Once meses después del quiebre institucional el país confía poder recuperar la democracia
«Hemos recuperado la democracia y la esperanza. Nuestro compromiso es gobernar para todos los bolivianos, un gobierno de unidad nacional, aprendiendo y superando nuestros errores. Hoy ha sido ‘para el pueblo lo que es del pueblo’».
Son las primeras palabras del presidente electo de Bolivia, Luis Arce, luego de que la encuestadora CiesMori-Unitel diera a conocer los resultados a boca de urna, que le daban una abrumadora victoria en primera vuelta al candidato del Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), con más de 20 puntos arriba del ex presidente Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana.
Mientras se espera que las autoridades electorales concluyan el cómputo de las actas y oficialicen el triunfo de Arce, Bolivia se enrumba hacia la restauración del hilo constitucional y democrático tras el golpe de estado del año pasado, que derrocó al presidente electo Evo Morales e instauró un gobierno de facto, fascista y racista, con el aval y patrocinio del trumpismo, la Organización de los Estados Americanos (OEA), los gobiernos títeres del imperio estadounidense y con la inacción culpable de la Unión Europea.
Fueron once meses de persecución, represión, encarcelamiento y exilio para los opositores, de masacres como las de Sacaba y Senkata, de silenciamiento de los medios no alineados con el gobierno de facto. Fueron once meses de vuelta al neoliberalismo más retrógrado, de militarización de los territorios, de odio racista y revanchismo fascista. Fueron once meses de ineptitud, corrupción y abandono de la población en medio de la pandemia.
El pueblo constató en carne propia lo que significaba la vuelta al poder de la aristocracia boliviana y de fuerzas políticas tradicionales plegadas a los intereses de Washington. Pero el pueblo no se rindió, esperó pacientemente su momento y, tan sólo once meses después del quiebre institucional, derrotó en las urnas a los golpistas. El pueblo les dio una tremenda bofetada y abrió camino a nuevos escenarios en el país.
De esto y mucho más conversamos con el joven periodista y próximo Máster en Estudios Latinoamericanos, Andrés Velasco Santi.
– ¿Esperabas una victoria tan contundente del candidato del MAS?
– Efectivamente fue una sorpresa. Hicimos una ponderación de todas las encuestas que se realizaron a partir de febrero hasta la primera semana de octubre. En las últimas seis encuestas, el candidato del MAS se posicionaba entre el 42 y 46 por ciento. Lo que tenemos hoy es una victoria por mayoría simple y una recuperación inesperada de una cantidad importante de votos.
Además de un cambio de eje en torno a la articulación política, me parece que el MAS está en esencia cohesionado no tanto por el liderazgo de una persona, sino por el proyecto político que ha establecido para Bolivia.
– ¿Cuáles son los elementos que llevaron a este resultado?
– Hay varios factores que se han generado tras la ruptura del orden institucional el año pasado. La gestión económica y de la pandemia, sumado a la política de préstamos y endeudamiento del país, ha sido desastrosa. Esto ha puesto en evidencia que el manejo económico de la anterior gestión del MAS era la más efectiva: no sólo no vulneraba la soberanía económica, sino que aseguraba una distribución más equitativa de la riqueza.
Otro eje tiene que ver con el tema socio cultural y el retorno del neoconservadurismo. Con el golpe hubo un viraje hacia el nacionalismo, el anti izquierdismo, la intolerancia, con una lógica propia del neoliberalismo salvaje. Además se generó una excesiva militarización de la sociedad, que se sumó a la pérdida absoluta de confianza hacia la institución policial.
Asimismo, trataron de cambiar lo que es el relato del Estado Plurinacional, reemplazándolo por el viejo republicanismo y desplazando toda noción de que los pueblos indígenas son parte del Estado y del poder.
Durante los últimos 14 años, el conservadurismo boliviano ni siquiera ha podido crear un proyecto político y una estructura suficientemente fuerte para enfrentar con éxito un aparato tan profundo como es el del MAS.
En este sentido, la gestión de Jeanine Añez ha mostrado claramente la ineptitud de un bloque de poder sin proyecto. El intento de destruir al MAS fracasó y la persecución lo que terminó haciendo fue mostrar la lógica autoritaria y tiránica de este gobierno de facto, en especial del entonces ministro de Gobierno, Arturo Murillo.
Mi papá fue exiliado en seis oportunidades, mis tíos también. Nunca pensé que iba a vivir aquellas épocas. El 80 por ciento de mis amigos terminó en el exilio y cinco de ellos están siendo acusados de sedición y terrorismo por activismo digital. El revanchismo ha sido muy fuerte, hasta han llegado a satanizar y desarticular la Escuela de Comando Antimperialista para oficiales de las Fuerzas Armadas.
Todo este odio y esta campaña de desprestigio ha desgastado la gestión del gobierno transitorio.
– ¿Quiénes son los principales derrotados de estas elecciones?
– A nivel nacional son las oligarquías regionales, los aristócratas del oriente boliviano, los que tienen esa visión sumamente anacrónica del nacionalismo, estos segmentos desclasados de esa clase media alta racista que pensaba que podía someter a los pueblos indígenas por mero capricho. Son los que articularon el complot del año pasado bajo las directivas brasileñas.
Definitivamente no han logrado entender la política sobre la cual este país es fundado, que es la diversidad cultural, el segmento nacional popular que ha sido completamente desplazado de todas las propuestas electorales, que se han dado para estas elecciones por parte de movimientos conservadores.
– ¿Y a nivel internacional?
– Todo este ‘grupete’ de actores del Grupo de Lima, toda esta lógica imperialista brasileña que va de la mano con la estadounidense. Recordemos que durante el golpe se realizaron varias reuniones para afinar la estrategia golpista y quienes participaron fueron la iglesia católica, el embajador de Brasil, el encargado de negocio de Estados Unidos y los partidos conservadores de Bolivia. Ellos son los derrotados y aplazados.
– ¿Cuáles son los principales desafíos del nuevo gobierno del MAS?
– En la retórica del gobierno interino (de facto) hubo una lógica de satanizar al MAS, y durante este año el racismo ha vuelto en la sociedad. En este sentido el tema de la unidad, de la integración, de la reconciliación, de enmendar errores, es el eje central sobre el cual Lucho (Luis Arce) está articulando su discurso y parece adelantar la que va a ser una reforma del eje político del MAS.
Además los desafíos van a ser inmensos, comenzando con la crisis económica que enfrenta Bolivia, tanto por la pandemia como por el enorme endeudamiento contraído por el gobierno interino (de facto) con los organismos financieros internacionales. Es por eso que el presidente electo (quien asumirá el cargo antes del 15 de noviembre) ya anunció como primera medida la entrega del bono contra el hambre.
Los pueblos indígenas han sido muy afectados por la pandemia. Muchos de sus líderes se han enfermado y va a haber un cambio generacional. En este sentido, los movimientos sociales se están volviendo a articular y van a entrar a una nueva etapa, a una nueva lógica de consenso, a un nuevo proyecto de Estado y con nuevas agendas y demandas.
Sin lugar a dudas va a ser uno de los gobiernos más difíciles para el MAS.
– ¿Qué va a pasar con los altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía que fueron cómplices directos del golpe?
– Es un tema muy delicado. Todos aquellos militares que estuvieron involucrados en las masacres del año pasado y en crímenes de lesa humanidad deben ser juzgados. Así mismo aquellos que el gobierno transitorio ascendió mediante decreto supremo, incumpliendo la Constitución que dicta que debe haber una aprobación de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Luego tenemos una institución policial totalmente desprestigiada, que fue una pieza fundamental para que se fraguara el golpe. O se hacen grandes cambios cuando asuma el nuevo presidente o debe ser reemplazada por otra. Este país necesita rearticularse y tomar impulso para afrontar el desafío más grande: un proceso de reconciliación en medio de una crisis post pandemia.
– Reconciliación que no significa impunidad…
– Para nada. No va a haber una actitud revanchista, pero se van a juzgar a los que se han manchado de delitos. Va a ser un proceso muy transparente, donde se pueda demostrar quiénes han sido los que han participado en el golpe.
– Y para terminar, ¿qué impacto tendrá en América Latina la derrota del golpe en Bolivia?
– En América Latina hay un retroceso de los procesos anti-latinoamericanistas y de la lógica conservadora. Lo vimos con las elecciones en Argentina y México, con las protestas en Chile donde se logró hacer temblar el esquema conservador más profundo que es la constitución pinochetista. El próximo año hay elecciones en Ecuador. Se está apuntando a abrir un nuevo ciclo de gobiernos progresistas en el continente, y lo que pasó el domingo en Bolivia se enmarca en este proceso paulatino.
Fuente: LINyM