Tenemos el espanto a nuestras espaldas y aunque nos movamos sin miedo, hay situaciones en las que resulta casi imposible liberarse de los recuerdos de la dictadura. Como cuando ayer, sin motivo alguno, en forma amenazante los carabineros de Fuerzas Especiales se acercaron rodeando -en el Parque Forestal- a nuestra periodista Claudia Aranda. Ella, con su celular, estaba justamente haciendo un vídeo de las parejas y las familias que aprovechaban de salir después de meses de cuarentena, a tomar un poco de aire al parque, de modo distendido. El contraste entre esa aparente ingenuidad de las familias y el matonaje de carabineros, que al no tener a quien reprimir en Plaza Dignidad, fueron a hacerse de sus presas -cual animales en cacería- a las inmediaciones.
Claudia, filmando, advirtió que la rodeaban y constató (está en las imágenes grabadas) que el carabinero que le hablaba no llevaba identificación ni nombre, como los protocolos lo indican. Reclamó al respecto; el funcionario se colocó su chapa, pero a su vez solicitó su identidad. Al señalar que estaba en todo su derecho de reportear lo que ocurría, el altercado fue en aumento mientras otros funcionarios la rodeaban, colegas periodistas también, para finalmente tomarla y llevarla dentro de un carro blindado, mientras ella gritaba su nombre como hacíamos en los oscuros años en los que se desaparecía: «Soy Claudia Aranda, corresponsal de la agencia internacional de noticias Pressenza».
Los demás periodistas presentes no cayeron en la estupefacción, sino que replicaron de inmediato en voz alta su nombre. Grabaron, dejaron constancia en vídeos y los pusieron a circular de inmediato por las redes sociales.
En menos de un minuto se levantó la alerta. Sabemos -lo tenemos ya en el ADN- que lo primero es darlo a conocer ampliamente. Los colegas corresponsales extranjeros multiplicaron su nombre, lo replicaron hacia otros países. El Colegio de Periodistas también lo multiplicó con premura. Nosotros, desde Pressenza Chile, llamamos a nuestro abogado que se desplazó de inmediato apersonándose en la Posta Central, donde habrían de constatar las lesiones en un tobillo y posibles otras fracturas. Relató que en el carro blindado la amenazaron, iba sola entre doce carabineros que varias veces -consultando sobre el cargo que le imputaban- le señalaron que «ya se lo encontrarían, algo seguro te vamos a poder encontrar para detenerte». Comportamiento policial que en nada difiere de las actitudes que conocemos desde hace más de tres décadas en este país.
Sacamos una nota de prensa dando a conocer los hechos y apoyándola con los propios vídeos de Claudia, evidenciando el momento de su detención, y la compartimos de inmediato, ampliamente. Reaccionó casi de modo reflejo y muy solidariamente un diputado que la conoce bien, el humanista Tomás Hirsch. Nos ofreció su apoyo, mientras el equipo de la Diputación comenzó a tomar datos y estudiar el caso legalmente. Estando todavía ella en la Posta, se redactó un Oficio y justo mientras la trasladaban a la Tercera Comisaría, el diputado Hirsch lo envió a varias instituciones: Ministerio del Interior, Contraloría, la propia Cámara de Diputados, la Subsecretaría de Interior, Ministerio Secretaría General de Gobierno, Ministerio de Defensa y puso en conocimiento de ello al Colegio de Periodistas y al Instituto Nacional de Derechos Humanos.
Recepcionado el Oficio, se dio a conocer el hecho por las redes sociales, donde contó con la réplica de muchos otros diputados de oposición, periodistas de todo el mundo y usuarios que levantaron su voz solicitando la inmediata liberación de Claudia. Estuvo entre las tendencias trending topic de Chile y el tema se hizo ineludible.
Según Carabineros de la Tercera Comisaría «el documento de identidad» de Claudia no aparecía, motivo suficiente como para postergar al máximo su salida y dejarla para el final, cuando ya no quedaban otros detenidos en el recinto. A la 1:00 hrs de la madrugada la liberaron finalmente, con un tobillo fracturado y una mano inutilizable, pero con el ánimo de lucha intacto, resuelta a descansar para poder seguir dando cuenta de lo que ocurra en estos días cruciales en las calles, con la gente, en lo que será la opción por el cambio constitucional.
Agradecemos a tantas, a tantos que nos hicieron sentir -como agencia- que estamos insertos en una enorme red de colaboración recíproca, acá en Chile e internacionalmente, que busca que nos saquemos finalmente de encima todo vestigio de violencia, represión y agresión, para dar paso a una sociedad libertaria en la que la información sea un derecho y su ejercicio no tenga trabas. ¡Gracias!