Por Ximena Soza
Desde el comienzo del estallido social chileno, los trabajadores de la salud se hicieron presentes en diferentes áreas del país en las que se hacía necesario trabajar con los múltiples heridos que dejaba la represión policial. En la zona cero de Santiago, conocida como la rebautizada Plaza Dignidad varias brigadas de salud se expusieron durante meses a los gases lacrimógenos, químicos de carros lanzan aguas y a ataques directos de la policía y los militares. Después de una pausa, al reanudarse las protestas en las zonas céntricas de las ciudades, también se reanuda el trabajo de estos equipos y las muestras de brutalidad policíaca en su contra no se hacen esperar.
Con la llegada de la pandemia y las medidas represivas con las que respondió el estado, llegó la desarticulación de las protestas en muchos lugares, durante este tiempo solo algunas brigadas médicas siguieron convocándose para trabajar, y también, solo algunas han resuelto volver a participar en las manifestaciones que comenzaron a reanudarse a partir del 4 de septiembre. Al volver, los brigadistas se enfrentaron a la pérdida de los espacios físicos en los que realizaban su trabajo, por lo cual, los equipos médicos volvieron atender literalmente en la calle, también se enfrentaron al vencimiento de sus insumos, en una situación que si antes era precaria, se volvió aún más vulnerable, especialmente considerando que durante la pausa, las fuerzas policiales tuvieron la oportunidad de reforzar sus capacidades tácticas y adquirir nuevo armamento.
La desarticulación de varias brigadas de salud ha generado que quienes asisten a realizar una labor sanitaria, reciban una mayor cantidad de pacientes y también que se encuentren más expuestos a la represión que antes. El caso de la Brigada Dignidad, un equipo multidisciplinario, autogestionado, que trabaja en este contexto evidencia exactamente esto. En la convocatoria del 4 de septiembre sus pacientes debieron ser atendidos en la vereda, situación que pone en riesgo a ambos, los pacientes y los miembros de su equipo. A partir de la conmemoración de un nuevo 11 de septiembre en Santiago, habiéndose articulado mejor, esta brigada ha recibido un sinnúmero de casos, además de nuevos ataques de gas y químicos tóxicos, ya que agua y bombas lacrimógenas son directamente lanzadas y de manera constante al lugar donde atienden, mojando insumos y materiales y dificultando la tarea médica.
A pesar de los tratados internacionales que protegen a los equipos médicos que atienden en zonas de conflicto, los ataques a equipos de salud solidarios son reiterativos. La brigada Dignidad en marzo del presente año recibió un ataque en el que la policía incendió su punto de atención al lanzar una seguidilla de bombas lacrimógenas que quemaron un árbol al lado del espacio de atención, prendiendo fuego tanto al espacio como a los insumos. El hecho ocurrió mientras el equipo atendía a varios pacientes, que debieron ser trasladados entre las llamas fuera del puesto médico. En el mes de enero, Telesur reportó que la Brigada Cero habría sido victima de un ataque similar.
El viernes pasado, en una nueva jornada de protesta, la policía chilena lanzó uno de sus vehículos de gran envergadura en contra de una reja al lado de la cual atendían rescatistas de la Brigada Dignidad. Esta maniobra causó que la reja golpeara a los miembros de la brigada, causándole a dos de ellos heridas leves en las piernas y tobillos.
Otras brigadas también sufren de esta persecución, Ruil.cl reportó el 23 de octubre que en esta fecha la profesora y brigadista, Tania Carter, sufrió un ataque de gas pimienta directamente a la cara, siendo a partir de esto, quemadas sus cornea, su cara y cuello, además de presentar daños internos, como quemaduras en las vías respiratorias laringe, faringe y tráquea. En este episodio de violencia su hija, que también es brigadista, resultó con heridas de menor gravedad y pérdida temporal de movilidad en las extremidades.
Estos ataques no solo afectan a los equipos de salud de forma directa, perjudican a las personas heridas, al limitar la capacidad de estos grupos de atenderlos. El día 6 de octubre cuando un policía empujó a un joven de 16 años al Rio Mapocho desde un puente a aproximadamente 7 metros de altura, miembros de la Brigada Dignidad en conjunto con algunos manifestantes bajaron a atender al herido, para que a la llegada de bomberos éste pudiera ser trasladarlo de manera inmediata a un centro asistencial. Mientras se realizaba la extracción del menor desde el lecho de las aguas, la policía siguió atacando la zona con gas pimienta, limitando la visibilidad y la capacidad respiratoria de quienes realizaban una labor de extrema urgencia.
Desde septiembre en adelante las manifestaciones se siguen suscitando cada viernes y también en fechas emblemáticas, como lo fueron el 12, el 18 y el 25 de octubre, jornadas en las que la Brigada Dignidad atendió nuevos casos de daño ocular, decenas de quemados por los químicos que porta ilegalmente el contenido del carro lanza aguas, personas con dificultades respiratorias a partir de ataques de gas (incluidos niños), contusiones, entre otros, demostrando que la represión de estado, a pesar de ser menos difundida, ocurre de manera sistemática y que son las brigadas de salud las que responden a esta violencia, siendo estas, víctimas de ella también.
Para comunicarse con esta brigada de salud se puede usar el siguiente correo: brigadadignidad@riseup.net