“Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio». Eduardo Matte Pérez
En la conmemoración del Día de los Derechos Humanos, el siguiente artículo tiene como norte develar la deleznable herencia en esta materia que ha transmitido durante gran parte de la historia de Chile el actuar de la derecha política, económica y conservadora cuando sus intereses han quedado en entredicho
Batalla de Lircay de 1830
De acuerdo a la historia oficial, el 17 de abril de 1830 un enfrentamiento en la ribera del río Lircay dio fin a la guerra civil que selló el triunfo de las fuerzas conservadoras de Diego Portales por sobre los liberales. Las bases de la República de Chile, con un estado autoritario, se cimentaron con más de 200 muertos a su haber. Para el historiador Gabriel Salazar se trataba de “un ejército mercenario improvisado por el patriciado mercantil santiaguino que derrotó y descuartizó a hachazos al ejército ciudadano que había ganado la guerra de la Independencia”.
“Pacificación” de La Araucanía
Desde 1860, los intereses económicos, militares y políticos obligaban al Estado chileno a dominar definitivamente los territorios mapuche, que mantenían su independencia, defendida por más de tres siglos, por medio de la fuerza y por sucesivos tratados.
Es “una de las páginas más negras de la historia de Chile”, en palabras del historiador y antropólogo José Bengoa. El ejército chileno usó los métodos más bárbaros de la guerra: mataron mujeres y niños, quemaron sus casas y robaron miles de cabezas de ganado. En 1869, los diarios de la época ya hablaban de una “guerra de exterminio”.
Si bien sólo se quedaron como testigos los adornados partes militares, se calculan en varios miles los mapuche masacrados y muchos más murieron como consecuencia del exterminio, desplazados, empobrecidos y hambrientos,
La Huelga de la Carne de 1905 (Germán Riesco)
El 22 de octubre de 1905, Santiago fue remecido por una protesta generalizada: la llamada “huelga de la carne”. Esta se inició a partir de una manifestación para pedir la rebaja del precio de la carne, el que era alto debido al impuesto que gravaba la internación de ganado argentino. Esto hacía imposible el consumo de carne para los más pobres. Los manifestantes llegaron en pacífico desfile hasta La Moneda, y solicitaron audiencia con el Presidente Riesco. Sin embargo, a medida que la marcha avanzaba, había aumentado el número de manifestantes, juntándose -según la prensa de la época- alrededor de 25 a 30 mil personas frente a La Moneda. Los ánimos comenzaron a impacientarse hasta que se llegó a un enfrentamiento, que la fuerza pública trató de contener a balazos. La violencia se prolongó casi una semana, que ha sido llamada la semana roja. La información respecto del número de muertos dio cuenta de entre 200 a 250 muertos. Cifras desconocidos por los propios parientes de las víctimas los que nos informan que son alrededor de 600 personas las masacradas. La huelga de la carne puso de manifiesto que la cuestión social era un asunto mucho más serio de lo que la retórica parlamentaria denunciaba.
Masacre de la Escuela Santa María de Iquique de 1907 (Pedro Montt)
En diciembre de 1907 un grupo de trabajadores pertenecientes a las oficinas salitreras San Lorenzo y San Antonio, iniciaron una huelga producto del abusivo trato por parte de sus patrones y por las miserables condiciones en las que se veían obligados a vivir. Los trabajadores – que alcanzaron un número que oscila entre los 18 mil y 20 mil personas – marcharon desde las salitreras hacia la ciudad de Iquique, en donde por orden del intendente Carlos Eastman debieron recluirse en la escuela Santa María de dicha ciudad, ante el temor de las autoridades de que la huelga se extendiera por toda la ciudad y de que se produjese la llegada de nuevos huelguistas a la zona. El gobierno de Pedro Montt, estrechamente relacionado con los propietarios de las salitreras a quienes debían la principal fuente de ingresos del Estado chileno, reaccionó enviando tres buques de guerra y un importante contingente militar a la ciudad de Iquique, pues “no estaban dispuestos a tolerar una insurrección de ningún tipo y mucho menos a negociar con los huelguistas”. Por lo tanto, estaba más que claro que la única solución para ellos era el fin incondicional de la huelga o, de lo contrario, abrirían fuego en contra de los manifestantes, si no, no se explica bajo ningún caso el gran despliegue naval y militar.
Como los huelguistas no estaban dispuestos a rendirse el ejército al mando del general Roberto Silva Renard – quien ya tenía antecedentes de haber participado en la violenta represión de las huelgas de Valparaíso y Santiago en 1903 y 1905 respectivamente-, abrió fuego sobre quienes se encontraban en la escuela Santa María el 21 de diciembre de 1907, sin importarle que en ese lugar se encontrase un gran número de mujeres y niños pues, para Silva Renard, los huelguistas eran el enemigo y no merecían ninguna consideración. El ataque del ejército hacia los huelguistas no duró más de 10 minutos y dejó un “saldo oficial” de aproximadamente 200 a 250 víctimas fatales y un incuantificable número de heridos. Sin embargo, la cifra de muertos llegó a los 3.600 acribillados. Los sobrevivientes a la matanza fueron enviados a un campo de concentración.
Matanza de Forrahue de 1912 (Ramón Barros Luco)
Un 19 de octubre de 1912, a eso de las 5 y media de la mañana, salió desde Osorno un contingente compuesto por unos 45 carabineros y guardianes, al mando del mayor Julio Frías, rumbo al sector denominado Forrahue, ubicado a unos 15 Km. al oeste de dicha ciudad. Junto con los funcionarios policiales iba un periodista del periódico osornino El Progreso (de tendencia liberal de derecha) y el receptor judicial Guillermo Soriano encargado de fiscalizar el desalojo de un grupo de familias mapuche, ocupantes ilegales de los terrenos del llamado Fundo Forrahue. Dicha orden de desalojo fue dictaminada a favor del particular Atanasio Burgos Villalobos quien, habiendo agotado todos los medios judiciales y extra-judiciales para legitimar la propiedad de los terrenos adquiridos fraudulentamente por su padre, logró obtener una sentencia judicial para expulsar a los mapuche de las tierras que ancestralmente habían habitado. Por esos días el Apo Ülmen Francisco Nailef, del territorio de Sragwe (jurisdicción de Rahue), se encontraba en Santiago haciendo todas las gestiones posibles con las autoridades chilenas para evitar el desalojo. Importante es mencionar que Atanasio Burgos había amenazado con sacarle la cabeza al Cacique (y patearla), si éste presentaba el caso a las autoridades de la capital chilena. Lógicamente, Nailef no se iba a dejar amedrentar por las amenazas de Burgos y, como legitima autoridad tradicional, hizo lo que tenía que hacer. A las siete y media de la mañana, el contingente policial llega a las casas del fundo de Atanasio Burgos. Allí esperaban 25 carretas que acarrearían las pertenencias de los desalojados. Serían esas mismas carretas las que transportarían, más tarde, los cadáveres de aquellos que dieron su vida en la defensa del territorio.
La Matanza de San Gregorio de 1921 (Arturo Alessandri)
La matanza de trabajadores de la Oficina salitrera San Gregorio, ubicada en el cantón de Aguas Blancas, al interior de Antofagasta, ocurrió los días 3 y 4 de Febrero de 1921, durante el primer gobierno del Presidente Arturo Alessandri Palma (1920-1925). Se dio en el contexto de la crisis del salitre y del cierre de oficinas salitreras, ante lo cual los obreros exigían el pago de desahucio. En las oficinas salitreras que continuaban trabajando, los empresarios recurrían a los despidos y rebajas de salarios, sumándose a estas prácticas la negativa a pagar desahucio a los trabajadores despedidos. Luis Emilio Recabarren y otros dirigentes de la Federación Obrera de Chile (FOCH) recorrían la pampa organizando a los trabajadores, llamando a la resistencia y el no abandono de las Oficinas mientras no se pagara el desahucio.
A mediados de Enero de 1921 la firma Gibbs y Cía. avisó a los trabajadores, por medio de Daniel Jones López, Administrador de la Oficina San Gregorio, que la paralización se haría en los primeros días de febrero. Los trabajadores exigieron el pago de sus desahucios, pero en opinión de los empresarios ingleses no correspondía, porque según ellos, estaban dando con 15 días antes el aviso de los despidos. Los trabajadores ante los actos arbitrarios y abusivos decidieron organizarse y avanzar en una columna de unos 1.300 trabajadores, niños y mujeres, los que se dirigieron directamente a la Administración. Los dirigentes pidieron hablar con Jones para entregarle un petitorio. El Administrador se hizo acompañar por los tenientes Argandoña y Gaínza. Como los manifestantes seguían avanzando, Argandoña les ordenó no atravesar la línea férrea que cruzaba el lugar, lo que no fue acatado. Los manifestantes formaron un semicírculo para entrevistarse con Jones. Reclamaron la cancelación del desahucio. Jones dijo que aceptaba pagarlo pero no en la Oficina sino en Antofagasta. La reacción de los obreros fue rechazar esta oferta. No confiaban en la Casa Gibbs. En ese instante comenzaron los disturbios. De acuerdo a la declaración que hiciera posteriormente el Sgto. 2° Juan Reyes, el Tte. Argandoña dio la orden de disparar contra los manifestantes, los que se desbandaron hacia el campamento. Los más decididos enfrentaron a la tropa con algunas armas de fuego. Argandoña fue levemente herido en la mano izquierda y se refugió en la oficina de contabilidad, disparando desde una de las ventanas. Los ánimos de los obreros se enardecieron al ver caídos a muchos de sus compañeros y, tras derribar la puerta de la oficina de contabilidad, se abalanzaron sobre Argandoña y lo sacaron a la fuerza, ultimándolo frente a la pulpería. El Tte. de Carabineros Lisandro Gaínza, tomó su caballo y huyó desesperado por la pampa. El Administrador Jones, que había arrancado hacia el campamento, fue reducido por los obreros recibiendo numerosos golpes y heridas de arma blanca, algunas muy graves, que le afectaron un pulmón y le provocaron una intensa hemorragia. Militares y carabineros se atrincheraron para retirarse por la noche, en búsqueda de refuerzos.
En tanto, en San Gregorio los obreros dirigidos por Luis Alberto Ramos se encargaron de restablecer el orden, se hicieron cargo de la farmacia y de la pulpería, con el objeto de distribuir medicinas y alimentos. En ausencia de Rodolfo Barrow, médico de la Oficina, el practicante Pedro Rivas se dedicó a curar a los heridos. A las cuatro de la mañana llegó el doctor Barrow, quien verificó que el pulso de Jones era cada vez más lento. Antes de las 9 de la mañana los trabajadores de las otras Oficinas regresaron a sus hogares, por lo que cuando llegaron los primeros refuerzos de tropas al mando del Mayor Rodríguez sólo encontraron a los pobladores de la Oficina San Gregorio. Con la orden de vengar al teniente Argandoña, la tropa penetró a la sala donde estaban los heridos y a culatazos destrozaron las cabezas de los que ahí eran atendidos. Luego entraron en el campamento dedicándose a capturar obreros. Los asesinatos cometidos en ese día fueron casi el doble de los que hubo en el día anterior durante la refriega. El resultado de la tragedia fue de 65 obreros muertos y más de 39 heridos.
La matanza de La Coruña de 1925 (Arturo Alessandri)
Una de las mayores matanzas de la historia de la humanidad en tiempos de paz (más de 2.000 trabajadores, niños y mujeres asesinados). Además, la represión no terminó allí. Paralelamente una ola de arrestos de caudillos laborales se abatía sobre las provincias calicheras. De Antofagasta llegaban por el ferrocarril a Santiago, el 20 de junio de 1925, 300 familias en “completa indigencia”, venían expulsadas de distintas oficinas, sin que les afectaran cargos concretos. Ocuparon los antiguos albergues de cesantes. Asimismo, más de 40 dirigentes de la provincia de Antofagasta fueron llevados detenidos al Crucero Zenteno, y se les procesó militarmente, siendo condenados a varios años de relegación en diversas islas.
Por otro lado, se trasladó en barcos al centro del país a multitud de otros detenidos, sufriendo torturas y pésimas condiciones de reclusión. Además, dada la escasez de noticias viajó a Iquique Elias Lafertte en representación de la FOCH. Allí fue detenido e incomunicado por 2 meses y medio, y la escalada represiva no se restringió al norte. El 10 de junio, Alessandri declaró en estado de sitio la zona del carbón para liquidar huelgas que habían empezado en mayo. Asimismo, la policía incrementó su campaña de infiltración y espionaje en los sindicatos de Santiago y Valparaíso, oficiales del Ejército comenzaron a censurar la prensa obrera.
La masacre de Ránquil de 1934 (Arturo Alessandri)
Ránquil, comuna de Malleco en la región de la Araucanía. El hecho se produjo en 1934 luego de que un grupo de indígenas compuesto por mapuches, pehuenches y huilliches se alzó por la progresiva enajenación de sus tierras ancestrales por parte del gobierno, el cual las cedía o vendía a empresarios agrícolas o a colonos europeos. Paralelamente a este alzamiento, un grupo de trabajadores de los lavaderos de oro de la localidad de Lonquimay, ubicada en la precordillera de la Araucanía, protestaban por el trato abusivo de sus patrones. Ante esta situación, el recientemente asumido presidente Alessandri envió un contingente de Carabineros al lugar, el cual no pudo sofocar el alzamiento y produjo que trabajadores e indígenas hicieran causa común para enfrentar la represión del gobierno. El 6 de julio de 1938 un importante contingente de Carabineros armados, rodeó a los protestantes y abrió fuego sobre ellos sin ninguna consideración. Según señalan testigos del incidente, los carabineros habrían tenido órdenes de no dejar sobrevivientes. Las víctimas habrían sido alrededor de 500. El problema es que muchos de los fallecidos habrían pertenecido a comunidades indígenas, los cuales no habían sido inscritos en el registro civil y resultaba sumamente complicado comprobar la muerte de alguien que no existía en los registros oficiales.
La Matanza de la población José María Caro de 1962 (Jorge Alessandri)
Los hechos en cuestión se desarrollaron el 19 de noviembre de 1962, en el contexto de una protesta nacional convocada por la CUT. En el marco de esta convocatoria, los pobladores de “la Caro” se manifestaron cortando la línea del tren, que quedaba próxima a sus casas. El gobierno envió a los militares que luego de enfrentamientos con los pobladores, actuaron salvajemente, disparando sus fusiles. Según los periódicos de la época, los muertos serían seis y los heridos algunas decenas. La cantautora Violeta Parra escribiría el tema La Carta, después de recibir una misiva que relataba los hechos por los que tuvo que pasar su hermano, arrestado en la manifestación.
Dictadura cívico-militar de 1973 a 1990
En cifras, cerca de 35 mil personas fueron víctimas de violaciones a sus derechos fundamentales. De ellas, 28 mil fueron torturadas, 2.279 ejecutadas y 1.248 permanecen en situación de detenidos desaparecidos.
Estallido social de 2019 (Sebastián Piñera)
El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) advirtió el 3 de noviembre de 2020 que es posible que el número de heridos después de las jornadas de protestas en Chile esté doblando la cifra que hasta ese momento manejaba el organismo y que rondaba en los 3 mil a nivel nacional.
Finalmente, y siguiendo a Agustín Squella, el conservadurismo chileno desde el siglo XIX se ha opuesto al registro civil de nacimientos y defunciones, a los cementerios laicos, a la primera ley de matrimonio civil, al término de la censura de libros por la que abogó Andrés Bello a mediados del siglo XIX, al sufragio femenino, a los métodos anticonceptivos, a la planificación familiar, al aborto terapéutico, a los primeros trasplantes de órganos, a la igualdad de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, a la abolición de la censura cinematográfica impuesta por Constitución Política de 1980, a la promoción y uso del condón, a la distribución gratuita de anticonceptivos de emergencia a mujeres de escasos recursos, a la eutanasia activa, a la unión civil, al matrimonio de personas del mismo sexo y a la adopción por parte de parejas homosexuales.