Los humanistas reconocemos la existencia del Estado de Israel creado en 1948 tras la Segunda Guerra Mundial y abogamos por la concreción del Estado Palestino: los palestinos tienen como mínimo el mismo derecho que los israelíes a contar con un territorio donde vivir en paz y desarrollar su cultura. Al día de hoy, tras soportar una constante y creciente agresión israelí que ignora a la opinión pública mundial y a las decisiones de las Naciones Unidas para volver a las fronteras de 1967, ese objetivo parece imposible y muchos analistas cuestionan la legitimidad misma del Estado de Israel. Por eso cobra actualidad una opinión de Mahatma Gandhi respecto de la conveniencia de crear ese Estado

Los últimos 27 días de horror, mal disfrazados de acciones “militares defensivas”, están acabando con el crédito que la opinión pública mundial le ha concedido al pueblo de Israel por la persecución que ha sufrido. Es que, en este tiempo, la ciudadanía global asiste estupefacta a un despliegue de horror inusitado por parte de quienes se han vestido como víctimas a lo largo de la historia. Sabemos que Estados Unidos es quien arma y avala a Israel; quien lo mantiene, ya que por sí mismo es un Estado inviable, y quien lo impulsa a la invasión y ocupación del territorio palestino; pero es hora de que la comunidad internacional tome cartas en el asunto.

Seguimos pensando que cada pueblo debe tener su Estado; pero es evidente que se necesita de la tutela mundial hasta que una paz duradera sea posible.

Diez años antes de que se creara el Estado de Israel, Gandhi escribió ‘THE JEWS’, BY GANDHI – FROM HARIJAN, NOVEMBER 26, 1938 La traducción y las notas son de Mario Rabey.

“Todas mis simpatías están con los judíos. Los he conocido íntimamente en Sudáfrica. Algunos de ellos se hicieron compañeros de toda la vida. A través de estos amigos vine a aprender mucho acerca de su persecución a lo largo de la Historia. Ellos han sido los intocables (1) de la Cristiandad. Hay un cerrado paralelismo entre la forma en que han sido tratados por los Cristianos y el tratamiento a los intocables por los Hindúes. En ambos casos, se ha invocado la sanción religiosa para justificar el tratamiento inhumano al cual se los ha sometido. Entonces, aparte de las amistades, mi simpatía hacia los judíos está fundamentada en la razón universal más común (2).

“Pero mi simpatía no me ciega a los requisitos de la justicia. El reclamo de un hogar nacional para los judíos no me convoca para nada. La justificación para ello se busca en la Biblia y en la tenacidad con la cual los judíos han persistido después de su retorno a Palestina. Pero, ¿por qué no pueden, como otros pueblos de la tierra, convertir en hogar al país donde han nacido y donde ganan su sustento? (3)

“Palestina pertenece a los árabes (4) en el mismo sentido que Inglaterra pertenece a los ingleses o Francia a los franceses. Es incorrecto e inhumano imponer los judíos a los árabes. Lo que está sucediendo actualmente en Palestina no se puede justificar por ningún código moral de conducta. Los Mandatos no tienen ninguna otra sanción que la de la guerra pasada (5). Sería seguramente un crimen contra la humanidad reducir a los orgullosos árabes para poder restaurar Palestina a los judíos en parte o enteramente como su hogar nacional (6).

“El camino más noble sería perseverar en un tratamiento justo para los judíos dondequiera que nazcan y se críen. Los judíos nacidos en Francia son franceses en exactamente el mismo sentido en que los cristianos nacidos en Francia son franceses. ¿Si los judíos no tienen ningún hogar además de Palestina, estarán de acuerdo con la idea de ser forzados a abandonar los otros lugares del mundo donde están asentados? ¿O quieren un hogar doble en donde pueden permanecer según su voluntad? Este reclamo por el hogar nacional proporciona una justificación bien coloreada para la expulsión alemana de los judíos (7).
 […]
“Y ahora unas palabras para los judíos en Palestina. No tengo ninguna duda de que ellos están en el camino equivocado. La Palestina del concepto bíblico no es una zona geográfica. Está en sus corazones. Pero si deben mirar a la Palestina de la geografía como su hogar nacional, es incorrecto incorporarlo a la sombra de las armas británicas. Un acto religioso no se puede realizar con la ayuda de la bayoneta o de la bomba. Solamente se pueden asentar en Palestina con la buena voluntad de los árabes. Deberían intentar convertir el corazón árabe. El mismo Dios que gobierna el corazón árabe gobierna el corazón judío. Pueden ofrecer satyagraha delante de los árabes y ofrecerse para ser baleados o lanzados al Mar Muerto sin levantar el dedo meñique contra ellos. Encontrarán la opinión del mundo en su favor en su aspiración religiosa. Hay centenares de maneras de razonar con los árabes, si desechan la ayuda de la bayoneta británica. Así como está planteada la cuestión, comparten con los británicos el despojo a un pueblo que no les ha hecho ningún mal.

“No estoy defendiendo los excesos árabes. Yo quisiera que hubiesen elegido el camino de la no-violencia para resistir lo que miran correctamente como usurpación injustificable sobre su país. Pero según los cánones aceptados de lo correcto y lo incorrecto, no se puede decir nada contra la resistencia árabe frente a las abrumadoras perspectivas que afrontan (8).

“Dejemos a los judíos que proclaman ser la raza elegida que prueben su título eligiendo el camino de la no-violencia para justificar su posición en la tierra. Cada país es su hogar, incluyendo Palestina, no por medio de la agresión sino por medio del servicio amoroso (9). Un amigo judío me ha enviado un libro llamado La contribución judía a la civilización por Cecil Roth. El libro proporciona un registro de lo que han hecho los judíos para enriquecer la literatura, el arte, la música, el teatro, la ciencia, la medicina, la agricultura, del mundo. A partir de su voluntad, el judío puede rechazar ser tratado como el descastado de Occidente, puede rechazar ser detestado o patronizado. Puede conducir la atención y el respeto del mundo siendo ser humano (10), la creación elegida de Dios, en vez de ser el ser humano que va siendo hundido rápidamente por Dios en la monstruosidad y el abandono. Puede agregar a sus muchas contribuciones la sobresaliente contribución de la acción no-violenta (11).

SEGAON, 26 de noviembre de 1938

Notas
[1] Se refiere aquí a la casta de los intocables, ubicada en la parte inferior de la estructura socio-cultural con sanción religiosa, característica del sistema sociocultural hindú. Gandhi, aunque profundamente hindú y religioso, sostenía enfáticamente que el tratamiento hacia los intocables debía ser completamente modificado. Creía fervorosamente en la igualdad de derechos de todos los seres humanos.

[2] Es interesante verificar en este párrafo como Gandhi, un pensador y político indudablemente asiático -y como tal no occidental- se ubica claramente en la posición de un pensador y político de la Humanidad (como era en ese entonces por ejemplo, también el caso de Martín Buber, el judío sionista). Pese a estar orgulloso de profesar y cultivar su particularismo cultural (el Hinduismo), era un universalista. El caso de Gandhi es especialmente interesante porque, además, era el indiscutido máximo líder de un movimiento de liberación nacional contra el colonialismo inglés.

[3] La pregunta tiene una visible carga retórica. Con toda seguridad, Gandhi sabía que en esa época cientos de miles de judíos habían emigrado de sus países natales en Europa. No solamente a Palestina, un destino cuantitativamente menor en esas migraciones: el principal destino fueron las dos Américas, Norte y Sur. Lo que Gandhi posiblemente no sabía es que el Sionismo -la idea según la cual Palestina era una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, como dice la famosa frase de Theodor Hertzl a fines del siglo XIX- era un movimiento minoritario en el judaísmo. Tampoco podía saber hasta qué punto, ya en 1938, los judíos se había asimilado en sus sociedades de adopción en las Américas.

[4] Repárese en que Gandhi dice árabes, y no palestinos. Es que árabe era la identidad por la cual eran reconocidos (y auto-reconocidos) los pueblos de ese territorio -por oposición a los turcos dominantes hasta mediados de la década de 1910 y a los ingleses y franceses dominantes después-. La palabra palestinos fue apareciendo para designar a los habitantes de Palestina, el nombre que la Sociedad de las Naciones -recuperando un antiguo nombre romano- dio a una de las porciones asignadas a Inglaterra, en mandato, del territorio arrebatado al Imperio Otomano por los países triunfantes en la Primera Guerra Mundial. Se trataba de un arreglo visiblemente colonial. Ver también la Nota siguiente.

[5] Gandhi se refiere aquí al estatuto legal que tenía Palestina en la época en que escribió esta carta. Palestina había sido establecida en 1919 por la Sociedad de las Naciones como un territorio de los que habían sido desagregados del Imperio Otomano después de la Primera Guerra, sobre el cual se otorgaba “mandato” a Gran Bretaña. Ésta recibió en mandato también Jordania, mientras que Francia recibía Siria y Líbano. La situación se mantuvo hasta después de la Segunda Guerra, cuando la recién establecida ONU estableció diversos arreglos neo-coloniales, entre los cuales la partición de Palestina en tres territorios y dos Estados: uno Palestino (con dos territorios, Cisjordania y Gaza) y el otro Judío, establecido entre los dos territorios de la así creada -y nunca concretada- Palestina.

[6] Fue el Estado de Gran Bretaña el que, en ejercicio de su Mandato sobre Palestina, reconoció el derecho de los judíos a establecer su Hogar Nacional en Palestina y luego permitió su inmigración ilimitada hasta que una gran rebelión árabe en Palestina -1936-1939- hizo cambiar de política -oficialmente- al gobierno colonial. En el momento en que Gandhi escribía su carta a Buber, la inmigración seguía abierta, y los judíos estaban entrando entonces por decenas de miles en la pequeña Palestina, entonces todavía poblada por una abrumadora mayoría de árabes.

[7] El argumento es fuerte. El judío de ultraderecha Stern, desgajado del grupo guerrillero nacionalista Irgun, parece haber estado activamente involucrado dos o tres años después en una negociación con el Gobierno nazi de Alemania, para promover una “solución final” al “problema de los judíos” en el mundo germánico, consistente en su ¡emigración masiva a Palestina, organizada por el Gobierno Nazi de Alemania, en acuerdo con los judíos ya residentes!

[8] Seguramente, Gandhi se refiere en este párrafo a la gran rebelión árabe contra los ingleses en Palestina y a otros episodios anteriores. Es posible que también supiera de las masacres de algunas decenas de judíos perpetradas en Palestina. No se puede dejar de comparar esa cifra con los más de mil cuatrocientos palestinos muertos por el Ejército israelí a principios de 2009 en Gaza -técnicamente civiles-, en un “conflicto” durante el cual hubo solamente trece muertos israelíes, diez soldados y tres civiles -muertos por los famosos cohetes Qassan-. Así como en la actualidad, tampoco justificamos a la violencia que mata algunos judíos, el texto de la carta de Gandhi en 1938 ilumina un aspecto importante de la cuestión: los “árabes” de fines de la década de 1930 estaban resistiendo a la opresión británica, mientras que los “palestinos” de fines de la década de 2000, argumentan estar resistiendo (y mucha gente no palestina, ni árabe, ni islámica, está de acuerdo con ellos) a la opresión israelí.

[9] Este es el párrafo central del argumento de Gandhi sobre la cuestión judía. A mí, como judío (que es un particularismo del universalista ser humano) me convoca completamente la perspectiva de que cada país pueda ser mi hogar por medio del vínculo amoroso: amor a la patria.

[10] Man en el original. Dada la fecha de la carta, esa palabra en esa época admitía la traducción española hombre, como sustantivo bi-genérico. Hoy la traducción literal sería inadmisible, porque traicionaría el sentido de la expresión. Por eso prefiero traducirla como ser humano.

[11] Como sabemos perfectamente, los judíos de Palestina no siguieron, el consejo de Gandhi, salvo pocas y notables excepciones.