El calentamiento global provoca plagas globales. En 2018, los fuertes ciclones del océano Índico que azotaron Omán y Yemen crearon las condiciones de propagación de una plaga de langostas del desierto. Los enjambres de langostas crecieron vertiginosamente durante 2019 y 2020, dos de los años más calurosos registrados hasta la fecha. Enjambres de hasta 80 millones de insectos se han extendido por Etiopía, Eritrea y Somalia y, a partir de la semana pasada, también por Kenia. Estos enjambres consumen por día una proporción de cultivos de alimentos básicos suficiente para alimentar a 35.000 personas. Los científicos han relacionado el crecimiento de las plagas de langostas con el cambio climático.
Mientras tanto, en Glasgow, los lobistas de la industria de los combustibles fósiles están pululando como enjambres de langostas en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático de 2021, conocida como COP26. Los resultados de esta conferencia, que ha sido descrita como “la última y mejor esperanza” para el clima, están lejos de ser suficientes para evitar una catástrofe climática irreversible. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés) emitió, justo antes de la COP26, el “Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021”. El informe advierte que los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero acordados por los países hasta el momento nos llevan a un aumento catastrófico de la temperatura global de alrededor de 2,7 grados Celsius, lo que constituye un incremento mucho mayor que los 1,5 grados establecidos como objetivo en el Acuerdo de París de 2015.
Las declaraciones críticas hacia la COP26 de parte de activistas, tanto dentro como fuera del recinto donde se lleva a cabo la conferencia, van desde que esta cumbre no es sino “más de lo mismo” hasta que es un “completo fracaso”. El caótico manejo del evento por parte del Reino Unido, la imposición de estrictos requisitos de visa para el ingreso al país y el incumplimiento del prometido plan de vacunación previo a la cumbre para los asistentes de países con baja disponibilidad de vacunas han hecho que esta sea la COP con mayor predominancia de personas blancas y de sectores privilegiados en sus 30 años de historia.
Si bien las dificultades de acceso generalizadas han provocado que miles de personas no pudieran participar de la conferencia, más de 500 lobistas de la industria del petróleo, el gas y el carbón han transitado por la alfombra roja del evento. Un informe de la organización ambientalista y de defensa de los derechos humanos Global Witness afirma que si estos lobistas representaran a un país, serían la delegación más grande de la COP26.
”Quienes intentan prender fuego la mesa, no deberían sentarse en ella”, dijo a la prensa Pascoe Sabido, investigador y activista del Observatorio Europeo de Empresas. Y agregó: “Esta es la misma industria que ha pasado los últimos 50 años negando la crisis climática y postergando o bloqueando las acciones para detener sus efectos, entonces ¿cómo diablos se les permite asistir [a la cumbre]? Solo si echamos a estos grandes contaminadores, podremos hacer que estas conversaciones sobre el clima concluyan con compromisos que se acerquen a las metas necesarias [para frenar el cambio climático]”.
A pesar de la presencia de este ejército de lobistas de la industria de los combustibles fósiles, algunos avances en el proceso oficial son evidentes. En el borrador del acuerdo final de la cumbre publicado este martes se incluye la palabra “carbón” por primera vez en 30 años y se insta a los países a “acelerar la eliminación gradual del uso del carbón, así como también de los subsidios a los combustibles fósiles”.
En relación con este borrador, el reconocido ambientalista nigeriano Nnimmo Bassey expresó en una entrevista con Democracy Now!: “Decir que los países deberían desacelerar gradualmente el uso del carbón y luego eliminar, también de forma gradual, los subsidios para los combustibles fósiles significa que esta COP cree que el uso de los combustibles fósiles debería continuar”. Bassey agregó: “La tendencia es que un documento en borrador se diluye luego aún más, de modo que el documento final puede llegar a decir que no hay que eliminar nada, ni quitar los subsidios, [ni siquiera de forma gradual]”.
Nnimmo Bassey hizo estas declaraciones el día que se conmemoraba el vigésimo sexto aniversario de la ejecución del renombrado activista ambiental nigeriano Ken Saro-Wiwa, que fue acusado de cargos falsos y ahorcado, junto a otros ocho activistas, con el fin de silenciar su eficaz campaña contra la extracción de petróleo de la empresa Shell en el delta del río Níger. El planeta sufre también otra plaga: la de los asesinatos de ambientalistas, defensores de la tierra y del agua y activistas por la justicia climática, que han sido más de 1.000 desde la firma del Acuerdo de París en 2015.
El científico británico experto en clima Kevin Anderson, de la Universidad de Manchester, ha señalado durante mucho tiempo que, mientras las ”celebridades ecologistas” se reúnen todos los años en las COP y logran poca cosa, el clima no negocia. Anderson dijo a Democracy Now!: “Si queremos cumplir con el compromiso de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius, tal como dijo [el presidente de Estados Unidos], Joe Biden, a principios de este año, las matemáticas y la física nos dicen que, con las emisiones actuales, es probable que en ocho años se llegue al umbral de los 1,5 grados Celsius […]. La lucha de los activistas y de los movimientos de la sociedad civil que tienen un compromiso a nivel local están mucho más alineados con lo que la ciencia está pidiendo”.
Fuera del fuertemente vigilado centro de convenciones de la COP26, la sociedad civil que Anderson elogia también se ha hecho sentir con una marcha masiva de más de 100.000 personas, una contracumbre de cuatro días y cientos de paneles y eventos en la ciudad de Glasgow y vía Internet. El portavoz principal del movimiento COP26 Coalition, Asad Rehman, fue invitado a participar en la cumbre oficial. Decepcionado ante la falta de avance en las negociaciones, rompió el discurso que había preparado y dijo, en cambio:
“Los más ricos han ignorado el llamamiento moral y político de hacer lo que les corresponde. Las promesas rotas que van desparramando por la COP26 ya no engañan a nadie. Estamos decepcionados y enojados, pero aún tenemos esperanza. Sabemos que es la gente común la que cambia la historia y nosotros la cambiaremos”.