En el mundo de hoy, nos enfrentamos a muchas fuerzas hostiles, a crisis múltiples persistentes que exigen respuesta tanto de nuestros líderes como de nuestros pueblos.
Gandhi comprendió que una idea poderosa podía cambiar el mundo. Sabía que las personas, trabajando individual y colectivamente, podían hacer realidad lo que otros pudieran considerar como sueños imposibles.
Inspiradas por Gandhi, que consagró su vida a la no violencia, las Naciones Unidas luchan hoy por poner fin a la violencia.
Nos esforzamos, por ejemplo, por librar al mundo de las armas de destrucción en masa. Nuestra campaña reciente de lucha contra esas armas y de promoción del desarme tuvo como objetivo concienciar acerca del elevado costo de las armas de destrucción en masa. Gracias a varias iniciativas y reuniones recientes, entre ellas la cumbre que celebró la semana pasada el Consejo de Seguridad para tratar el tema del desarme y la no proliferación nucleares, hemos mejorado las perspectivas de lograr reducciones en los arsenales mundiales. Debemos mantener el impulso actual y presionar para lograr el éxito de la conferencia encargada de examinar el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares prevista para el año que viene y de ulteriores iniciativas.
El llamamiento a la no violencia no tiene por qué referirse solo al uso de armas mortíferas. Las Naciones Unidas y sus asociados a nivel popular llevan mucho tiempo haciendo campaña para poner fin a la agresión que inflige el ser humano a nuestro planeta. Las emisiones de gases de efecto invernadero han sido parte de esa agresión y amenazan ahora con provocar un cambio climático catastrófico. Insto a los activistas de todo el mundo a que intensifiquen sus presiones sobre los dirigentes mundiales para conseguir que finalmente sellen el acuerdo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que ha de celebrarse en diciembre en Copenhague.
La atroz violencia de la que son objeto mujeres y niñas de todo el mundo también debe ser una de nuestras preocupaciones principales. Aproximadamente 150 millones de mujeres y niñas son víctimas cada año de actos violentos. La violación se utiliza cada vez más como arma de guerra. Las víctimas de coacción sexual corren un mayor riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el VIH/SIDA. Insto a todos nuestros asociados a que se sumen a mi campaña “Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres”, cuya finalidad es crear conciencia y recaudar fondos para luchar contra este problema en todas partes del mundo, puesto que ningún país es inmune.
En este Día Internacional, celebremos —y encarnemos— el legado de Mahatma Gandhi atendiendo a su llamada en favor de un movimiento por la no violencia. Pongamos fin a la violencia en todas sus manifestaciones y reforcemos nuestra labor colectiva para lograr un mundo más seguro, ecológico y pacífico.