Luego de dos años de interrupción debido a la emergencia sanitaria, se celebra en estos días una de las principales fiestas populares de la India, el Holi, que marca el cambio estacional y la llegada de la primavera.
Conocido como festival de colores, y a veces festival del amor, es un antiguo festival religioso hindú que se ha vuelto popular también entre los no hindúes en muchas partes del sur de Asia, así como con personas de otras comunidades.
En este día, las personas se arrojan polvos y aguas coloreadas de manera amistosa y se transgreden las aún férreas limitaciones sociales de casta, género, estatus y edad. El resultado suele ser una tela humana multicolor acompañada de una gran alegría colectiva.
En la noche anterior, se enciende una gran pira ritual, Holika Dahan, en la que simbólicamente se quema al Diablo (Holika).
En medio de la algarabía generalizada, este año hubo también diversas organizaciones ambientalistas que hicieron referencia a la necesidad de cuidar el agua y detener la devastación del suelo, problemas que afectan a cientos de millones de personas en el país.
El activista humanista Sudhir Gandotra comparte que “el festival significa la victoria del bien sobre el mal, la llegada de la primavera, el fin del invierno, y para muchos un día festivo para conocer a otros, jugar y reír, olvidar y perdonar, y reparar las relaciones rotas.”
Agrega que la celebración tiene también otro significado cultural: es un día festivo para terminar y deshacerse de errores del pasado, poner fin a los conflictos conociendo a otros, un día para olvidar y perdonar.
«Una buena oportunidad para reconciliarse con el pasado y empezar de nuevo con pasión por la Dignidad para todos, tratando a todos como ser Humano sin ninguna discriminación, para construir la Nación Humana Universal», concluye el mensaje de los humanistas de la India.