Salua El Omari (Alhucemas 1992) es una activista rifeña residente en España desde los 14 años, cuando llegó en compañía de su familia en búsqueda de nuevas perspectivas y oportunidades de futuro.  Atrás quedaba una vida difícil en una tierra condenada a la pobreza que alimentaba la conflictividad social contra un sistema que abandonaba a sus habitantes y que les obligaba a emigrar.

Salua piensa constantemente en su querida y añorada Alhucemas, una ciudad mediterránea cuna de la lucha de los derechos civiles y sociales de la región del Rif en Marruecos. No puede dejar de sentirse feliz cuando en los días claros puede ver la costa del Rif desde Almería, la tierra que le brindó las oportunidades que a sus hermanas y hermanos rifeños se les niega en Marruecos. Salua defiende que sus padres son sus referentes para seguir en su lucha por la libertad del pueblo rifeño. La joven activista busca crear conciencia de la identidad de género dentro del movimiento y reivindica el papel clave que desempeña la mujer rifeña, en una sociedad machacada por el sistema que pelea por sus derechos, por lo doblemente difícil que es encabezar una lucha cuando también se demanda la igualdad dentro de un movimiento dominado históricamente por hombres.

La activista fundó la asociación sociocultural rifeño-andaluza Rala Buya (en honor a la reina Bereber Buya) integrada por rifeños y españoles que pretende proporcionar a los rifeños residentes en Andalucía y a los andaluces, el conocimiento necesario sobre la cultura y la historia del Rif. También, dado su compromiso con la lucha del Rif y los DDHH, Salua realiza ayuda humanitaria y asesora a los rifeños que llegan huyendo de Marruecos con los trámites de petición de asilo político.

¿En qué momento decides unirte a la lucha por los derechos del pueblo rifeño?

En junio de 2017 llevé a cabo mi primera charla sobre el Rif titulada “Qué sucede en Alhucemas”, en la Universidad de Almería. Era mi último año de la carrera de psicología. Ese mismo verano me trasladé a Alhucemas, y fue cuando viví en persona la represión. Debido a mi activismo y por participar en la manifestación del 20 de Julio  fue cuando el Majzén (gobierno en la sombra que representa la oligarquía compuesta por la monarquía, los altos mandos del ejército, los altos miembros de las fuerzas de seguridad y las élites económicas que ensombrecen las instituciones democráticas por su modo de gobernar violentamente represivo, absolutista, y arbitrario, opuesto a un Estado de Derecho y que impide el funcionamiento efectivo de sus instituciones) me quitó el pasaporte para no poder volver. No fue hasta septiembre cuando me lo devolvieron y volví a España decidida para hacer llegar al mundo, en especial a los españoles, la situación del Rif y romper el silencio mediático que el Majzen intentaba conseguir.

¿Cómo recuerdas los días de las protestas en Alhucemas?

Sólo he sido testigo de una sola protesta, el 20 de julio de 2017 en Alhucemas, el resto de las manifestaciones las viví a distancia, viendo desde mi teléfono los directos que se publicaban en Facebook. Recuerdo que sentía mucha emoción, miedo y rabia, necesitaba estar allí.

Las activistas rifeñas habéis sido perseguidas e incluso encarceladas por defender la justicia social en Marruecos ¿Ha sido peor la represión por ser mujeres? 

El hecho de ser mujer en un país como Marruecos, de por sí es un gran riesgo. Y el miedo suele ser nuestro acompañante, tanto luchando, como en un día normal cualquiera en Marruecos.

Las rifeñas, a pesar de ese miedo, a pesar de que las consecuencias suelen ser peor por el simple hecho de ser mujer decidieron salir a luchar, pero el régimen marroquí y el Majzen sabe de qué forma presionar, silenciar y amenazar especialmente a las mujeres haciéndolo desde “el honor”, la familia, los hijos, hermanos, el futuro, etc. No es lo mismo que un hombre pase 24 horas en comisaría, que una mujer por solo el simple hecho de estar allí ya es una gran condena a nivel social.

Ha habido muchas mujeres condenadas y perseguidas por su activismo en el Movimiento Popular rifeño y la mayoría no son conocidas ni famosas en el Rif, como es el caso de Hadia Ziani, Fatima Chahout, Bouchra El yahyaoui, Nihal Ahabadh, Warda El yahyaoui, y muchas más que desde el anonimato luchan para conseguir justicia y derechos para nuestro pueblo.

Las mujeres del RIF estáis activas en la lucha por los derechos y la justicia social del pueblo rifeño, ¿La misma pasa también por reivindicar la lucha feminista para hacer de Marruecos un estado que busque la igualdad real entre hombres y mujeres?  ¿Cuáles son los pasos dados hasta el momento?  

De momento, en el Rif no hay reivindicaciones feministas reales dado que el patriarcado sigue muy presente en la sociedad rifeña. Pero los pasos que yo podría ver como una manera de empezar a construir el primer escalón en el tema de la igualdad, aunque seguimos lejos de conseguir este término en el Rif, fue cuando las mujeres decidieron por fin encabezar manifestaciones, romper el silencio, participar en conferencias, y ser la voz del pueblo rifeño.

Dentro del movimiento Hirak las voces femeninas han sido de vital importancia para dar a conocer al mundo la lucha en el Rif, ¿Os habéis sentido iguales?

Tal y como he mencionado, las mujeres rifeñas seguimos lejos de conseguir los primeros pasos hacia la igualdad. Nunca se nos ha tratado como iguales ni en reuniones, conferencias y tampoco durante las manifestaciones. Se nos sigue tratando desde un sexismo benevolente: se nos llama luchadoras y valientes pero se nos trata como mujeres débiles, y lo peor es que ni son conscientes.

Nawal Ben Aissa, la ama de casa que encabezó la protesta  para pedir la libertad del principal líder Nasser Zefzafi ¿Es el ejemplo que nos confirma que sin la mujer no hay revolución? ¿Cuál es el papel de la mujer rifeña en esa revolución?

Nawal, igual que muchas mujeres, son las que confirmaron que “la revolución será feminista o no será”, y que, sin una revolución real por parte de las mujeres rifeñas, el pueblo rifeño nunca conseguirá la libertad.  El papel de la mujer rifeña ha sido la razón por la que aún seguimos hablando de un Rif en lucha, es la que, como mencionamos anteriormente, encabezó manifestaciones, gritó y exigió la libertad de sus hijos, hermanos, maridos y amigos. Es la voz en los medios, la que trabaja en la sombra consiguiendo apoyo de organizaciones, asociaciones y partidos políticos. La que intenta hacer llegar al mundo el sufrimiento del pueblo rifeño. Creo que por primera vez las violaciones de DDHH por parte del Majzén marroquí en El Rif son vistas a nivel internacional gracias a la mujer rifeña.

¿Qué papel asumieron las mujeres tras las condenas y encarcelamientos de los líderes del movimiento?

La mujer rifeña ahora es la imagen del movimiento Hirak. Es la misma mujer que durante las visitas a sus hijos en la cárcel lleva los libros y la comida. La misma que hace visible la situación de sus hijos en la cárcel en los directos y videos en redes sociales, en conferencias y reuniones. Es la misma que, cuando antes ni salía para hacer las compras, decidió salir a encabezar manifestaciones, a gritar libertad por los presos políticos y a correr cuando hacía falta para evitar los gases químicos durante la represión en las manifestaciones. Incluso, las que no pudieron salir de sus casas, ayudaban ofreciendo primeros auxilios a los manifestantes o trabajando en ordenadores desde sus casas en la sombra.

Ahora estás ayudando a las personas que huyen del RIF y llegan a las costas españolas jugándose la vida ¿Cómo ves a esas personas y cuáles son las dificultades que encuentran para conseguir que les reconozcan asilo en España? 

Duele mucho ver cómo por primera vez están llegando familias enteras cruzando el mar de Alborán jugándose la vida y no por razones económicas, sino totalmente políticas. Suelen llegar con mucho miedo, desconfianza, desesperanza y rabia acumulada. Son personas que lo dejaron todo por huir de la represión diaria de las torturas, tanto en las calles como en las redes sociales. Condenas de 20 años y violaciones de los DDHH en las comisarías y cárceles. Y lo peor de todo es poder llegar a España y en vez de respetar tu derecho a solicitar asilo o entender tus miedos derivados de la persecución, te llevan al Centro de Internamiento de Extranjeros para ser deportado y expulsado a un país que no respeta ni el mínimo derecho de vivir. Actualmente seguimos teniendo a más de 8 jóvenes rifeños y solicitantes de asilo encerrados en los CIES de Madrid y Murcia.

Es la primera vez que la mujer rifeña sale en patera estando embarazada o con un bebé de un año en brazos. Hasta las mismas oenegés que están acostumbradas a que perfiles así lleguen de países subsaharianos, se sorprenden de que en estos últimos años lleguen de un país que está a 14Km al otro lado del mar. La mujer rifeña nunca abandonaba su tierra y menos para venirse en patera, ya que normalmente el que migraba primero siempre era el hombre y ella se venía más tarde con la reagrupación familiar, tal y como hicieron mis padres. En el Rif ya no queda apenas nadie, y los que siguen allí, están esperando su turno y la calma del tiempo para salir…

¿Cuál es la situación de los activistas rifeños en las cárceles de Marruecos? 

Reciben un trato inhumano y están amenazados hasta dentro de las propias cárceles. Las madres ya no piden solo la libertad de sus hijos encarcelados, sino que ahora piden que simplemente sean tratados como humanos. Torturados, muchas veces en celdas individuales, llevados cada X meses a diferentes cárceles marroquíes y en huelgas de hambre continuas como última opción para protestar por la situación de los presos.

¿Sueñas con volver alguna vez a la tierra que te vio nacer?

Mis padres, activistas en el movimiento de los años 80, soñaban con vivir toda su vida en el Rif pero tuvieron que dejarlo y partir para que sus hijos-as no tengan que vivir lo mismo y consigan una vida digna. Y yo, después de vivir en persona la verdadera imagen del Régimen marroquí, no desearía para hijos de nadie tener que vivir lo mismo y mucho menos para mis hijos. Marruecos es un país asesino y violador de los DDHH. Es un país que España sigue tratando como un gobierno democrático y que no está dispuesta a juzgar ni cuestionar.