Bajo este nombre, el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno llevó a cabo un Seminario Internacional reuniendo diversos enfoques de expertos tendientes al desarme nuclear: Las zonas libres de armas nucleares; el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP); la aproximación humanitaria que dice relación con la seguridad humana y el derecho internacional humanitario; el Tratado de Prohibición Nuclear que propone la sociedad civil; y todas las medidas complementarias, como la disminución del estatus de bombas en la condición de alerta máxima, el reforzamiento de la seguridad en las plantas nucleares, etc.
En ese contexto y ante la presencia de los actores más relevantes del desarme nuclear del mundo, incluída Angela Kane, Alta represente de las Naciones Unidas para asuntos de desarme, Juan Gómez realizó la intervención que aquí transcribimos para dar a conocer el punto de vista del Centro de Estudios Humanistas.
«El Centro de Estudios Humanistas Cehum Aletheia de Chile, perteneciente al Movimiento Humanista Internacional, postula dentro de sus principios fundamentales, el poner al ser humano en el centro de las atenciones sociales, en el objetivo de toda actividad humana.
En ese espíritu, valora profundamente todo lo que brinde seguridad y protección a la especie humana, y rechaza con la misma energía todo lo que atente contra su integridad física y sicológica, por lo tanto promueve la resolución pacífica de todos los conflictos y la no violencia activa como forma de trabajo para la transformación y el mejoramiento de la sociedad.
El fenómeno del armamentismo en términos genéricos representa para nosotros una transgresión fundamental a estos conceptos toda vez que fundan la seguridad humana en su defensa a través de las armas, transformándose así en una amenaza para la seguridad que pretenden defender. En este orden de cosas, se produce una carrera que hace que la violencia y la inseguridad sean los verdaderos vencedores.
Las armas nucleares siguen ese mismo patrón pretendiendo sentar las bases de la seguridad mundial en un sistema incapaz de brindarla, dado que su uso significaría la destrucción directa e indirecta de toda la humanidad. Así, su sola existencia representa la inseguridad para toda la especie humana, un riesgo inaceptable que se financia con la pobreza de muchos países de la tierra, ya que se gastan alrededor de 300 millones de dólares diarios en su mantención y desarrollo.
Es de estos vicios humanos que el humanismo llama a liberarse, de ese germen que amenaza con destruir a la humanidad, de la violencia intrínseca que subsiste en su interior, y que le ha hecho construir muchas veces a costa de la sangre de otros seres tan humanos como él, pero que no ha sabido reconocer como tales, a causa del ego que le enceguece. Este considerar a las otras personas, a los otros pueblos, como de otra especie o como seres humanos de segunda o tercera categoría, es lo que lo lleva a hacer discriminaciones que muchas veces terminan en agresión armada. El humanismo rescata la utópica visión de una Gran Nación Universal en donde todas las personas sean verdaderamente iguales independientemente de su lugar de nacimiento, ya que son los nacionalismos los que dividen y llevan a disputas y enfrentamientos.
Nuestro Centro de Estudios pertenece a la Campaña Internacional para la prohibición de las armas nucleares (ICAN ) que junto con unas 360 ONGs en más de 90 países propician la elaboración de un Tratado legalmente vinculante que prohíba y elimine las bombas nucleares de la faz de la tierra.
A casi medio siglo (1968) de su vigencia, la falta de avance en la aplicación del artículo VI del Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP) que establece el desarme nuclear gradual y progresivo de los países poseedores, es algo inaceptable. Esta falta de progreso más bien parece un velado intento de perpetuar un entente de poder que asegure el dominio del planeta por sobre todas las naciones no nucleares, ejerciéndolo a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Las armas de destrucción masiva más peligrosas, las que violan todos los preceptos consagrados en el Derecho Internacional Humanitario, sólo están reguladas por un Tratado de No proliferación que ha logrado medianamente eso, evitar que otros países las desarrollen, pero esto ha significado a su vez, que un puñado de países ejerzan su hegemonía militar por sobre la inmensa mayoría de los pueblos de la Tierra, no permitiéndose a éstos desarrollar armas nucleares para homologar su poder bélico con ellos.
En lo personal, me temo que si no se crean las confianzas necesarias entre las naciones que se disputan la hegemonía de la humanidad, renuncian a sus propósitos nacionalistas y se ponen a trabajar juntos en la dirección del progreso y el desarrollo de los pueblos, conjurando las amenazas que pesan sobre el planeta, difícilmente se podrá llegar a un desarme nuclear total solamente de buena fe como lo establece el artículo VI del Tratado de no proliferación nuclear.
Mientras no se coloque al ser humano y su seguridad en la cúspide de la escala valórica y quede supeditado a intereses geopolíticos y económicos, mediante los cuales los países tratan de sacar el máximo provecho a los recursos naturales del planeta en beneficio de sus empresas y sus connacionales, respaldados por su poderío militar; la desconfianza y el temor seguirán dividiendo a la humanidad en polos irreconciliables, por lo que difícilmente podremos aspirar a tener un mundo libre de armas nucleares en forma voluntaria.
Como la renuncia a las armas nucleares basada en la buena voluntad de los Estados nucleares no se ve como algo posible a corto plazo no se vislumbra otra salida que un Tratado legalmente vinculante que las prohíba y elimine total y definitivamente, o una Convención que asigne carácter obligatorio al artículo VI del actual TNP.
ICAN considera que la única respuesta lógica al impacto humanitario de las armas nucleares es iniciar un proceso de negociación para la prohibición legal de estas armas, incluso si los Estados con armas nucleares se niegan a participar. Tal instrumento cumpliría con el TNP y lo fortalecería, y crearía las condiciones para el desarme mediante el establecimiento de una norma clara en contra de la posesión de armas nucleares; desafiaría la afirmación de que las armas nucleares garantizan la seguridad; proporcionaría un fuerte incentivo moral para que los Estados poseedores de armas nucleares eliminen sus arsenales y reforzaría con esto sus objetivos de no proliferación
El gobierno de Austria como corolario a la Conferencia de Viena, ha emitido como todos sabemos un compromiso formal con la seguridad humana para todos y con promover la protección de civiles contra los riesgos derivados de las armas nucleares y hace un llamado a todos los Estados parte a renovar su compromiso con la urgente y total implementación de las obligaciones existentes bajo el artículo VI, a identificar y emprender medidas eficaces para llenar los vacíos legales para la prohibición y eliminación de las armas nucleares, y se compromete con todos quienes apoyen este objetivo.
Austria hace un llamado también a los países nucleares a tomar medidas concretas para reducir el riesgo de detonaciones nucleares, reduciendo su estatus operacional, llevando las armas de sus emplazamientos a bodegas, a disminuir el rol de las armas nucleares en las doctrinas militares, y a la rápida reducción de todo tipo de armas nucleares.
Reitera que se compromete a cooperar con todos los actores relevantes, Estados. Organizaciones Internacionales, la Cruz Roja Internacional , parlamentarios y la sociedad civil, en un esfuerzo para estigmatizar, prohibir y eliminar las armas nucleares dadas sus inaceptables consecuencias humanitarias y riesgos asociados.
Agradecemos y valoramos este compromiso de Austria y hacemos un llamado como miembros de ICAN a adherir a esta propuesta, a todos los niveles, gobiernos, parlamentarios, jueces, profesionales, voluntariado y la sociedad civil en general. Salgamos todos de esta Seminario con el compromiso de hacer conciencia en nuestras áreas de influencia de la necesidad imperiosa de terminar con esta pesadilla que son las bombas nucleares, antes de que ellas terminen con todos nosotros».