Gabriel Boric asumirá la presidencia de Chile con 36 años recién cumplidos y el mayor desafío que deberá enfrentar es la cultura adultocéntrica predominante en nuestro país. Si bien hemos escuchado frases en la dirección correcta de la generación adulta, en el trasfondo se puede inferir la desconfianza que genera su edad, su capacidad de tener opinión propia y de resistir presiones.
En su dimensión imaginaria, el adultocentrismo sitúa la condición adulta o lo adulto -definida en nuestra sociedad como el estado de plenitud, superioridad y potencia-, legitimando que quienes son socialmente reconocidos como tal tienen capacidad de decidir sobre el destino de niños, niñas, jóvenes y de tercera edad.
Una creencia central de la cultura adultocéntrica radica en la comprensión que se tiene de lo que sería la “experiencia”, concebida como la acumulación de años cronológicos que se asocia, a su vez, con haber tenido una mayor cantidad de vivencias y utilizada como fuente de autoridad. Esta creencia se expresa bajo la forma de frases que todos y todas hemos escuchado alguna vez: “tú no sabes lo que era estar ahí”; “tú ni siquiera habías nacido, no tienes derecho a opinar”; o “te falta experiencia”.
El adultocentrismo está normalizado desde la familia y la escuela. Niñas, niños y jóvenes son limitados en su independencia para tomar decisiones. Se les cuestiona su conducta para explorar y buscar por sí mismos respuesta a sus inquietudes. Poco a poco, se les va atrofiando la curiosidad y la imaginación, a medida que se les va encajonando en el modelo de ser adultos. Quienes no responden a dicho modelo son considerados inmaduros.
Para Fundación Semilla, la participación es la nueva convivencia y la nueva ciudadanía. Promovemos el entendimiento intergeneracional en las comunidades escolares, tanto entre las y los adultos como en los estudiantes. Es decir, que adultos comprendan de mejor manera a niñas, niños y jóvenes y que éstos entiendan mejor al mundo adulto.
En general, nuestra propuesta es bien recibida y abre los ojos para cuestionar conductas adultocéntricas, promoviendo espacios de participación complementarios a las instancias formales como los Consejos Escolares, que habitualmente funcionan en una lógica jerárquica y de carácter informativo más que participativo.
Junto con el Presidente electo, entra a la cancha una masa crítica de jóvenes (según el estándar adultocéntrico), y el mundo adulto deberá hacer un esfuerzo por entender los códigos de esta nueva generación, cuya experiencia y vivencias no siguen los moldes históricos ni culturales predominantes. Una generación que se proyecta al futuro, más que mirar al pasado.
Nuestra invitación es a todos y todas a reflexionar sobre cómo el adultocentrismo condiciona nuestras conductas. Será una responsabilidad compartida buscar espacios de entendimiento intergeneracional y el Presidente electo enfrentará su mayor desafío en ser reconocido y valorado más allá de su edad.