Hoy en día, las leyes estadounidenses y asociaciones reguladoras prohíben trabajar a los menores de 14 años, en la mayoría de las industrias. Por ejemplo, los menores de 17 años no pueden laborar más allá de tres horas en días de actividad escolar.

¿Alguna vez ha pensado de dónde provienen todas estas normas?

Mientras se estudiaba este asunto durante más de una década, se encontró que antes de la Guerra Civil un mínimo de estadounidenses pensaba que la explotación infantil era una actividad errónea. La mayoría de los menores de 15 años laboraban hasta 14 horas en el día, así sea bajo la tutela de sus padres o empleadores – excepto si eran adinerados -. En este último caso, había otros infantes que trajinaban para dichas familias.

Respecto a los niños esclavizados, normalmente comenzaban a trabajar junto a sus madres en los campos a una edad temprana. De igual manera, ellos realizaban tareas domésticas como acarrear agua y cuidar animales. No solamente eran cautivos, tampoco se les remuneraban a estos ‘infantes obreros’; aún más, la ley los consideraba como propiedad sujeta a tratos y ventas.

Después de la emancipación, la pregunta real fue si mantener o no dentro de la ley la explotación infantil, lo cual se debatió arduamente por más de 80 años. Los reformadores del norte, quienes abogaban por la abolición, se oponían ante su contraparte sureña.

Primeras leyes en regular el trabajo infantil

Como se explicó el tema en mi nuevo libro, durante la Gran Depresión se requirió que más adultos sean empleados de tiempo completo.

Después de la Guerra Civil, oficialmente se dio fin a la esclavitud infantil, sin embargo, la mayoría de los estadounidenses todavía no consideraba que existiera algún perjuicio en que los niños ganaran sus propios ahorros, siempre y cuando trabajaran por lo menos para obtener una educación básica. A la par, otros estados como Massachusetts tenían legislaciones escritas sobre la labor infantil, estas medidas solo regulaban la contratación. Los niños estaban limitados a cumplir hasta un máximo de 10 horas diarias.

Para 1870, sindicatos condenaron la explotación infantil fundamentando que los empleados más jóvenes competían por una vacante, esto dificultaba el aumento salarial y mejores condiciones laborales para los adultos -mas no se consideraba el bienestar de los menores.

En primera instancia el gobierno recolectó datos sobre el asunto, que se definió en su momento como actividad remunerada para los niños menores a 15 años, en 1870. El censo de aquel año contabilizó 750,000 infantes contratados – era 1 de cada 8 niños en el país. Fue una estadística mínima que excluyó a los menores que trabajan dentro de sus familias.

En 1900, el censo demostró que más de 1 niño de cada 5 trabajaba. Los liberales creían que había una tasa más real y que esta era mucho más alta.

Las negligentes regulaciones del sur

Mientras tanto, algunas empresas trasladaron su producción hacia estados sureños como Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia y Alabama, para aprovecharse de las regulaciones poco estrictas. La hilandería de algodón rápidamente se convirtió en la industria número uno de todo el país en requerir más mano de obra infantil, junto a la minería de carbón.

Para 1900, en el sur el 25 % de casi 100,000 obreros textiles tenían menos de 16 años. Los reformadores norteños exigían un cambio. Ellos se opusieron, no porque pensaran que la explotación infantil se considerara abuso infantil, sino más bien porque estos pequeños jornaleros eran caucásicos o blancos.

En las fábricas textiles del sur, la imagen de niños y niñas blancos con sus rostros arrugados, débiles, pálidos y pobres, causaron sensacionalismo en el norte, etiquetándola como ‘esclavitud infantil blanca’. Cuando el asunto pasó a ser una obsesión nacional, los activistas formaron el ‘Comité Nacional de Labor de la Niñez’ en 1904 para “transformar la conciencia pública” sobre el tema.

Imagen por Lewis Hine

Usualmente, niñas y niños trabajaban durante largos períodos en las fábricas junto a los adultos. Lewis Hine – Departamento del Comercio y Labor Infantil de Bureau

Una cultura de guerra

Las corporativas meridionales se resistieron al cambio, insistían que ellos estaban ayudando a estos niños caucásicos de escasos recursos económicos. Por ende, denunciaron como una ‘agresiva interferencia del norte’, la reforma sobre el trabajo infantil.

A pesar de la oposición del sur, los progresistas argumentaban que las normativas estatales estaban plagadas de vacíos jurídicos y dificultaban su aplicación. En 23 estados, por ejemplo, no existía ninguna legislación que determinara la edad de los niños. Además, varios estados permitieron laborar a niños pobres por “necesidad”.

El comité primero abogó por derogar el trabajo infantil en 1906, porque se basaron en que esto debilitaba la imagen de la etnia caucásica, como consecuencia, interferiría con los planes de dominación global de los Estados Unidos.

El proyecto de ley ‘Beveridge’, nombrado en honor al senador Albert Beveridge de Indiana, pretendía aplicar la cláusula de comercio de la Constitución de los Estado Unidos la cual prohibía el envío interestatal de los productos hechos con mano de obra infantil. Los opositores sureños lograron invalidarla.

En 1913, el ministro Owen Lovejoy añadió filiados religiosos al comité, su causa principal se centró en la inmoralidad del trabajo infantil para la nación.

Para 1916, estos partidarios obtuvieron la aprobación del Congreso respecto a la primera ley federal del trabajo infantil. Igualmente, como la ley Beveridge, esta nueva norma prohibía el envío de productos fabricados por niños a través de las fronteras estatales.

No obstante, Roland Dagenhart, un obrero de Carolina del Norte demandó la estipulación al basarse en que dicha ley violentaba el derecho de sus hijos a obtener empleo. El caso llegó hasta la Corte Suprema, quien falló a favor de Dagenhart en 1918.

Los reformistas hicieron otro intento, esta vez utilizaron la potestad tributaria federal para incrementar el impuesto de los objetos producto de la explotación infantil, sin embargo, la Corte Suprema invalidó la ley – esta también fue impugnada ante tribunales por un trabajador sureño- al considerarse inconstitucional en 1922.

El momento decisivo llegó en la década de 1920. Hartos de que continuamente la Corte Suprema derogara las leyes en contra del trabajo infantil, los progresistas norteños intentaron enmendar la constitución estadounidense. La prohibición había sido recientemente asegurada por la Enmienda 18, y las mujeres habían conseguido el derecho al sufragio por medio de la Enmienda 19.

Por supuesto, varios estadistas predijeron erróneamente que la enmienda sobre explotación infantil sería la Enmienda 20.

En aquel tiempo la cultura estadounidense estaba transformándose. Puesto que los ciudadanos comenzaron a considerar a los adolescentes como un grupo separado, entre los períodos de la niñez y adultez. Asimismo, la educación infantil pasó a ser obligatoria de manera gradual, especialmente para la instrucción secundaria.

Pequeños jornaleros

Pero estas expectativas no ocurrieron debido a la reacción de pobladores rurales.

Para aquel entonces, la mayoría de los campesinos y sus familias se apoyaban en el trabajo hecho por sus propios hijos. Varios niños eran contratados como jornaleros o “ayudantes” en tiempo de cosecha. En 1922 se realizó un estudio sobre la demanda estacional de mano de obra agrícola en Virginia, Maryland y Nueva Jersey, este demostró que tres quintos de los niños caucásicos, y posiblemente de tres cuatros de los infantes afrodescendientes, se encontraban trabajando antes de los 10 años.

Los corporativos australes aprovecharon la situación y advirtieron a miles de familias campesinas que el gobierno expropiaría sus bienes. Como consecuencia, un colectivo se levantó en contra de la enmienda constitucional sobre la explotación infantil, pero se convirtió en otra guerra cultural, y esta vez entre las comunidades rurales y urbanas.

El pánico se apoderó de los progresistas, compraron espacios publicitarios en radios y distribuyeron panfletos, los cuales descartaban las insinuaciones respecto a cualquier interferencia en las propiedades de estas familias. Finalmente, el movimiento defensor de la enmienda se disolvió en 1925.

Imagen por Lewis Henis

Los empleadores contrataban niños para trabajos que requerían manos hábiles y pequeñas. Imagen por Lewis Hine – Colección del Comité Nacional del Trabajo Infantil vía Librería del Congreso.

Mercado laboral

Naturalmente, no fue sino hasta la Gran Depresión que se resolvió este debate.

Tanto el bando del norte y sur acogieron el argumento de antiguos partidarios que por décadas se había manifestado, acordaron que todas las plazas disponibles a nivel nacional solo debían ser ocupadas por adultos, mas no por niños.

Por consiguiente, la medida socioeconómica New Deal (literalmente en español como ‘nuevo trato’) del presidente Franklin D. Rooselvet (FDR) incluyó la primera ley federal sobre el trabajo infantil y la misma no fue anulada por la Corte Suprema. Esta ley de 1938, contemplaba disposiciones que prohibían laborar a menores de los 14 años en la mayoría de las industrias con la excepción de “niños menores a 16 para trabajar en el sector agrícola” y “aquellos que laboraban para sus progenitores”, de igual manera y casi en su totalidad, con las distintas ocupaciones.

Actualmente, las políticas implementadas por FDR fueron la base de las leyes estadounidenses sobre la explotación de la niñez en materia laborar. En definitiva, fue un triunfo mayúsculo, a pesar de esto hubo limitaciones las cuales reflejaron las diversas opiniones y legados de los bandos, concerniente a la abolición del trabajo infantil.


Traducción del inglés al español por Esther Aguirre

El artículo original se puede leer aquí