Vanesa Orieta reveló hoy en una conferencia en el CELS que un motoquero tuvo una visión estratégica de la noche que atropellaron a su hermano. El hombre trató de frenar el tránsito para proteger el cuerpo del chico en el piso y encendió las luces de su moto para advertir al resto de los automovilistas. En esa maniobra, vio el móvil policial. Ya declaró en la Justicia.
Por María Florencia Alcaraz para Infojus Noticias
A dos meses de la identificación del cuerpo de Luciano Arruga, la hipótesis principal que apunta a la policía bonaerense como responsable de la desaparición y muerte del joven es cada vez más fuerte. Los familiares y abogados de la causa comunicaron hoy en una conferencia de prensa en el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) detalles clave de la investigación, que reafirma lo que viene denunciando la familia desde hace casi seis años. La Justicia Federal avanza en develar qué pasó la noche del 31 de enero de 2009, cuando el chico fue visto por última vez y cómo fue que llegó a cruzar la Avenida General Paz, donde murió atropellado.
«Un testigo vio a un patrullero de la bonaerense sobre la colectora en el lugar y a la hora del hecho”, reveló Vanesa Orieta, la hermana del adolescente. El dato se desconocía hasta el momento. La acompañaron en la mesa Horacio Verbitsky, titular del CELS; Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH); los abogados de la causa, Maximiliano Medina y María Dinard, y Paula Litvachky del Área de Justicia y Seguridad del CELS. Desde la primera fila la mamá de Luciano, Mónica Alegre, observó todo. La sala estaba repleta de periodistas y militantes. La cara de Luciano pintada en varios afiches interpelaba a todos.
Vanesa dio detalles sobre dos testimonios fundamentales: el relato del conductor que atropelló a Luciano en la General Paz, a la altura del kilómetro 16, y el del motoquero que fue el primero en llegar al lugar. Él tuvo una visión estratégica de la situación desde antes del choque y fue quien vio una camioneta doble cabina de la bonaerense estacionada sobre la colectora. El motociclista estaba tratando de frenar el tránsito para proteger el cuerpo de Luciano sobre el piso y evitar que lo pisaran. Encendió las luces de su moto para iluminar y advertir al resto de los automovilistas. En esa maniobra divisó al patrullero por la calle colectora del lado de provincia, a la altura de Lomas del Mirador. El conductor declaró que Luciano “cruzó como desesperado”, “no estaba trotando ni caminando sino corriendo” y “que por lógica parecía que estaba escapando”.
Ambas declaraciones se repitieron en el Juzgado Federal de Morón N° 1 a cargo de Juan Pablo Salas y en la reconstrucción que hizo Policía Científica de Gendarmería Nacional el último 4 de diciembre sobre la Avenida General Paz para determinar las circunstancias que provocaron la muerte del adolescente de La Matanza.
Los dichos del motoquero tienen correlato con varias irregularidades del accionar policial que están presentes en el expediente. Esa noche, uno de los patrulleros del destacamento de Lomas del Mirador no emitió registro de posicionamiento. Además, los móviles salieron de la cuadrícula que les correspondía y el registro de entradas de la dependencia fue adulterado. Las versiones de los policías sobre qué hicieron esa noche fueron contradictorias. “La Justicia tiene que investigar a la policía bonaerense y a los funcionarios que no escucharon a la familia”, dijo Vanesa.
“La reconstrucción y los testimonios refuerzan nuestra posición sobre la responsabilidad de la policía”, dijo Vanesa. «Luciano no cruzó la General Paz por motus propio esa madrugada», aseguró. «Queremos saber quién lo obligó a cruzar. Esa noche Luciano fue secuestrado», agregó. “El terraplén es muy empinado lo cual hace improbable que una persona decida cruzar cuando tiene un cruce disponible y sin riesgo”, aportó Verbitsky.
Para los familiares, el caso puede compararse con el crimen de Ezequiel Demonty en 2002, cuando un grupo de policías federales de la comisaría 34 obligó al joven y a dos amigos a saltar al Riachuelo después de golpearlo y torturarlo. Al cuerpo de Ezequiel lo encontraron flotando a tres kilómetros del lugar desde donde cayó. Los dos amigos que estaban con él sobrevivieron.
Irregularidades y misterios
Después del contundente relato de Vanesa fue el turno de Verbitsky. El titular del CELS profundizó la información y recorrió la cadena de anomalías que tuvo la causa desde un primer momento. Usó dos palabras para calificar el trabajo de la Justicia durante los primeros años del caso: “despreocupación y negligencia”.
“Luciano estaba vestido con una ropa que no era la suya y llevaba una mochila con sus cosas. Esa ropa todavía no fue localizada en su totalidad. Es otro de los misterios que debe ser explicado y que demuestra el cúmulo de irregularidades. Estos elementos de prueba no fueron resguardados por la fiscalía y el juzgado de instrucción que tuvieron a cargo la investigación de los hechos que produjeron la muerte de Luciano”, dijo Verbitsky.
Se refirió a la jueza de instrucción Laura Bruniard y la fiscal Marcela Sánchez que sobreseyeron al conductor que atropelló a Luciano y cerraron la causa con una persona enterrada como NN.
Otro dato clave que surgió en la conferencia de prensa es que, según la documentación de la causa, Luciano tenía zapatillas. Ese calzado no fue resguardado y hubiera ayudado para determinar con mayor precisión por dónde accedió a la vía rápida de la Avenida General Paz. Es decir, si tenía rastros de tierra por haber escalado el terraplén o no.
El responsable del CELS también detalló de manera minuciosa los antecedentes de violencia policial de los que era víctima Luciano antes de desaparecer. Según contó, a principios de 2008 un adulto que solía relacionarse con los jóvenes del barrio le ofreció a Luciano participar en asaltos a supermercados. Le dijo que no iba a tener problemas porque contaban con el apoyo de la policía. Cuando Luciano se negó a participar en los robos comenzó la violencia y la persecución por parte de miembros de la bonaerense.
Verbitsky enumeró al menos seis situaciones de hostigamiento entre las que se encuentran las detenciones irregulares que sufrió desde el 22 de julio de 2008 cuando la policía bonaerense lo detuvo por primera vez por averiguación de antecedentes. Ahí lo llevaron a la comisaría de Don Bosco donde lo golpearon.
En otra oportunidad, lo llevaron a esa comisaría y un policía amenazó a Luciano: “No contestes que sino te vuelo el pecho”. En la causa también están documentadas las agresiones verbales. Los amigos de Luciano declararon que desde los patrulleros le gritaban “negro de mierda”. “Está claro que la policía bonaerense no es ajena al hecho”, concluyó Verbitsky.
Tres meses antes de su desaparición, el joven había estado detenido en el destacamento de Lomas del Mirador. En esa oportunidad, su hermana había ido hasta esa dependencia a buscarlo. Lo escuchó gritar y supo que estaba siendo torturado. Por esa causa hay un policía detenido que será juzgado el año que viene.
Seis años de su desaparición y muerte
El próximo 31 de enero se cumplirán seis años desde que a Luciano lo vieron por última vez con vida. Cuando le preguntaron a Vanesa qué harán los Familiares y Amigos fue el único momento en el que respiró hondo. “Se cumplen seis años de la desaparición y muerte de mi hermano”, dijo. Hasta este año cada aniversario se hacía un festival que reclamaba la “Aparición con vida de Luciano” y preguntaba “¿Dónde está Luciano?”. El próximo 31 se hará una intervención con escrache de los lugares paradigmáticos del caso.
La madrugada en la que desapareció, el adolecente salió de su casa en el Barrio 12 de Octubre, en Lomas del Mirador. Iba a ver a su hermana, pero nunca llegó. Se cree que fue detenido en ese trayecto. A las 3.21, un estudiante de 21 años de Monte Grande lo atropelló. El mismo joven avisó al SAME. Una ambulancia llevó a Luciano hasta el Hospital Santojanni, donde murió al día siguiente tras una operación. El adolescente no tenía documentos y después de una autopsia fue enterrado sin nombre. Por su muerte se abrió una causa que se caratuló como homicidio culposo en el Juzgado Nacional en lo criminal de instrucción N° 16. El conductor que lo chocó declaró ante la Justicia y fue sobreseído.
La identificación del cuerpo se logró luego de la aprobación judicial del habeas corpus, que puso en marcha los mecanismos de búsqueda del Estado. El recurso había sido presentado por los abogados del CELS en abril. La Sala IV de Casación Penal pidió a Salas “realizar la totalidad de las diligencias conducentes a establecer lo ocurrido”. En tres meses Salas, en coordinación con distintos funcionarios del Estado nacional y provincial, logró identificar el cadáver enterrado como NN. Lo hizo cruzando las huellas dactilares que le habían tomado a Luciano en su paso por la comisaría donde lo torturaron en 2008.
Por pedido del Ministerio de Seguridad de la Nación el equipo de dactiloscopos de la Policía Federal revisó sus archivos generales. No encontraron coincidencia. Usaron el sistema de software AFIS (Automated Fingerprint Identification System) que permite el cotejo masivo de huellas digitales y tampoco hallaron nada. Por último, repasaron los libros matrices de la Policía Científica donde se registra el trabajo cotidiano. Ahí, se dieron cuenta que en febrero de 2009, fecha de la desaparición del joven, habían trabajado en la mesa de cadáveres con tres NN. Uno era Luciano. El peritaje dio 30 puntos de coincidencia. En 48 horas se había desatado, después de 5 años y 8 meses, un nudo de incerteza. Fue la punta del ovillo para empezar a conocer la verdad sobre la muerte de Luciano.