Condeno la violencia en todas sus formas, venga de donde venga, pero no basta con condenarla. Es necesario entender que la violencia responde a una cultura de la venganza. Polarización, violencia y venganza son todos conceptos que se miran y analizan por separado, pero que están íntimamente ligados, se retroalimentan entre sí y son constitutivos del deterioro de la convivencia que, para recuperarla, necesitamos liderazgos focalizados en el bien común, en vez de defender intereses particulares, cualquiera sea su naturaleza.
En el origen de la venganza siempre hay un antes. Un antes que se esconde en un ordenamiento que puede ser jurídico, institucional o moral. Como dijo recientemente el sacerdote jesuita Felipe Berrios sobre los presos y presas de la revuelta popular: “¿Por qué la justicia es tan blanda con algunos empresarios y tan dura con estos chiquillos? ¿Será porque son pobres?”.
La polarización es una buena táctica político comunicacional que rinde frutos a corto plazo, pero tiene consecuencias insospechadas en el mediano y largo plazo. La polarización consiste en mirar el mundo en blanco y negro, sin grises, sin admitir los matices que constituyen la esencia de la vida en comunidad. Desgraciadamente estamos construyendo una sociedad cada vez más polarizada, que se ve acentuada por los algoritmos de las redes sociales, que sólo nos muestran lo que coincide con nuestra manera de pensar. Es la forma en que las empresas que administran las redes sociales captan y mantienen nuestra atención. Ese es su modelo de negocio.
Las noticias falsas o “fake news” son un método efectivo para polarizar y conseguir adeptos a una causa. Van polarizando a través del reforzamiento de estereotipos que apelan y refuerzan prejuicios, los que a su vez van incubando la superioridad en unos que abusan y violentan mientras va naciendo un sentimiento de injusticia y búsqueda de desquite por la otra parte.
El antes también se esconde en las redes sociales que nos parecen tan inofensivas. Más del 50% de las personas creen que una noticia falsa es verdadera cuando coincide con su forma de pensar. Ni siquiera llegan a cuestionarse sobre la veracidad de la misma. Simplemente se la tragan y la repiten en sus propias redes sociales. Otra cifra alarmante es que una noticia falsa se difunde seis veces más rápido que una noticia verdadera.
Una cancha desnivelada impone un daño en las personas, convirtiéndolas en víctimas ya sea por agresión de carácter físico o, simplemente una pérdida en su dignidad, su honor, su propiedad o su comunidad; es una agresión por cuanto afecta todo aquello con lo que se identifica.
Cuando la cancha está desnivelada y las personas afectadas toman conciencia de ello, el resarcimiento se busca en la venganza, el desquite. Y rara vez esta es proporcional al agravio. La violencia no se termina simplemente con condenarla o reprimirla. No se trata de empatar y, a riesgo de ser mal interpretados por quienes sacan provecho de la polarización y la cancha inclinada a su favor, desde Fundación Semilla, invitamos a reflexionar sobre la relación entre polarización, violencia y venganza. Necesitamos liderazgos capaces de romper el espiral de violencia; que sean capaces de mirar hacia atrás, entender el presente y ofrecer caminos de futuro compartido.