En Tucumán, la Fundación creada por Susana Trimarco, asiste a 95 niños y niñas, hijos de sobrevivientes del delito de trata para la explotación sexual de personas, de víctimas de violencia de género y de mamás solteras. También brinda asesoramiento jurídico y capacitación para las mujeres rescatadas.
Por María Florencia Alcaraz para Infojus Noticias
Rodeado de sus amigos del jardín, un nene festeja su cumpleaños número tres jugando en ronda. En otra sala, cinco bebés duermen la siesta arropados por el sonido de la lluvia que entra por la ventana. Están en una casona de dos pisos cerca del Parque 9 de Julio, en San Miguel de Tucumán, donde funciona desde abril del año pasado el Centro Maternal “Los Ángeles de María”. De 8 a 20, 95 niños y niñas asisten a diario a este lugar. Tienen desde 45 días a 4 años y son hijos de sobrevivientes del delito de trata para la explotación sexual de personas, de víctimas de violencia de género y de mamás solteras.
El espacio parte de una iniciativa de la Fundación María de Los Ángeles, que dirige Susana Trimarco, madre de Marita Verón, desaparecida hace doce años en esa provincia. La institución, además de trabajar en el rescate, pone el foco en la vida de las mujeres después de la trata a partir de las distintas actividades que ofrece en el centro maternal, la sede de la Fundación y la casa hogar. Infojus Noticias los recorrió por dentro.
Un bebé llora a gritos en los brazos de una chica joven. Hace poco que ella empezó a llevarlo y está en la etapa de integración. Ese momento en el que lo deja le resulta dramático, pero después el nene se olvida y se queda jugando en la salita de los más chiquitos. En el tiempo que su hijo está ahí, ella participa de talleres del Programa Ellas Hacen del Ministerio de Desarrollo Social. “Nuestro objetivo es cuidar al niño mientras la madre trabaja o estudia”, explicó María Laura Alejandra Díaz, directora del turno tarde.
Una veintena de personas -entre maestras, auxiliares y administrativos- acompaña a “Los Ángeles de María”. Además de las actividades recreativas y educativas, los chicos desayunan, almuerzan y meriendan. Tienen, también, el asesoramiento de un nutricionista. Las profesionales adaptan el régimen de un centro maternal tradicional a uno que trabaja con madres que sufrieron tipos de violencias y están encarando un nuevo proyecto de vida. “Hay chicos que vienen tres veces por semana. Otros que están nada más que una hora. Y algunos que se quedan doble turno. Nosotros nos acomodamos a la necesidad de la mamá. De alguna manera la acompañamos en su proceso”, contó Díaz. Algunas de las mujeres que llevan a sus hijos han logrado, en este tiempo, recibirse de profesoras de educación física, por ejemplo.
En la casona todo es verde manzana. Ese es el color favorito de Marita. En la capital tucumana funcionan otros espacios pintados de verde que levantan la bandera contra la trata. Además del Centro Maternal, está la Regional Tucumán de la Fundación y una casa hogar que sirve de refugio inmediato para mujeres que son rescatadas de los prostíbulos o de las redes de explotación laboral. La casa tiene una capacidad para 15 personas y un ámbito de total privacidad para proteger la intimidad e integridad de quienes la habitan temporariamente.
Acceso a la justicia y al conocimiento
La delegación central de la Fundación está en 25 de mayo al 1000. Ahí la actividad y el movimiento son constantes. En la puerta una travesti, una señora mayor y un agente policial esperan para que los atiendan. Es que allí funciona, además del organismo, un Centro de Acceso a la Justicia (CAJ), un Núcleo de Acceso al Conocimiento (NAC)- un programa del Eje Estratégico de Inclusión Digital del Plan Nacional de Telecomunicaciones Argentina Conectada- y, hace poco, se instalaron los profesionales de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). El trabajo de la Fundación se articula con convenios con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, el Ministerio de Trabajo, Desarrollo Social y Jefatura de Gabinete.
Las fotos de Marita y la familia de Susana están por todos lados. Micaela, la hija de la joven desaparecida, pintó un mural especial para su mamá en el primer piso donde habrá una radio. “Pueden cortar todas las flores pero no detendrán la primavera”, escribió.
La gente se acerca a la sede para pedir asesoría jurídica. Quieren que los ayuden en la gestión de una cuota de alimentos, una sucesión familiar o un divorcio. También buscan denunciar casos de violencia familiar. La Fundación se constituyó como un espacio de referencia. “Es que acá el sistema de Justicia es muy perverso. Las defensorías oficiales dan diez turnos al día. Con la necesidad que tiene la gente quedan muchos sin respuesta. Cuando llegan acá me dicen ´Yo por pobre no tengo respuesta´. Y acá se la damos”, contó Graciela Zotes, responsable de la dependencia tucumana de la Fundación.
Adentro, mientras un grupo asiste a un taller de informática en el salón del NAC, otro amasa en un salón contiguo. Las mujeres rescatadas, en situación de prostitución y potenciales víctimas participan de distintos talleres y espacios de formación abiertos a la comunidad. La intención no es la segregación, por el contrario, se busca la integración. Primero participan de los Talleres de Orientación Laboral (TOL) durante tres meses y de ahí eligen que curso en particular quieren tomar.
Luego, está la labor específica con el delito de trata. La Fundación cuenta con un equipo de abogados, un departamento de salud mental compuesto por psicólogos y psiquiatras y un grupo de trabajadoras sociales. “Cada víctima tiene un micro equipo que la acompaña”, explicó Zotes. Desde el lugar también se distribuyen alimentos y elementos básicos de limpieza e higiene para ayudar a las mujeres que recomienzan sus vidas.
Hace poco más de un mes Trimarco firmó un convenio con la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) en el que le donaron tierras para expandir los espacios de la Fundación. En un sector del ex Hospital Militar de Tucumán funcionará un lugar dedicado a la contención de las mujeres víctimas de trata de personas y violencia de género, y de sus hijos. Habrá un centro médico, un polideportivo con pileta de natación olímpica, una plaza seca y un jardín con preescolar. Son seis edificios en desuso que ahora tendrán un fin comunitario e integral: el albergue para mujeres también será destinado a micro emprendimientos de peluquería, cocina, repostería, pintura, corte y confección.
La tarea de la sede tucumana, que abrió sus puertas en 2007, se replica en Buenos Aires, Córdoba y una oficina de recepción de denuncias en Rosario. “Necesitaríamos una delegación en cada provincia. El otro día nos pidieron ayuda de Salta. Hace unos días que están acompañando a una chica rescatada pero no saben cómo abordarlo. La chica no para de llorar, así que vamos a ir con un equipo para allá”, contó la titular del organismo tucumano.
Los logros de la Fundación María de Los Ángeles y Susana Trimarco, que dieron visibilidad al delito de trata, se articulan con aquellos que alcanzó el Estado nacional. La madre de Marita y su equipo empujaron la sanción de la ley que tipificó el delito en 2008. También colaboraron en la promulgación de distintas legislaciones en las diversas provincias del país conocidas como “Prostíbulos cero”. Desde la sanción de la ley hasta agosto de este año fueron rescatadas un total de 7269 víctimas. Muchas de ellas retomaron sus vidas gracias a las oportunidades que ofrece este organismo que nació en el camino de búsqueda de Marita.