POEMA
Tú que cuando sonríes despiertas las estrellas
Tú que cuando me miras me recuerdas quien soy
Tú que me traes las letras desde lo más recóndito
en cada día, en cada noche
Devuelves a mi vida la primera verdad
en colores
en viento
en brisa y terciopelo
¡Maestro de mis huesos y de mi tempestad
mensajero del centro y de la eternidad!
Despierta, despierta mi existencia a la necesidad
de romper todo encierro y toda soledad
¡De saltar sobre el tiempo
de llegar al lugar!
Acércame Oh! Guía
Tú que conoces bien mi temor y mi anhelo
Tú que recuerdas dónde se escriben los recuerdos
Tú que sabes por qué vuelan los pájaros y sopla el vendaval
Tú que viste el espanto pero no te asustó
Tú que habitaste un cuerpo y seguiste jugando
¡Pasajero del ciclo temporal, una nave con la que cabalgar!
¡Tú, viajero estelar!
Que llegando de un punto más allá
sembraste en las llamadas que se alzaron una viva esperanza de unidad.
Hoy, transcurrido el otoño y el invierno brotan flores en mi alma peregrina
soy la niña que espera tu regreso la mujer que se hizo campesina
la que canta para hilvanar un cielo que se aclara en su día y su rutina
La que quiere cruzar el pensamiento, la que nace tocando el corazón
la que intenta llegar a su lucero, recogiendo la única oración
La oración que siempre se levanta
pura luz, encuentro y comunión
La que cambia la nada por futuro, la que aparta al condenado no
la que ama y acepta su destino
Laboriosa y humilde compasión, necesaria para ver lo divino
y en cada ser su propia redención.