POEMA
Pensar en mi infancia,
es regresar a mis bellos atardeceres,
trepar el toronjal y nisperal,
recrear un hogar desde lo alto de los árboles.
Allá en lo alto del toronjal,
veía pasar las tardes entre sonrisas,
pensaba en nada,
desafiaba los estereotipos femeninos
Ahí jugaba a ser policías y ladrones.
Trepaba el árbol sin cautela,
lo estético salía flotando,
y mis cabellos nada peinados,
se enredaban entre las ramas y mi rostro.
Lejos de los prototipos femeninos,
brincaba desde lo alto,
perseguía a mis contrincantes,
no pensaba en aventarme al suelo,
más cuando la batalla lo requería.
Manejaba la bicicleta entre las calles lodosas,
ir parada y manejando me estremecía,
y mi adrenalina se elevaba,
cuando la velocidad movía mis cabellos,
y la distancia de mis pies al suelo,
nunca se cruzaban.
Mecerme en el columpio del parque de la esquina,
hasta ver mi dorso acostarse,
y mi cara ver reflejada en el cielo,
es cuando volaba sobre los vientos,
como papalote sin destino.
Hoy cuando me arriesgo al tiempo,
recuerdo que mi vida siempre fue un riesgo,
y por más
Disfruto la adrenalina del miedo y la pasión.
Anhelo siempre romper con arquetipos,
porque las estructuras nunca fueron muralla,
La muralla fue el árbol que una vez trepe,
pero que se convirtió en mi hogar,
mi espacio y sueño preferido.