Para algunas personas de izquierdas el gobierno español actual es el mejor que podíamos tener, para otras de derechas es un mal a combatir haga lo que haga. Por supuesto que tanto entre las de izquierdas y las derechas hay matices y graduaciones. Pero hay una izquierda que no tolera críticas al gobierno actual, que pronta está a anatematizar a cualquiera, o más rudamente a asegurar ante la menor o más justificada crítica, a falta de mayor ingenio, que se hace el “juego a la derecha”. Y fue el actual vicepresidente masculino de este gobierno que dijo “no dejéis de criticarnos, no dejéis de presionarnos” al asumir precisamente este cargo. Pero siempre hay más papistas… Viene eso a cuento porque unos amigos nos hicieron llegar dos cartas dirigidas a la buena y recomendable revista Alternativas Económicas. Estas cartas (1 y 2), escritas ambas con la diferencia aproximada de un mes y firmadas por dos mujeres distintas, tenían en común que criticaban un artículo de Sin Permiso, que reprodujo la mencionada revista económica, que habíamos firmado nosotros tres en julio, cometiendo el imperdonable error, a juicio de las autoras, de criticar el Ingreso Mínimo Vital (IMV), lo que suponía un “panfleto antigubernamental”. Veámoslo con detalle.
Algunas de las afirmaciones y lamentaciones generales de las mencionadas cartas son:
“Mi profundo disgusto por el artículo publicado en el nº 82 sobre el ingreso mínimo vital”.
“No dudo ni del nivel académico ni de la trayectoria profesional de los autores del artículo, pero caen en el mismo error que muchos otros economistas convencidos de estar en posesión de la verdad. El Sr. Milton Friedman también era un académico renombrado, convencido de la bondad de sus teorías, pero nadie duda ahora de que los modelos aplicados en determinados contextos fallaron completamente”.
Seguramente la asociación más o menos superferolítica de los tres firmantes del artículo criticado, que algún crítico no avispado ha llegado a calificar de ultra izquierdistas, con el jefe de filas neoliberal Milton Friedman se deba a la casualidad. ¿O es que asociarnos de algún modo con este ultra neoliberal es un guiño a los críticos más o menos de izquierdas de la renta básica? Todo apunta a ello por lo que viene más adelante.
También se nos afea que no tengamos empatía (sic) ya que se nos reprocha:
“[L]a poca empatía que los autores del artículo Llega el ingreso mínimo vital, se refuerza la idea de la renta básica universal (número 82 de Alternativas Económicas) con las personas que más han sufrido con esta crisis”.
Vaya, es razonable pensar que nuestra críticas al IMV cuya evidencia más palmaria testifica que no es capaz de mitigar ni un adarme la pobreza, están motivadas entre otras cosas por un interés hacia “las personas que más han sufrido con esta crisis”, pero bien es verdad que no disponemos de los aparatos precisos para medir la empatía que otras personas quizás dispongan.
Se lanzan afirmaciones del tipo:
“[N]o concibo la idea de que la RBU sea una propuesta de izquierdas. Nada más lejos de la realidad”.
Poca finura, muy poca. Se ha explicado no dos, ni tres, sino quizás hasta 10 veces las diferencias que hay entre las propuestas de izquierdas y de derechas sobre la RB. Y hasta con cierto detalle. Por ejemplo aquí. ¿Qué más da? Pero hay que reconocer que poner a unos y otros en el mismo saco tiene una cierta eficacia retórica entre algunas personas de izquierdas. Que se acerque o aleje de la verdad es lo de menos. Hemos escrito los tres muchos artículos explicando nuestro modelo de financiación. Nadie ha criticado que sea una propuesta de derechas, más bien, según otros, de autores «ultra izquierdistas», pero una vez más, la verdad es lo de menos.
Nuestras críticas cometen unos errores de bulto del tipo:
“No es casual que el único que haya implementado una medida de este tipo en la Unión Europea sea el Gobierno conservador de Finlandia, desde la lógica implacable de nuestro sistema capitalista: cómo seguir consumiendo si desaparece el trabajo asalariado”.
Dejemos al margen por piedad la afirmación heroica de “la lógica implacable de nuestro sistema capitalista”. Dos precisiones elementales: 1) No fue en Finlandia el único lugar de la Unión Europea donde se realizó un experimento piloto, también en Barcelona, por citar otro ejemplo bastante más cercano y que fue financiado y diseñado desde su ayuntamiento, que no podrá calificarse como conservador 2) Pero siguiendo con Finlandia, allí se realizó un experimento piloto, lo que no es, ni aun forzando las cosas, una “implementación” de una renta básica.
Y la mencionada arenga contra la opinión crítica al actual gobierno:
“[M]e gustaría que esta revista mantuviera el tono informativo y reflexivo al que nos había acostumbrado, y que sus páginas no sirvieran para alimentar una campaña antigubernamental que ya tiene suficientes promotores”.
De aquí la invitación al director de AE de no dejarnos expresar más en esta revista:
“El artículo es un panfleto antigubernamental que no debería tener cabida en una revista como Alternativas Económicas”.
¡Por criticar el IMV! Imagínense los deseos de la redactora de esta carta si hubiéramos criticado del gobierno español su política fiscal, su política militar y de gasto en defensa (que incluye que en los próximos presupuestos generales el Reino dedique 456 euros por habitante a cuestiones militares), su política no laica que permite (esperemos que solo de momento a la espera de una necesaria ofensiva racionalmente laica) que la iglesia católica tenga aportaciones públicas de 11.000 millones de euros anuales, su política frente al pueblo saharaui, su servilismo ante el putrílago monárquico… por mencionar solamente cuatro o cinco puntitos. No lo queremos imaginar.
Y ya solamente para acabar las citas, un poco de mala baba seguro que no intencionada por parte de una firmante:
“Uno de los valores progresistas de las izquierdas ha sido siempre tener unos servicios públicos sobre las cuestiones como sanidad y educación, puntales básicos de nuestra sociedad democrática. En realidad, la RBU es una vía para extender la privatización de todos los servicios sociales.”
Las ocasiones que hemos explicado unos y otros la defensa y reforzamiento de los servicios públicos junto a la renta básica serían difíciles de contar. Y se ha defendido la renta básica con argumentos republicano-socialistas, por ejemplo, aquí. Así que aunque esta cita tan desnortada se aleja de la verdad, tanto da. En estos casos, ¿cualquier cosa vale, no?
En fin, solamente tres apuntes más. Los últimos datos del IMV hasta el momento son que de las 837.333 solicitudes presentadas entre junio y octubre, 69.530 han sido denegadas y 34.534 revisadas; solamente 12.789 han sido aprobadas y abonadas, y 82.119 se encuentran pendientes. Esta tarea es “desempeñada por la empresa Tragsatec que acaba de anunciar a los 139 trabajadores que cubrían el servicio gratuito de atención telefónica que serán despedidos el próximo 9 de diciembre. De los 638.364 expedientes restantes, el 78% del total de solicitudes presentadas, nada se sabe”.
El gobierno ha presentado hace unos días el proyecto de presupuestos generales y ha previsto 3.017 millones para el pago de prestaciones del IMV el año 2021. Si se mantiene la cifra de beneficiarios prevista cuando se presentó la ley (se anunció una mejora en las condiciones de acceso a la prestación) serían 295 euros mensuales de media por familia o 109 euros por beneficiario. Decir que ni por cobertura (850.000 familias hipotéticamente lo deben recibir) ni por suficiencia (470 euros para un adulto solo sin ingresos) se garantizan las necesidades básicas de la población más vulnerable y afectada por la crisis no creemos que sea atentar contra los valores de izquierdas. Al contrario, ya avisamos que el probable fracaso alentará la extrema derecha, pero no lo por que ya vaticinamos (no tenemos tanto predicamento) sino por lo que ocurre en la realidad.
Son datos, y no de aliados de la derecha carpetovetónica en campaña antigubernamental. En cualquier caso los datos pueden ser ciertos o no. Son del gobierno español. No sería muy razonable que los datos del gobierno tengan el objetivo de engrosar la campaña antigubernamental. Es más fácil lanzárselo a tres economistas que están alejados de cualquier centro de poder.
Hace no muchos años, cinco exactamente, Antoni Domènech, harto de críticas torpes a Sin Permiso por la actitud no sumisa de esta revista a determinados gobiernos de izquierda, dejó escritas unas palabras que sería aconsejable que algunos defensores del actual gobierno español retuvieran. Mal no les haría. Toni escribía:
“Otra rama de la viciada psicología moral de la izquierda derrotada de las últimas décadas es la de quienes se acogen preferentemente a la vieja consigna otrora leedera en muy visibles carteles colocados al lado del sillín de conductor de todos los tranvías y autobuses del mundo: ‘No molesten al conductor’; haga lo que haga el pretendido conductor llámese Castro, Chávez, Lula, Correa, Evo o Tsipras, bien hecho está, que el papel de los abajo-firmantes se reduce sobre a todo a no molestar y aun a aplaudir al conductor”.
La verdad es verdad aunque la diga el porquero de Agamenón o sursuncorda. Y el conductor, ¡ah el conductor! Cuando nos gusta el conductor ¡qué bien que conduce! Aunque para otros no tan entusiastas pueda parecer que da muchas eses e incluso que es torpe en demasía. Y acabemos. El conductor, aunque se llame gobierno español, no debe ser molestado según algunos de sus defensores. Consejo que nos seguiremos tomando la libertad de evitar como hace el vampiro, o un laico honrado, con la cruz.