Me dice una voz interior: ¡Para y observa!

¿Cuántas veces al día perdemos hermosos instantes en el aquí y el ahora por estar pendientes de algo virtual?

Parto de la base de que ningún objeto es malo o bueno por sí mismo; según el uso que le demos un cuchillo es bueno pues nos ayuda para cortar, pero si se usa mal también sirve para matar, ya sea con alevosía o en un estado de enajenación mental, locura transitoria o por defensa propia. En un juicio, los atenuantes tendrán un peso específico para dictaminar sentencia e incluso dependiendo de las circunstancias o del ámbito sociocultural, un acto será medido con una ética o una moral determinada. En ningún caso me gustaría estar en el papel del juez, jurado, abogado o fiscal. ¿Cuántas decisiones erróneas se toman a lo largo de la vida? Si yo, humilde escritor, erro, no es lo mismo que el error de un cirujano o un juez. Mi creencia es que todos debemos hacer siempre cada cosa que emprendamos con la mayor excelencia posible, lo mejor que sepamos y podamos en cada momento de nuestras vidas. Tengo en el recuerdo una frase que mi padre solía decir: «Desde que se inventaron las excusas se acabaron los pendejos».

Un gadget electrónico no es bueno o malo por sí mismo; se convertiría en un arma según el uso que le demos, quizás en ciertos momentos nos haga perder el equilibrio, nos saque de nuestro eje, lo que se podría considerar un tipo de enajenación mental transitoria. Una palabra puede representar el amor más grande y también puede coaccionar a «tu amor más grande» a hacer un acto no deseado.

Tenemos que ser inteligentes y dar el uso adecuado a las palabras y a las cosas, antes de que nos convirtamos en factibles artículos de usar y tirar.

El progreso trae una inteligencia artificial que parece idiotizar a los seres pensantes. Si, como dicen los expertos, la humanidad ha llegado hasta aquí gracias a la cooperación entre miembros de la misma especie, parece que estamos abocados hacia nuestro fin si no paramos y observamos lo que está pasando.

Una campaña de publicidad de una entidad bancaria nos alienta a la “Humanización digital”  y al mismo tiempo permite que sus clientes hagan colas en las calles frías calles de Madrid durante un invierno extraño en el que mientras esperábamos a Filomena llegó la primavera.

A lo largo de mi experiencia como bípedo pensante, he visto que las campañas de publicidad no sirven para vender un producto sino para programar ideas en nuestras mentes, a veces tan contradictorias como el humanismo digital antes mencionado o el concepto de inteligencia artificial. La inteligencia es un atributo natural del ser humano. La inteligencia artificial no deja de ser un tipo de programación.

A principios del segundo milenio del calendario gregoriano que nos rige, una campaña de publicidad de una conocida compañía multinacional de telefonía nos invitó a que “nos pusiéramos el chip”, la foto principal de la campaña mostraba a una hermosa joven que lucía un pearcing con un chip en su ombligo.

Observando y analizando, uno se da cuenta de que el bueno de Guillermo Puertas crea un sistema operativo llamado Ventanas, que tiene una debilidad: los virus. Lo podía haber llamado “desprogramaciones” o “contras” pero lo llamo virus y para corregirlo se crearon “antivirus” porque llamarlo “vacunas” hubiera sido una coincidencia tremenda. Luego sacó un paquete de programas, ¡atención!, los ordenadores se programan, ¿nos programan?, con el nombre de Home Office, oficina en casa. Pasa el tiempo y llega un virus pandémico que nos hace tener nuestra oficina en casa. No dejan de ser casualidades de la vida, para el que crea que en la vida se dan casualidades, y no deja der ser sarcástico, para aquel que tenga ganas de reír, aunque sea con una risita tonta provocada por acabar de dilucidar todas las posibles realidades que rodean a una verdad. Sin duda es mejor la risa que la violencia… ese es otro cantar. Tanto gadget electrónico, PC, portatil, tablet, juegos violentos o cierto tipo de mensajes o noticias, pueden generar adicción, violencia o enajenación mental transitoria, por ello, antes de que sea tarde, propongo que cuando vayamos por la calle nos desconectemos de todo gadget electrónico para regenerar la «humanización personal», conectemos con nuestra realidad humana y nuestra intrínseca inteligencia natural. Sin excusas que ya nos conocemos: «mando un mensaje y ya»; «respondo esto y ya»; «solo uno más»… Recuerda las sabias palabras de mi padre y no seas pendejo. Sin excusas. Paremos. Observemos. Mirémonos a los ojos, así podremos comprobar que hay vida inteligente detrás de una pantalla artificial. Hay vida con muchas ganas de amar y ser amado.

En lugar de dejarnos programar, hagamos mejor Por Amar.