La madrugada del 17 de mayo (se cumplen seis meses ahora), Ceuta comenzó a escribir un nuevo capítulo en su historia. Como la vieja ciudad española en el norte de África fue testigo de la desesperación de miles de ciudadanos, la mayoría marroquíes, para alcanzar el sueño europeo y tener oportunidad de buscar una vida digna. Desde muy temprano, cientos de personas se concentraban en las cercanías de la playa de Belliones, un bonito pueblo pesquero vecino a Ceuta, al otro lado del espigón de Benzú, en Marruecos.
Cuando todavía no había amanecido, un centenar de personas se echaban al agua para tratar de bordear el rompeolas que acoge la valla de alambre y acero fronteriza que tantos intentos de salto, algunos con éxito, ha visto protagonizar por jóvenes subsaharianos cuando todavía coronaban las cuchillas, ahora desmanteladas y sustituidas por elementos menos lesivos para las personas que intentan franquearlas. Era el preludio de lo que sucedería en las tres jornadas siguientes: la entrada de más de 10.000 personas para intentar llegar a suelo español en la frontera sur de Europa. Algo sin precedentes y que se reconoce como la mayor crisis migratoria y humanitaria, desde que se tiene registros sobre entradas irregulares de personas por las fronteras de Europa. Más de 2.000 niños y niñas llegaron nadando, algunos acompañados por familiares, pero la mayoría de estos menores cruzaron solos.
Fue en la playa del Tarajal donde ocurrieron las llegadas masivas de personas que nadaban desde el otro lado de la frontera para alcanzar la orilla. La Guardia Civil que custodia el paso fronterizo estaba desbordada y no podía controlar el flujo en la playa. El Servicio Marítimo, adscrito a la Comandancia de Ceuta se vio obligado a disponer de todas sus lanchas para socorrer a cientos de personas que nadaban hacia Ceuta, evitando que muchas de ellas se ahogaran. También los servicios de rescate de la Cruz Roja de Ceuta actuaron junto a la Guardia Civil en las aguas cercanas al espigón del Tarajal.
Ante la grave situación producida y la pasividad de las fuerzas marroquíes que facilitaron la entrada abriendo incluso las puertas, el gobierno de España movilizó al ejército que se desplegó en la madrugada del martes 18 para evitar que miles de personas que esperaban en la playa de la aduana marroquí llegarán hasta Ceuta.
Recordamos aquellos tres días a través de algunas imágenes.