Señales de una nueva y fuerte crisis económica se multiplican rápidamente en el horizonte.
Debemos mirarlas con mucho cuidado, ya que son importantes indicadores para determinar el año que viene.
Es triste decirlo, pero todo está relacionado con lo ocurrido con el petróleo en los últimos meses.
La economía mundial está estrechamente vinculada a la economía del petróleo crudo, de lo que luego se determina una gran parte de los costos de producción, los costos de transporte, y en parte también de los costos de las materias primas.
Los grandes grupos bancarios basan sus flujos de efectivo principalmente en la llamada “economía del petróleo” y sus derivados bancarios.
Son los bancos y los grandes grupos financieros los que en última instancia determinan las fluctuaciones del mercado de esta materia prima.
La regla es siempre la misma, aquella que establece el “mercado”, o sea la ley de la oferta y la demanda.
En los últimos años se ha operado mediante la financiación de nuevos proyectos de extracción de petróleo.
La extracción del gas y del petróleo de esquistos bituminosos (también llamado “Shale Oil & Gas”) llevada a cabo por los Estados Unidos, sumada a la política realizada por los países de la OPEP, han aumentado el nivel de extracción, determinando así los actuales costos del petróleo crudo.
Hasta aquí parece una buena noticia, pero a menudo la realidad nunca es lo que parece.
Estas políticas, como se explica en un reciente artículo “El precio por el petróleo”, son parte de una guerra económica y de dominio territorial que tiene por un lado a los Estados Unidos seguido por Europa y de los otros países emergentes como Rusia, China, Irán, etc.
Y así, mientras nos distraen con noticias de importancia secundaria, nuestros principales medios de comunicación han logrado evitar explicar a la opinión pública que estamos ante una verdadera guerra económica y de dominación territorial, una lucha no declarada que se expresa a través de políticas de cercos territoriales y aislamiento económico de Rusia, Irán y en menor medida de China, pero que trae consigo implicaciones y consecuencias, en mi opinión, muy peligrosas.
Son parte de estas políticas la estrategia deliberada de reducción de los precios del petróleo, los diversos escenarios de conflicto que tienen lugar en el Oriente Medio, en África del Norte, a través de guerras civiles que han sido apoyadas y armadas cada vez más por parte de los Estados Unidos y Europa, que tomaron posiciones en contra de los llamados “rebeldes” (a los que últimamente también se les ha dado el título de “revolucionarios”), y Rusia, Irán y China por la otra parte, que apoyaron a los gobiernos oficiales en el cargo (así fueran legítimos o ilegítimos).
Recientemente y por primera vez desde la postguerra, la guerra civil también ha surgido incluso aquí, en Europa, asomándose en Ucrania.
Las implicancias, como decíamos hace un momento, son muy peligrosas porque se está produciendo una continua desestabilización económica, social y territorial.
También hay otro aspecto importante que nuestros medios de comunicación han tenido el cuidado de callar, aquel vinculado al famoso “efecto dominó”.
Acerca de la desestabilización territorial, en este momento no hay mucho que decir, excepto que actualmente está claro que esta política ha llevado a constantes guerras civiles, enormes sufrimientos, rápidos cambios de frentes, flujos migratorios en aumento debido a los refugiados y todos aquellos que con justa razón huyen de sus países en llamas.
Por el contrario, en cuanto a la desestabilización económica en curso, el razonamiento se hace un poco más complejo.
Tenemos que empezar dando la información que en los últimos años los grandes grupos financieros y bancarios se han movido apoyando y alterando deliberadamente el mercado del crudo.
Por una parte, los grupos como Merrill Lynch & Co. – Credit Suisse, Barclays – Grupo Fortis – Natixis que han ido prestando miles de millones de dólares a nuevas compañías petroleras para nuevos proyectos de extracción en Indonesia, Australia, México, Chile, Mar Ártico y también en Italia.
Por ejemplo, en nuestro país, es a través de la intensa presión de los grupos financieros, como la Texana Schlumberger Credit Union, que han aprovechado para obtener nuevas licencias para la perforación marina frente a las playas de Cerdeña y Puglia, y también el Grupo San Paolo y Unicredit que ha financiado proyectos de extracción en Basilicata.
Para completar el cuadro, es necesario un capítulo aparte para el mercado financiero estadounidense.
Los Estados Unidos, como se mencionó anteriormente, han financiado el nuevo campo emergente, la extracción del gas y del petróleo de esquistos bituminosos. También este mercado ha contribuido a bajar los precios de mercado del petróleo.
El punto de equilibrio para estos nuevos métodos de extracción se estima alrededor de $ 80-85 por barril.
Es comprensible que la continuación de los precios tan bajos como los actuales estén perjudicando a países como Rusia e Irán, como se explica en el artículo anterior; pero de prolongarse los precios actuales, los efectos serán también devastadores para el mercado americano del petróleo de esquistos bituminosos.
Para dar algunos números, el mercado del “Shale Oil & Gas” tiene actualmente una deuda total de $ 1.5 trillones de dólares (1500 millones de dólares). Se habla de deuda debido a que este mercado se ha financiado con dinero público y privado, deuda frente a la cual se emitieron los llamados “Bonos Basura”, con porcentaje de rendimiento muy alto. Estos porcentajes hasta ahora han sido garantizados gracias al precio del petróleo en sus niveles anteriores; pero el costo actual ¿por cuánto tiempo será sostenible?
En el horizonte ya se vislumbran los primeros signos de la crisis en este mercado: hace pocos días comenzó una constante fuga de inversores que habían apostado por este mercado, y las tensiones que se están produciendo van dando los primeros signos de contagio.
El mercado estadounidense de los “bonos basura” financiados por la Fed, que hasta hace poco era muy apreciado, en estos días ha empezado a ahuyentar a los inversores.
A causa de esta fuga, la semana pasada se quemaron más de $ 5 mil millones de dólares, y el rendimiento neto de todo el sector, medible con el índice WTI, pasó por primera vez a rojo.
La explosión de la burbuja vinculada al petróleo de esquistos bituminosos y el posterior colapso de este mercado, serían desastrosos para la economía de Estados Unidos, los efectos serían mucho peor que la anterior crisis económica de 2008. Muchos derivados con los que han operado los bancos estadounidenses se sostienen en este mercado, sin contar que hasta un 93% de los nuevos puestos de trabajo en los EE.UU. se deriva de la revolución del petróleo de esquistos bituminosos.
En resumen, con esta movida de gran fuerza por parte de los Estados Unidos, Europa y la OPEP, están jugándose el todo por el todo para mantener un dominio económico y territorial en los países emergentes del BRICS.
Si se llega a un punto de ruptura, el colapso de los derivados sería imparable. Trataremos de explicar el contexto con números.
Aquí se reportan los activos económicos de los primeros seis bancos estadounidenses:
JPMorgan Chase
• Activos totales: $ 2’520,336’000,000 (alrededor de 2,5 billones de dólares)
• El total de exposición a derivados: $ 68’326,075’000,000 (más de 68 billones de dólares)
Citibank
• Activos totales: $ 1’909,715’000,000 (algo más de 1,9 billones de dólares)
• El total de exposición a derivados: $ 61’753,462’000,000 (más de 61 billones de dólares)
Goldman Sachs
• Activos totales: $ 860’008,000 (menos de un billón de dólares)
• El total de exposición a derivados: $ 57’695,156’000,000 (más de 57 billones de dólares)
Bank Of America
• Activos totales: $ 2’172,001’000,000 (un poco de «más de 2,1 billones de dólares)
• El total de exposición a derivados: $ 55’472,434’000,000 (más de 55 billones de dólares)
Morgan Stanley
• Activos totales: $ 826,568’000,000 (menos de un billón de dólares)
• El total de exposición a derivados: $ 44’134,518’000,000 (más de 44 billones de dólares)
Para comprender la magnitud de lo que hablamos, resumiendo, la deuda pública de Estados Unidos es de 18 billones de dólares, mientras que el mercado de derivados de los seis principales bancos estadounidenses tiene el valor de 285 billones de dólares, es decir, ¡16 veces la deuda pública de Estados Unidos!
Los primeros signos de debilidad en este mercado ya están apareciendo: los principales bancos de Estados Unidos seguirán apoyando este mercado por cualquier medio, pero la fuga de los pequeños y medianos inversores ya ha comenzado. Hace tres días, la Red Fork Energy de Australia, que opera justamente en el mercado del petróleo de esquistos bituminosos, ha entrado en administración fiscalizada.
Ayer, el grito de alarma apareció en el periódico Inglés “Telegraph”, lanzado por Robin Allan, presidente de Brindex, la asociación británica de exportadores independientes.
“La baja de los precios del petróleo está poniendo de rodillas a la industria petrolera en el Mar del Norte, que está muy cerca del colapso”, según Robin Allen, “con los precios del crudo por debajo de los 60 dólares el barril, para los grupos de la industria se ha hecho imposible extraer petróleo de manera rentable de los pozos en el Mar del Norte.”
En esta actual guerra económica, el tiempo NO está del lado de Occidente. Un precio del crudo tan bajo, ha creado actualmente grandes dificultades en países como Rusia, Irán y Venezuela. Sin embargo en el largo plazo y por las razones expuestas anteriormente, puede provocar un efecto dominó que destruiría a los principales bancos de Estados Unidos y podría desencadenar la mayor burbuja especulativa de la historia humana, causando una crisis económica de tal magnitud que, en comparación, aquella del 2008 sería una cosa de nada.
El problema de fondo es siempre el mismo: el dominio geopolítico y económico.
Con esta visión hegemónica y unipolar que distingue a Occidente, no se puede llegar a ninguna parte. No se dan cuenta y no aceptan que el mundo ha cambiado, que se ha convertido en multipolar con más actores en la escena mundial. Ponen en riesgo incalculable la capacidad económica, estructural, social y ambiental del planeta entero.
Estamos en un ajuste de cuentas, y esta demostración de fuerza, por desgracia, no puede llevar a nada bueno. Es una confrontación Kamikaze que solo traerá daño y sufrimiento para todos, una forma anacrónica de entender el mundo, en la que se quiere seguir imponiendo a través de todos los medios un enfrentamiento basado en la supremacía donde no se está dispuesto a ceder en nada, pero en el que sí se está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantener el dominio. ¿Vale realmente la pena?
E incluso en el caso de una resolución temporal de esta crisis o una primera victoria de Occidente en la economía de Rusia, con este enfoque, el problema se repetirá pronto, cuando Occidente se enfrente más tarde con el gigante chino.
La acción emprendida es realmente un callejón sin salida, o cuya salida tendría un precio muy alto por pagar.
La única vía posible que tenemos por delante es la de la cooperación, de la multipolaridad, del intercambio justo, del respeto a la autodeterminación de los pueblos, de la asociación, de la confrontación diplomática. Nos guste o no, no existen otras vías.