Por Marianela Jarroud/IPS
COYHAIQUE, Chile, (IPS) – En pocos lugares como en la Patagonia las mujeres son los pilares de los movimientos vecinales, campesinos y ambientalistas en Chile. Es un rol social que la historia las forzó a asumir en este territorio inhóspito y segregado de la zona austral del país.
“Las mujeres patagonas tuvieron que parir sin hospitales, tuvieron que criar a los hijos cuando este territorio era inhóspito, pero también hacer la organización social de esas comunidades que se empezaron a crear”, relató a IPS la dirigente social Claudia Torres.
“Los ‘viejos’ (hombres) trabajaban con los animales o la madera y se iban dos veces al año por cuatro o cinco meses. Entonces, la mujer se acostumbró a organizarse y a no depender del hombre por si este no volvía”, completó.
Así, ellas asumieron la producción y gestión de los alimentos y los recursos naturales, con labores como producción ganadera, hortícola, frutícola, leña, turismo rural y artesanía, entre otras, además del cuidado de sus familias y del hogar.
La región de Aysén, cuya capital, Coyhaique, se ubica 1.629 kilómetros al sur de Santiago, es el corazón de la Patagonia chilena. Posee 91.492 habitantes, de los cuales 43.315 son mujeres, según el último censo oficial, de 2002.
Según Torres, las mujeres componen actualmente “70 u 80 por ciento de las dirigencias vecinales, campesinas, ambientales”, y fueron el corazón del movimiento social de Aysén que en 2012 puso en jaque al gobierno del derechista Sebastián Piñera (2010-marzo 2014) con protestas que se extendieron por más de un mes.
El levantamiento de Aysén comenzó el 18 de febrero de 2012, luego de meses de reclamos por mejoras económicas para el desarrollo de la región y para subsidiar el alto costo de la vida en una zona aislada por falta de infraestructura vial y sometida a la inclemencia del clima y las bajas temperaturas constantes.
“Hubo varias noches que fueron casi relatos de guerra”, narró Torres, quien desde su programa en la radio Santa María, develó la represión que estaban sufriendo los habitantes de Coyhaique y Puerto Aysén, la segunda ciudad de la región.
Torres transmitió día y noche, por 45 días, lo que sucedía en la región. “Hubo relatos de la gente que recibió golpes, disparos, que fue detenida, mujeres que fueron desnudadas frente a los funcionarios (policiales) varones”, recordó.
Desde esa plataforma Torres vio cómo las aiseninas asumieron su papel protagónico en el rechazo regional contra el olvido del Estado.
“Las que estaban a cargo de barricadas, de organizar las marchas, las ollas comunes, la resistencia, de cuidar a los heridos, fueron las mujeres”, aseveró sobre un movimiento que culminó con el compromiso del gobierno de asumir sus reclamos, aunque dos años y medio después” solo se haya cumplido 15 por ciento de lo acordado”.
De 40 años y con estudios de diseño y turismo, Torres inició su camino en las comunicaciones en Caleta Tortel, la localidad más al sur de Aysén. Allí trabajó en una radio comunitaria, pero su oposición al entonces incipiente proyecto HidroAysén, que pretendía construir cinco megacentrales hidroeléctricas en la Patagonia, le costó el “exilio”.
“Hicimos un programa de activismo. Informaba quien era Endesa (la compañía italo-española promotora del proyecto) y el caso de represas en otras partes de Chile y el mundo, pero tuve un costo político y laboral. Volví a Coyhaique sin trabajo, sin nada”, recordó esta mujer comprometida, con una pareja y dos hijos.
Torres, quien se declara “patagona, desordenada, deslenguada, chascona (de pelo desordenado), fea y feliz”, siguió la lucha contra las represas y ahora integra el Consejo de
Defensa de la Patagonia, que finalmente ganó la lucha contra HidroAysén, cuando el 10 de junio el gobierno de la socialista Michelle Bachelet rechazó definitivamente el proyecto.
Ahora, Torres es dueña de una tienda de regalos desde donde participa en el proyecto Aysén Reserva de Vida, orientado al desarrollo sustentable de la región, orientada a un aprovechamiento de su incomparable naturaleza que al contrario de dañarlo lo preserve.
Para Mirtha Sánchez, de 65 años y fumadora contumaz, la vida de antaño en la región era mejor que ahora.
“Llegué con cinco años a Coyhaique y luego con mi madre nos trasladamos a Puerto Aysén donde instaló una pensión. Allí recibíamos a faeneros de empresas”, rememoró a IPS esta emprendedora para quien el protagonismo de la mujer patagona es una marca regional.
Hace una década vendió su negocio en Puerto Aysén y se trasladó a Coyhaique. Ahora maneja un hostal que solo le reporta ingresos por temporadas.
“Pensé que iba a implicar un descanso, pero no fue así”, se quejó. “Esta región ha cambiado del cielo a la tierra. Han llegado nuevos ricos que tienen intereses creados”, añadió, pero se negó a precisar.
Defiende la labor de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990), porque a su juicio en aquel periodo “Aysén comenzó a despegar”, mientras que en los últimos años las cosas “han ido a peor”.
Lo opuesto piensa Miriam Chible, de 58 años, para quien la suya es una región que tiene “solo cosas buenas”.
Chible es ejemplo de las lideresas patagonas. Cuando enviudó, contó a IPS, sacó adelante con el apoyo de sus cuatro hijos un restaurante que hoy se erige como el más importante de Coyhaique y que es un ejemplo de desarrollo sostenible.
Esta mujer lucha incansablemente por la soberanía energética y alimentaria de la región, forma parte de la Comisión Asesora Presidencial para el Desarrollo Regional y la Descentralización establecida por Bachelet en mayo, y participa en las iniciativas para crear un modelo de desarrollo económico alternativo para Aysén.
“No soy experta en nada, pero tengo interés, soy una ciudadana movilizada”, aclaró Chible, ahora pareja de otro activista social y quien recorre el país promoviendo los postulados aiseninos a favor de su derecho a un desarrollo libre de proyectos invasivos.
“Hay veces en que la gente me pregunta ‘¿cómo va tu tema, el de las represas?’ y se equivocan, porque no es mi tema. La industrialización en forma exacerbada en la región de Aysén nos va a perjudicar a todos, por eso hay que trabajar en detenerla”, afirmó.
Sus tres hijas y un hijo se reparten tareas de compras de víveres, administración y la atención de las mesas en el restaurante, mientras una de ellas también regenta un pequeño negocio de renta de esquíes oferta de tours turísticos por la región.
Todo el esfuerzo tiene sus frutos: el ‘Histórico Ricer’ es uno de los locales más reconocidos de la región y sus productos, autóctonos y de alta calidad, son celebrados por comensales locales y foráneos.
“Esta es una región de mujeres emprendedoras”, dijo Chible, “mujeres que buscamos un modelo de desarrollo distinto a escala humana, que apunta a valorizar la cultura binacional que mantenemos con la Patagonia Argentina y a un desarrollo endógeno privilegiando el uso de materias primas locales”.
“Por eso trabajamos y hacia allá vamos avanzando”, concluyó.
Editado por Estrella Gutiérrez