RELATO 

 

 

 

 

María se levantaba todos los días y rápidamente lo primero que hacía era asomarse a la ventana. Si hacía viento, con la rapidez que le permitía su avanzada edad aún en camisón bajaba al jardín, y se ponía a lanzar besos al aire hasta que le dolían los labios.

En la residencia, todos pensaban que el Alzheimer campaba libremente por la cabeza de María. Pero nadie le preguntó nunca por qué hacía eso principalmente los días de viento.

Un día la niña, que vivía enfrente y que la veía todos los días desde su ventana, le preguntó por qué tiraba besos al aire.

María respondió que se la habían quedado dentro tantos besos, que en su momento no dio a la gente que había conocido e incluso a las personas que no llegó del todo a conocer, que los días de viento salía al jardín a lanzar los besos que la quedaban para que el viento se los llevara a todas esas personas que en su momento no besó.