Los comicios generales para elegir presidente, vicepresidente, gobernadores, senadores, diputados federales y estaduales se celebran en Brasil el 5 de octubre de 2014. Es cuestión de días para que tenga lugar un hecho importante por la población que implica y afecta (202 millones) y por las consecuencias que traerá para el proyecto de integración latinoamericana: MERCOSUR, Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Adelantamos que la actual presidente Dilma Rousseff es claramente favorita para triunfar en la primera vuelta, pero es dudoso que alcance la mayoría suficiente (más del 50%) y es incierto lo que pueda suceder en caso de balotaje.

El auge de Marina Silva –la principal oponente de Dilma-  tuvo su clave en el apoyo impudoroso de los medios globalizados que siguen las pautas de Washington, los mismos que no han logrado hacerle mella a ninguno de los dos gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), a pesar de haber utilizado munición muy gruesa contra Luiz Ignacio (“Lula”) Da Silva y luego contra Rousseff, principalmente con denuncias -a veces comprobadas- de corrupción. Luego han sumado escándalos -cualquier sospecha es buena- desinformando por omisión a la hora de los temas sociales exitosos de Lula y Dilma. Esto ha sucedido -sólo un ejemplo- con el impresionante hecho de sacar de la pobreza a 50 millones de personas.

En un análisis frío, la presidenta Dilma Rousseff sostuvo con firmeza y habilidad la política populista de su antecesor, que introduce mejoras sociales y políticas y plantea una posición internacional algo más independiente dentro de una aceptación generalizada del capitalismo. La apoyan muchos ciudadanos que la critican por no profundizar las reformas, pero temen un retorno al neoliberalismo que bendicen los militares. Un ejemplo es el teólogo Leonardo Boff, quien llamó a apoyar a Dilma para continuar y “consolidar la revolución” -sólo él habla en Brasil de “revolución”- dando una respuesta social más amplia con  mejoras en salud, educación y transporte.

La candidata Marina Silva, que mutó de militante maoísta a candidata evangelista Pentecostal y tiene un confuso concepto de la ecología, tuvo su pico de fama apenas conocida su candidatura, tras la muerte, el 13 de agosto, del apreciado Eduardo Campos, candidato del Partido Socialista. Fueron días en los que parecía llevarse el mundo por delante, aunque no llegó a superar en las encuestas la medición de Dilma: sólo se puso a la par en un momento. Desde allí comenzó a ser más conocida y más conocidos sus colaboradores y con ello, bajó su nivel de popularidad.

El candidato a vicepresidente Beto Albuquerque, es el hombre de Monsanto y la soja transgénica en Brasil. Entre sus asesores prenotados se destacan Eduardo Gianetti de Fonseca, neoliberal de la Federación de Industrias de San Paulo; André Lara Resende, asesor del expresidente Fernando Cardoso y Neca Setúbal, asesora de finanzas proveniente del imperio financiero Banco Itaú. Su alianza con el sector agroindustrial y financiero del país, con el simple objetivo de conseguir respaldo mediático para las elecciones le valió la repulsa del movimiento “Sin Tierra”, donde militaba.

La política exterior de Marina Silva -lo ha dicho-  se alineará con los Estados Unidos, la Unión Europea, Chile y la Alianza del Pacífico, a la par que se distanciará del MERCOSUR y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

El interés norteamericano es siempre el mismo: el Petróleo.  Brasil tiene una reserva estimada en 100 mil millones (incluyendo los yacimientos submarinos), con la que muy bien podría reemplazar las compras que hoy efectúa en Venezuela. Pero no es el único recurso estratégico que interesa a EE.UU: la Biodiversidad de la Amazonía y el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta, que comparte con Paraguay y Argentina, son otros objetos de la ambición colonialista.

El hecho de que Marina Silva haya perdido votos a medida que empezó a hacer conocer su programa y sus aliados, justifica una frase atribuida a un militante del Partido de los Trabajadores ante los nuevos resultados de las pesquisas: “Todo lo que no es sólido se deshace en el aire”.

El socialdemócrata Aécio Neves, a quien las encuestas le adjudican un 18 % de votos,  es el tercero en discordia en estas elecciones. Es un elemento que puede ser decisivo en caso de una segunda vuelta ya que hoy no se sabe a dónde irán sus votos. Habrá que ver si este hombre es mejor patriota -y apoya un proyecto soberano- que político.

En síntesis, completando lo adelantado, Dilma está en constante ascenso en las encuestas,  Aecio mejora levemente su performance y Marina se deshace. Son pronósticos basados en hechos, en mediciones. Pero nada es seguro y hay demasiadas especulaciones como para hacer otras.