El comic, que evoca los horrores de las guerras y el impacto de estos hechos en la sicología de las personas, obligando a cometer actos atroces, viene acompañado de una sugerente portada, al estilo de los carteles propagandísticos de la época.
Igualmente, constituye una obra documental de las pocas existentes en el país en torno a la Guerra Civil y los años posteriores (el 95 por ciento del cine español no alude a acontecimientos de este tipo según datos oficiales), por lo cual gana mayor relevancia dentro de la industria creativa ibérica.
Para la realización del guion, Muñoz se basó en un tiroteo protagonizado por Alejandro, el adolescente hermano de un falangista muerto y un grupo de milicianos, lo cual constituía algo ordinario en ese contexto, pero a la vez poseía todos los elementos para aderezar la narrativa de la guerra.
Bajo la premisa: ‘No es fácil ser bueno en un mundo rodeado de horror’, la historieta está marcada por dosis de venganza, emociones cegadas por el odio, conflictos de conciencia ante la orden de asesinar a un niño, así como la constante idea de ser ‘bueno’ y tomar decisiones opuestas.
En tonos blancos y negros, las viñetas eluden la caracterización de los personajes como positivos o negativos absolutos, y buscan motivar la reflexión en torno a la guerra y las consecuencias durante y posteriores a los hechos.