Por Mabel Severich Larrea*
Cada mes de mayo nuestra región celebra el Día de la Madre, y al hacerlo, generalmente pensamos en aquella mujer adulta, de clase media, experimentada, esa que todo lo puede. Imaginario que va acompañado de toda la parafernalia comercial que el mercado crea para la fecha.
Más allá de lo que el mercado dicta que pensemos para ese día y de ese imaginario romántico y estereotipado que envuelve al concepto de este rol que desempeñamos algunas mujeres, pocos son los casos en los que se habla, debate y profundiza en los aspectos no tan gratos del ser madre.
La convención social en nuestra región (ahora menos que antes) hace que muchas mujeres idealicen este rol, proyectando solo los aspectos “sublimes y encantadores” que tiene el ser mamá. Pero lo cierto es que el ser madre, debiera ser una decisión absolutamente planificada por las mujeres. Se trata no solo de crear una nueva vida, sino de formarla, moldearla y encaminarla, para enfrentarse a determinadas estructuras sociales, donde además se siguen reproduciendo estereotipos y convencionalismos.
La responsabilidad es enorme. Sin contar lo que implicará, para la mujer, los cambios y retos en términos de salud, de realización personal y social. Igual seguimos idealizando la maternidad y eso es algo que debería cambiar.
No todo es fácil o maravilloso para una madre, más cuando hay miles de mujeres que fueron y están siendo madres, sin gozar de condiciones mínimas para serlo (educativas, económicas, sociales).
Un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Población (UNFPA)[1] indica que «El embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana son fenómenos que impactan fuertemente en la trayectoria de vida de miles de mujeres en América Latina». Sí, nuestra región ocupa el segundo lugar en la tasa más alta de embarazos adolescentes del mundo.
¿Cuáles son los factores que influyen para ocupar ese sitial en las estadísticas mundiales?
Poca o nula educación sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos, creencias religiosas, convenciones sociales («la mayor realización de una mujer, es el ser madre»); Poco o nulo debate sobre la problemática; Violencia machista contra la mujer; son algunos de los factores que influyen para que Latinoamérica tenga el segundo sitial en embarazo adolescente y maternidad temprana. Esos y otros factores, deben ser tratados desde las políticas públicas como indicadores para tener mayor información estadística sobre la temática. Si no hay datos, menor será la posibilidad de contar con políticas públicas que aborden esta problemática que influye directamente en la calidad de vida de las madres de la región.
Madres en pandemia
Ya lo dijimos antes, el rol de madre trae consigo un sinfín de desafíos para la mujer, de hecho, en nuestra región las madres son las que soportan las enormes cargas producto de la creciente desigualdad social, hecho que en pandemia ha crecido exponencialmente.
Ahora, las mujeres/madres se ven sometidas a más presiones económicas, mayor presión en la carga laboral doméstica, acceso reducido a la atención médica, crecientes responsabilidades de atención no remunerada, por nombrar algunas de las presiones provocadas por la pandemia.
Ya sea mediante datos verificados o intuitivamente a nivel regional, estamos conscientes de que las mujeres, y en específico las madres de familia, cargan con más peso que los hombres, hecho expresado en el aumento de las labores del hogar y el cuidado de la familia, combinada con la carga laboral, derivadas de la pandemia por Covid-19.
En medio de la pandemia, muchas madres han perdido apoyo y estabilidad, lo cual provoca un costo incalculable sobre el bienestar de éstas, de sus hijos e hijas y por ende de la familia completa.
Solo como ejemplo, en Brasil cerca de 8,5 millones de mujeres salieron del mercado de trabajo en el tercer trimestre de 2020.
Datos
Según datos del Banco Mundial, en América Latina y el Caribe las mujeres llegamos en 2019, a ser 328.271.453[2], de las cuales, un promedio del 40% han tenido al menos un hijo en su vida.
Veamos 3 países en Latinoamérica: Bolivia, México y Brasil.
En Bolivia hay aproximadamente 5.700.000 mujeres. 2.390.000 de ellas son madres[3], radicando 73,4% de éstas en el área urbana y 26,6%, en el área rural. En este universo, solo 18 de cada 100 madres son jefas de hogar.
En México, hay más de 60 millones de mujeres de las cuales 48 millones están en edad fértil (mayores a 15 años). De esta cifra, un 73.3 %, – esto es 35.2 millones- han sido madres. El 41.1% de esas 35 millones de mujeres no cuenta con educación básica terminada.
En el caso de Brasil, con una población de casi 108 millones de mujeres, se cuenta con cerca de 67 millones[4] de madres, de las cuales 11,5 millones son madres solteras.
Estas algunas de las cifras que debieran estar presentes en cada celebración del Día de la Madre, y no para desanimar a las mujeres a serlo, sino para tener mayor conciencia sobre las consecuencias que tendrá tomar esa decisión en una de las regiones más desiguales del planeta.
Brasil, el país con mayor población de la región, es el 8vo país más desigual del planeta, y el primero en desigualdad en la región, 51, 3 en el índice de Gini.
*Boliviana, ciudadana suramericana y comunicadora social
[1]UNFPA (2020). Consecuencias socioeconómicas del embarazo en la adolescencia en seis países de América Latina.Implementación de la Metodología Milena en Argentina, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Paraguay. Fondo dePoblación de las Naciones Unidas – Oficina Regional
[2]https://datos.bancomundial.org/
[3] Según datos de la última encuesta de hogares del Instituto Nacional de Estadísticas INE
[4]De acuerdo a datos del Instituto Data Popular.