Las opiniones acerca de la instalación de un reactor nuclear en Bolivia, publicadas en la prensa nacional y en las redes sociales, donde hay tres grupos activos, se inclinan por rechazar los planes gubernamentales en tal sentido. Las manifestaciones en favor no parecen necesarias, pues de todas maneras dichos planes avanzan. El argumento de que el partido de gobierno tiene mayoría reemplaza la necesidad del debate y ni se habla de la posibilidad de un referéndum.
Pocos temas deben ser tan decisivos como para prescindir de una consulta como la instalación de una planta nuclear. Es la vida misma la que se pone en juego.
La ciudadanía en Bolivia carece de los elementos para juzgar sobre este tema, ciertamente. Es poca la información que circula en torno de las implicaciones de la llamada “energía limpia”. Sin embargo, el miedo no es irracional en este caso, pues ejemplos sobre los enormes riesgos que implica manejar una planta nuclear están a la vista en el mundo. Chernobyl y Fukushima, los más cercanos en el tiempo, pero no únicos en cuanto a accidentes. Y está también la postura de países como Alemania que han puesto el reloj en marcha contraria: no más reactores sino energías alternativas.
La Pública ha organizado una charla virtual con expertos de La Paz y Cochabamba, y debates presenciales en Cochabamba (6 de noviembre ), Santa Cruz (hoy, 21 de noviembre) y La Paz (será a mediados de diciembre). Lo que se ha puesto en evidencia es la poca o ninguna información que los ciudadanos poseen y la necesidad de que los académicos y expertos en la materia llenen esos vacíos con mucho más que especulaciones. El objetivo es que el ciudadano, desde el más joven hasta el más viejo, sepa lo que el país ganará con una planta nuclear: energía eléctrica, herramientas para el accionar en la medicina, en la agricultura, etc. Pero que al mismo tiempo esté consciente de que hay peligro, de que se va a contaminar el medio ambiente pues no hay forma de garantizar la disposición segura de los residuos radiactivos y que el camino hacia lo nuclear no tiene vuelta sino a largo plazo y no exento de daños. Y que hay otras alternativas para generar energía mucho menos riesgosas.
El ciudadano está convocado a debatir. Para ello es que se ofrece el presente material básico: objetivamente, donde lo objetivo no es neutro sino informado.