por Angelo Baracca
A Obama le toca finalmente el gran mérito de considerar en la agenda política el problema del desarme nuclear (aun cuando Putin antes de él había propuesto reducciones).
Pienso que Obama cree verdaderamente en lo que dice. Pero entre el decir y el hacer… (basta pensar en cómo naufragaron las buenas intenciones sobre el conflicto Israel Palestina).
Un Presidente de los Estados Unidos no podrá nunca abdicar a la tarea de mantener la supremacía mundial de su país, hoy militar en primer lugar, ni usurpar los intereses del poderoso complejo militar industrial. Por ahora se trata de palabras, cuya relevancia principal se encuentra tal vez en el hecho de que por primera vez, al menos desde el final de la Guerra Fría y después del encuentro con Medvedev, son pronunciadas por el Consejo de Seguridad, en el que se sientan la potencias nucleares, con excepción de Israel, India y Pakistan (y si queremos, Corea del Norte).
Esas potencias que hace 39 años suscribieron el art.6 del Tratado de No Proliferación (TNP), en el que se comprometían a iniciar tratativas de buena fe para llegar al desarme nuclear, pero que después siete Conferencias de revisión hicieron fracasar. Obama afirma ahora que los tratados y el derecho internacional deben ser respetados: no son muy visibles los ejemplos de su predecesor. Ni aún esta enmienda del Consejo de Seguridad parece reflejar voluntades inquebrantables.
En diplomacia las palabras pesan, y Francia pretendió que el objetivo de un mundo libre de armas nucleares fuera sustituido con las palabras «crear las condiciones» para tal objetivo. Por otra parte tanto Sarkozy como Gordon Brown remarcaron rápidamente su preocupación de que las acciones emprendidas contra Irán y Corea del Norte no fueran suficientes: priorizando estos problemas (reales, pero no decisivos) se arriesga interponer mas obstáculos o pretextos, mientras ninguno de los potentes se decide a denunciar el problema principal en este camino, o sea ¡el arsenal nuclear de Israel!
En la sede de la Onu se ha subrayado que, para hacer vinculantes las decisiones futuras, es necesario que sean más vinculantes las restricciones sobre las exportaciones nucleares: Obama prometió (?) en breve tiempo un tratado sobre la suspensión de la producción de materiales físiles (FMCT), sobre los que los negociados se estancan desde hace tiempo, pero no podemos dejar de recordar el pérfido acuerdo querido por Bush de intercambio de tecnología nuclear con India, que avaló la posición nuclear de un país por fuera del TNP. A la tarde (a la noche para nosotros) ha habido además una conferencia sobre el Tratado de proscripción total de las pruebas nucleares (CTBT): los Estados Unidos habían refutado la ratificación en 1999, veamos que compromisos tomarán.
Una nota positiva es que Obama, con respecto a los Estados Unidos, ha rechazado un primer borrador de la nueva Revisión sobre la Postura Nuclear, pidiendo que se incluyan opciones más restrictivas: reducción del arsenal a cientos de ojivas en lugar de miles, restricción de las condiciones para el uso de las armas nucleares, y también la búsqueda de métodos dirigidos a garantizar fiabilidad de las cabezas nucleares sin recurrir a las pruebas. No podemos dejar de subrayar en primer lugar que mantener la fiabilidad del arsenal en el futuro aparece contrastante con la voluntad de eliminarlo, mientras los métodos desarrollados a tal fin consienten también la planificación de armas nucleares nuevas (además ha entrado en funciones hace pocos meses, en el Lawrence Livermore National Laboratory -Laboratorio Nacional Lawrence Livermore-, la National Ignition Facility -Servicio Nacional de Ignición-, se trata de una gigantesca instalación militar dotada de 192 super-laser para probar la fusión nuclear).
De todos modos el camino se presenta largo y lleno de obstáculos, trampitas e imprevistos. Una prueba crucial será la próxima Conferencia de Revisión del TNP en 2010. Es importante no dejarse impresionar por noticias efectistas, del tipo “reduzcamos a 1.000 el numero de cabezas cada uno”: no porque no sea importante, sino porque se corre el riesgo de encubrir, o mistificar los verdaderos problemas y riesgos de fondo.
En primer lugar serán necesarios compromisos por las casi 1.000 cabezas de las otras potencias nucleares (¡sobre todo Israel!). Y después habrá siempre que recordar que, si las cabezas estratégicas operativas de Estados Unidos y Rusia son alrededor de 5.000 (2.800 Rusia, 2.100 Estados Unidos, más aproximadamente 2.500 cabezas tácticas no operativas, de las que por ahora no se habla, pero que elevan el número a más de 8.000), ¡quedan todavía alrededor de 15.000 cabezas no operativas ni desmanteladas!
Hasta hoy las reducciones se dieron más sobre el papel que en términos reales, porque ni los Estados Unidos transfirieron la propiedad de las cabezas nucleares del Departamento de Defensa al de Energía, dejando la mayor parte en las bases en las que estaban debido a que el segundo no tiene capacidad de almacenarlas. Mientras la capacidad de desmantelamiento se redujo a pocos cientos al año (y aún menos en Rusia), porque la actividad principal de Pantex Plant es la extensión de la vida operativa de las cabezas, lo que no suena exactamente como a una voluntad de desarme.
Pero sobre todo, más que el número, cuenta su estado operativo, porque hoy hay unas mil cabezas en cada parte que se encuentran en estado de alerta, listas para su lanzamiento por alarmas, apuntadas a objetivos estratégicos del «adversario», corriendo gran riesgo de desatar una guerra nuclear por error.
Muchos expertos sostienen justamente que una medida mucho más eficaz e inmediata, para alejar el riesgo de guerra nuclear, consistiría en *»des-alertar»* las cabezas, separando sus partes de modo que se necesiten días o semanas para llevarlas a estado operativo. Más de 20.000 cabezas son finalmente inútiles y anacrónicas: fuertes reducciones de ellas están en el primer orden. El peligro es que estas podrían no corresponder a un verdadero paso hacia el desarme, porque podrían en cambio llevar a una racionalización y potenciación del sistema militar, con un número menor de cabezas pero integradas con sistemas de defensa antimisilísticas en muchos niveles y armas basadas en el espacio. A este respecto se debe observar que es seguramente positiva la reciente decisión de Obama de renunciar a desplegar defensas antimisilísticas en República Checa y en Polonia, pero que difícilmente él podrá, o querrá, retroceder con todo el proyecto (y los colosales intereses del sistema militar-industrial): proyecto compuesto de una decena de proyectos de defensa diferentes –estratégicos, de simulación, basados en tierra, en mar, en aéreos, etc.- que configuran un enorme sistema multinivel. Se trata de un salto en el sistema militar comparable al que ocurrió con la introducción de los misiles balísticos intercontinentales en lugar de los bombaderos estratégicos.
Al menos por el momento no parece presentarse un mundo en paz. Y en definitiva, bien valen los compromisos, aunque sea verbales, de las potencias nucleares con sede en la ONU, pero los verdaderos pasos vendrán solo con decisiones concretas, y por sobre todo transparentes.
No se olvide que desde el 2005 el prestigiado Bulletin of the Atomic Scientists (Boletín de Científicos Atómicos) ha desplazado hacia adelante las agujas de su Reloj Atómico a solo 5 minutos de la fatídica *»Medianoche»* del holocausto nuclear. Y que con ocasión de los recientes oscuros sucesos del barco ruso Arctic Sea, que seguramente traficaba material nuclear, en el Bulletin aparecieron propuestas de desplazar ¡aún más adelante las agujas del reloj!
Traducido por Paula Aiello