Una cronología epistolar y emocional de esta enfermedad que ya se cobró 4.877 vidas y que sugiere que tal vez la respuesta al peor brote mundial de Ébola del que se tenga registros esté en incorporar a las medidas de bioseguridad, una visión antropológica y más humana.
22 de marzo. El Ministerio de Salud de Guinea-Conakri declara la existencia del primer brote de Ébola en el país y en la región. Fue en la localidad de Meliandou y la víctima tenía un año de edad.
05 de abril. La noticia llega a Europa y le escribo a la Dra. Almudena Marí Sáez, mi amiga Almudena, que está en Guinea estudiando cómo las personas interactúan con la rata que transmite el virus de Lassa, la Mastomys natalensis. Forma parte de un equipo de investigación interdisciplinario del Instituto de Medicina Tropical y Salud Internacional de la Charité, Universidad de Medicina de Berlín. Esta foto que realizó el 21 de febrero y que intituló “Mirada ratonil de la realidad. Por los suelos…” ilustra bien qué es lo que una antropóloga aporta a una investigación que aparentemente es pura y simplemente médica/epidemiológica.
Su respuesta, corta y desesperanzadora, llega el 08 de abril:
“Esto es una pequeña locura que esperemos termine pronto, pero que tiene mala pinta, o que, por lo menos, va a tardar en terminarse. El control sobre la epidemia aún no ha sido efectivo…”
29 de abril. Por estar-en-el-momento-justo-y-en-el-lugar-justo-, Almudena se transforma en LA antropóloga del Ébola.
“Cambié a mis queridos ratoncitos por murciélagos, y me embarqué 3 semanas en una misión de investigación sobre el virus del Ébola. Esta enfermedad es un misterio, que mata, rápido…
El Ministerio me pidió que me quedara un poco más, pues están teniendo dificultades con alguna gente que se esconde en el bosque en lugar de alertar sobre un posible caso de Ébola, y así la epidemia nunca va a parar. Es una putada, la verdad, saber que te vas a morir, y que debes hacerlo aislado/a para proteger a otras personas del contagio……no sé ni cómo voy a planteármelo, creo que es de las cosas más difíciles que me han pedido…”
24 de mayo. Me envía un mail emotivo con el asunto: “Los sentimientos en tiempos del Ébola”:
“Termino hoy mi segunda misión Ébola. Esta vez he trabajado con mi jefe Mathias [Borchert], para el Ministerio de Salud, sobre las reticencias de la gente a las intervenciones de control de la epidemia de Ébola. Interesantísima la necesidad que han sentido en las dos ocasiones de integrar una antropóloga en las acciones de respuesta a la epidemia de Ébola. Hoy hemos presentado el análisis preliminar (nos habían pedido una investigación-acción).
Con Mathias y el trabajo he aprendido mucho. [….] la experiencia ha sido intensa pero muy positiva. Además me ha permitido conocer el funcionamiento interno de la gestión de la crisis, los acuerdos y repartos de poder entre el Ministerio de Salud y los «partners». Las entrevistas con la OMS muy interesantes, súper políticas, con miedo a la grabadora, pidiendo los protocolos antes de aceptarlas…..He conocido a gente muy interesante, desde luego, toda una aventura.
Y la epidemia en sí…..una locura. Esto parece no tener fin. La gente sigue escondiéndose, negando la existencia de la enfermedad o acusando a los blancos de querer exterminarles. El presidente dice que ya se ha terminado el Ébola y aquí cada día llega más gente con síntomas…….
Mañana vuelvo a mis ratones. A la calma de Faranah unas semanas antes de partir a tierras europeas. Y me acordaba hoy de la serie esa que hay en la TVE «Amar en tiempos revueltos«. El otro día en una de las entrevistas alguien decía que «Los Kissi somos unos sentimentales, por eso necesitamos estar en contacto con nuestros muertos» (cuando alguien muere le abrazan, le besan, se acuestan al lado, le hacen fotos, lo entierran cerca de casa y a veces dentro de ellas) Esto para el Ébola es fatal. El cuerpo de un muerto de Ébola es supercontaminante. Esta mañana en la presentación les decíamos a las agencias que intervienen en la respuesta, que en sus mensajes tienen que aclarar a la gente que las modificaciones y cambios que Ébola demanda, son temporales, solo ‘para tiempos de Ébola‘ `[…]”.
07 de septiembre. Almudena está en Oxford, escribiendo junto a otras dos antropólogas investigadoras, Anna Kelly y Hannah Brown, Notes from case zero: Antropology in the time of Ebola (Notas desde el caso cero: antropología en tiempos de Ébola), donde defienden la importancia de la investigación etnográfica en situaciones de emergencia sanitaria como esta. Un abordaje que se enfoca en lo humano, en lo social. Frente a la muerte empírica, observable y medible, la muerte biológica y definitiva, la muerte que es estudiada en laboratorios por agentes sanitarios cubiertos de pies a cabeza como en las peores mega-producciones hollywoodenses, la antropología estudia la muerte como una hecho cultural, como la última demostración de una ética de cuidado, amor y respeto hacia la persona difunta. La muerte como un viaje en el que las maletas y los preparativos corren a cuenta de familiares y amistades que aún viven.
16 de octubre. Almudena me cuenta que próximamente viajará a Monrovia, Liberia, donde el virus se ha cobrado más de 2.000 muertes en 6 meses. Y yo, desde la comodidad de mi escritorio en Berlinés, cada día la admiro más.
Almudena es LA antropóloga del Ébola no porque estuvo en-el-momento-justo-y-en-el-lugar-justo, sino porque es una antropóloga brillante que vivió durante años con poblaciones locales, escuchándolas, observándolas y respetándolas, aprendiendo su lengua y costumbres; porque su compromiso es fuerte y, sobre todo, porque es una mujer valiente que está dispuesta a poner el cuerpo, su cuerpo, para poder echar luz a esta «enfermedad misteriosa».
Es LA antropóloga del Ébola porque tiene una visión crítica del equilibrio mundial y las interdependencias globales, y porque en vez de ser funcional a cierto neocolonialismo que muchas veces se despliega dentro del marco de la cooperación internacional al desarrollo, tiene la honradez intelectual y moral de denunciar que no son «determinadas prácticas culturales» las que están detrás de la alta tasa de mortalidad materna en África (tema en el que se especializaba antes del Ébola), como siempre Occidente denunciará desde su etnocentrismo totalizante, sino más bien la dificultad del acceso al sistema de salud por falta de recursos o por la ausencia de la más básica infraestructura en determinado país.
Como ejemplifica con esta foto del 17 de octubre:
“Quizás se empiece a comprender que una de las dificultades de luchar contra la epidemia de Ébola en zonas rurales de, por ejemplo Guinea, es el acceso. Aquí comprobando la estabilidad del ‘puente’ para que pase un coche. Este puente fue fabricado por la propia gente para que las ambulancias pudieran pasar a buscar a enfermas/os…”
22 de octubre. 7 meses y más de 2.500 muertes confirmadas después, Nigeria y Senegal son declaradas libre de la epidemia. Mientras tanto, la Presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, escribe una carta al Mundo pidiendo su apoyo para acabar con este virus que está «acabando con toda una generación».
Ajena a la visión crítica de Almudena, Europa respira tranquila porque el hospital Carlos III de Madrid declara oficialmente que Teresa Romero superó definitivamente el virus del Ébola.
Angie Kohon