reiteran que la tolerancia y la normalización de los niños trabajadores, muchos de los cuales laboran en condiciones y circunstancias peligrosas, y la apatía por el fenómeno han estancado el progreso hacia la eliminación del trabajo infantil.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que son más de 160 millones los niños y niñas que trabajan en el mundo.
Con ese telón de fondo, es que se celebra la 5 Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, que se celebrará en la ciudad de Durban, en Sudáfrica, del 15 al 20 de mayo.
Allí se estudiará cómo alcanzar una meta específica sobre el problema del 8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el referido al Trabajo Decente y Crecimiento Económico.
En ese objetivo, la meta 8.7 plantea la adopción de medidas inmediatas para “asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
En Durban también se revisarán los avances del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil que se centra precisamente en su eliminación para 2025.
La Conferencia será inaugurada por el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, quien compartirá escenario con el presidente de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, en inglés) y presidente de Malawi, Lazarus McCarthy Chakwera y el director general de la OIT, Guy Ryder. También participará en forma virtual el presidente de Argentina, Alberto Fernández.
“Hay múltiples factores que impulsan el trabajo infantil en África, y muchos de ellos están interconectados», dice Minoru Ogasawara, asesor técnico jefe de la «Acción acelerada para la eliminación del trabajo infantil en las cadenas de suministro en África» (ACCEL, en inglés), establecida dentro de la OIT.
Habla de la alta prevalencia de niños que trabajan en la agricultura, estrechamente vinculada a la pobreza y a las estrategias de supervivencia de las familias.
El rápido crecimiento de la población africana, dice Ogasawara, ha ejercido una importante presión sobre los presupuestos públicos para mantener o aumentar el nivel de los servicios necesarios para luchar contra el trabajo infantil, como la educación y la protección social.
En el caso de África se subraya que el continente está muy lejos del compromiso colectivo de acabar con todas las formas de trabajo infantil para 2025. Otra alerta es que el número de niños que trabajan en la región de África subsahariana es superior al del resto del mundo.
“De ahí el llamamiento a aumentar sustancialmente la financiación a través de la ayuda oficial al desarrollo (AOD), los presupuestos nacionales y las contribuciones del sector privado dirigidas al trabajo infantil y sus causas fundamentales», observa Ogasawara.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) afirma que aproximadamente 12 % de los niños de entre 5 y 14 años trabajan, lo que supone un coste para su infancia, su educación y su futuro.
De los 160 millones de niños que trabajan en todo el mundo, más de la mitad se encuentran en el África subsahariana, y 53 millones no están escolarizados, lo que supone 28 % de entre 5 y 11 años y otro 35 % de entre 12 y 14 años, según las estimaciones mundiales más recientes sobre el trabajo infantil realizadas por OIT y Unicef.
Con este sombrío escenario, los premios Nobel de la Paz Kailash Satyarthi (de India) y Leymah Gbowee (de Liberia), así como el ex primer ministro de Suecia Stefan Löfven, intervendrán en la Conferencia, que se espera que ponga en perspectiva cómo y por qué los niños siguen sufriendo algunas de las peores y más graves formas de explotación laboral.
Entre esas formas destacan el trabajo en régimen de servidumbre, la servidumbre doméstica, los niños soldados, el tráfico de drogas y la explotación sexual comercial.
“Estoy trabajando en colaboración con otros premios Nobel y líderes mundiales. Exigimos la creación de un mecanismo internacional de protección social. Durante la pandemia de covid-19, hemos calculado que con 53 000 millones de dólares anuales se podría garantizar la protección social de todos los niños en todos los países de bajos ingresos, así como de las mujeres embarazadas”, subrayó Satyarthi, Nobel de la Paz de 2014.
Satyarthi ha estado a la vanguardia de la movilización de apoyo mundial para la erradicación del trabajo infantil, así como el derecho a la educación de los niños y a que tengan una vida libre de explotación y violencia.
“El aumento de la protección social, el acceso a una educación gratuita de calidad, la atención sanitaria, las oportunidades de trabajo decente para los adultos y los servicios básicos crean un entorno propicio que reduce la vulnerabilidad de los hogares al trabajo infantil», subraya Ogasawara por su parte.
Señala la necesidad urgente de introducir y o ampliar rápidamente la seguridad social y otras medidas de protección social adecuadas para la economía informal, como las transferencias de efectivo, la alimentación escolar, los subsidios para los costes directos de la educación y la cobertura de la atención sanitaria.
Hay que destacar, aduce el especialista africano, la necesidad de una transición de la escuela al trabajo y de «centrarse en los niños de hogares pobres, aumentar el acceso a la educación y reducir la necesidad de combinar la escuela con el trabajo entre los niños por debajo de la edad mínima para trabajar».
En ausencia de estas redes de seguridad de protección social, la OIT destaca que existe el peligro de que nueve millones de niños más engrosen las filas laborales antes de fin de año, lo que evidencia que la lucha contra el fenómeno tiene obstáculos recurrentes.
En este contexto, la Conferencia de Durban representa una oportunidad para evaluar los progresos realizados en la consecución de la meta 8.7 de los ODS, debatir sobre las buenas prácticas aplicadas por diferentes actores en todo el mundo e identificar las lagunas y las medidas urgentes necesarias para acelerar la eliminación tanto del trabajo infantil como del trabajo forzoso.
El momento es crucial, subraya la OIT, ya que solo quedan tres años para lograr el objetivo de la eliminación de todo el trabajo infantil para 2025 y solo ocho años para la eliminación del trabajo forzoso para 2030.
La Conferencia Mundial también contará con la participación activa de jóvenes supervivientes del trabajo infantil en India y países africanos. Compartirán sus relatos en primera persona y sus experiencias vividas en sintonía con el tema central del debate.
La reunión tendrá lugar en el contexto de la pandemia de covid, en medio de los temores y la preocupación de que la erradicación del trabajo infantil pierda importancia en la agenda internacional a medida que el mundo hace frente al impacto de la pandemia.
Esto podría revertir los numerosos logros alcanzados en la lucha contra el trabajo infantil, el trabajo forzoso y la trata de niños y niñas.