Prácticamente desde el inicio de la pandemia, la noticias de la llegada de brigadas médicas cubanas a distintos países del mundo llegaron como “viento fresco”. Hoy, la brigada Henry Reeve, premiada ya por la OMS, es uno de los candidatos al premio nobel de la paz… para compartir con nosotros un poco de la enorme tarea de las brigadas médicas tenemos con nosotros a Enrique Ubieta, desde Cuba.
Ensayista e investigador cubano. Fue director del Centro de Estudios Martianos. Dirige Contracorriente, revista de Ciencias Sociales y está al frente de la Cinemateca de Cuba. Autor de varios libros, entre ellos Ensayos de identidad (1993); De la historia, los mitos y los hombres (1999) y La utopía rearmada, que mereció el premio EPO-Abril en su primera edición de 2001. Compiló el libro Vivir y pensar en Cuba. Es colaborador de varias revistas nacionales entre las que destacan Temas, La Jiribilla, El Caimán Barbudo y Revolución y Cultura. (La Habana, 1958)
Para entrar de lleno en el tema de la entrevista, te quería preguntar cuándo nacen y brevemente cuál es el proyecto de las brigadas médicas cubanas.
Lo primero que habría que señalar es que el internacionalismo médico cubano, prácticamente, nace con la revolución, en el año 60 hay una brigada medica que va hasta Chile, donde la espera Salvador Allende y, por supuesto en ese momento muy lejos de pensar que llegaría a la presidencia. En el año 60, fíjate. Después empieza a ser algo habitual, les pedían a los médicos que vayan a Argelia, vayan al Africa, vayan a América Latina y eso se constituye en parte del concepto que la revolución desarrolla que la solidaridad no debe ser algo interno solamente, tiene que ser interno y externo, tiene que haber una correspondencia entre ambas cosas. Hay un discurso de Fidel que da al principio de la revolución en el que él habla que vamos a tener muchos médicos y que vamos a poder regar de solidaridad el mundo y eso va creciendo con el tiempo.
Es importante que te mencione algo que es un mito en ese proceso, después de que cae el llamado campo socialista en los años 90, en el mundo hubo una especie de retroceso de la izquierda, es decir, algunos que habían sido de izquierda se avergonzaban de haberlo sido y muchas prácticas internacionalmente se dejaron a un lado. En ese momento, Fidel vuelve a levantar de una manera más fuerte, más constante el sistema de la ayuda internacional médica, a propósito de los huracanes Mitch y George que fueron en Centro América y en Haití en el año 98. Aparecen esas unidades con mucha fuerza en toda Centroamérica y en Haití, empiezan a surgir diversas ideas en torno a esa presencia, que después se extiende hacia el Africa, se extiende otra vez hacia América Latina. Pero en 2005 hay un huracán muy fuerte en Nueva Orleans, el huracán Katrina y Cuba organiza una brigada, más de mil médicos y enfermeros que estarían dispuestos a ir a Nueva Orleans a ayudar al pueblo norteamericano y ese contingente recibe el nombre de Henry Reeve, que es un patriota norteamericano que peleó en la guerra de independencia de Cuba en el siglo XIX y obtuvo los grados de general, un hombre muy valiente.
Esto no se logra porque los norteamericanos no aceptan la ayuda, pero a partir de ese momento el continente Henry Reeve, que se dedica exclusivamente a ayudar en momentos de crisis, un terremoto, una epidemia, una guerra civil. Va por dos, tres meses, tiempo justo para ayudar. Ese contingente empieza a ir, el primer lugar que fue es a Guatemala y fue a Pakistán, fueron los dos primeros lugares, pero después empieza a extenderse a lo largo de todo el mundo. Los eventos más importantes en los que ha intervenido el contingente Henry Reeve podría decir que son el Ébola en Africa, fue el propio secretario general de las Naciones Unidas, llamó por teléfono al presidente de Cuba para pedirle que asistiera a los países africanos en la epidemia de Ébola y fue Cuba quien envió 157 médicos y enfermeros a los tres países afectados. Yo tuve la posibilidad de viajar con ellos, presenciar el trabajo y escribí un libro sobre eso. Este ha sido un hito y el otro hito ha sido la covid-19 algo que aun no termina, que sigue estando. Cuba ha mandado brigadas a 39 países en el mundo para ayudar a erradicar la covid-19 y por primera vez en la historia se ha enviado brigadas a países del primer mundo, del grupo de los 7 como Italia. Además te digo algo muy importante nuestras brigadas que han ido a Italia, son dos, han ido a Lombardía y Piemonte, han servido en esos lugares de manera absolutamente gratuita, ni el gobierno Cubano ni los médicos ni enfermeros cubanos han recibido un centavo por esa labor, estando en un país rico, yendo de un país pobre, bloqueado, justificándose el bloqueo con la presidencia de Trump al máximo, buscando asfixiarnos en el momento en que uno está tratando de ser solidario con otros. Esta es la historia en esencia de esta ayuda internacionalista.
Absolutamente y eso nos lleva a repensar un poquito las categorías que se están utilizando hasta ahora, como las de primer mundo, que mencionabas. Te quería preguntar a propósito de el envío de la brigada a Italia, que tú acompañaste, ¿cuáles son las diferencias en los sistemas de salud que nos puedes contar y qué situaciones distintas del personal medico que has visto entre Cuba e Italia?
Los hombres, las mujeres no son diferentes en un país u otro, en todas partes encuentras personas que son solidarias, personas que tienen sentimientos nobles, lo que cambia por supuesto es el sistema, el sistema lo que determina es como se comportan algunas personas u otras. En Italia encontramos, primero había un sistema de la llamada sociedad de bienestar social que ha ido destruyéndose, poco a poco, es decir el sistema existió mientras existió el campo socialista, ahora ya no tiene sentido para ellos y en esa sociedad italiana había un sistema médico bastante complejo, pero se ha ido poco a poco destruyendo en los últimos años, se han ido creando condiciones para introducir dentro del propio servicio publico el servicio privado, esto ha ido impidiendo que el país esté preparado para una epidemia como esta, eso por una parte. Por otra, hay algo que es de concepción, en estos países con mucho dinero, con muchas posibilidades económicas, la tecnología obviamente es de primer nivel, nosotros como médicos cubanos, yo te hablo como nosotros porque formaba parte de la brigada, pero no soy médico… Los médicos y enfermeros cubanos han desarrollado mucho la clínica, la apreciación clínica del paciente. Primero por tradición, porque la base de la medicina es esa. Pero también por un hecho concreto, es decir nosotros estamos bloqueados desde el año 60, nosotros padecemos un bloqueo que nos impide tener la última tecnología en cada cosa, tratamos de adquirirla porque no estamos en contra de la tecnología, pero a veces no tenemos la última tecnología. Entonces, de pronto se encontraron dos escuelas, dos maneras de enfrentar la medicina, el médico italiano acostumbrado a solucionarlo todo con 20 análisis médicos con la última tecnología mirando al ordenador y el medico cubano que va a donde está el paciente, lo ausculta, lo toca, le pregunta por su pasado, si había tenido tal cosa, qué ha comido y tiene una relación directa con el paciente. La sorpresa que se llevaron los italianos es que muchas veces, esto lo confesó el director del hospital donde estábamos trabajando, el médico cubano llegaba a una conclusión, mucho antes de que se hicieran los análisis, que corroboraban y con muchos menos gastos en recursos, que los que hacían análisis. Los médicos italianos luego también comprendieron la necesidad de conversar con los pacientes, de tocarlos, de auscultarlos y ese intercambio fue muy positivo. También hay que decir que los médicos cubanos, como no están detrás del ordenador, están interactuando con el paciente, establecen relación afectiva con él, hay una relación, un intercambio, siempre se conversa, al final terminan siendo amigos y eso también ayuda a la curación, es parte del proceso afectivo que influye en la curación de ese paciente. Se recibieron muchas cartas de pacientes que salían de alta del hospital agradeciendo a los médicos por ese amor, esa relación afectuosa hacia ellos, que sintieron que existía. Y una última cosa hay, el tema de la bioseguridad. Los médicos cubanos viven en un país tropical donde han habido varias epidemias que han sido controladas, incluso nos han creado algunas epidemias por la guerra biológica, pero además de eso viajan a Africa, viajan a América Latina y están acostumbrados a lidiar con epidemias. Especialmente el hecho que cuando fueron al Ébola tuvieron que aprender muy bien las normas de bioseguridad porque podía costarles la vida, era muy fuerte el nivel de contagio de esa enfermedad.
Cuando llegan a Italia se encuentran con una situación diferente, los italianos, los europeos no estaban acostumbrados a enfrentar epidemias, pensaban que eso era cuestión del pasado, de la literatura de la Edad Media y sencillamente no sabían cómo enfrentarla, no teóricamente sino en la práctica, con ciertas medidas de bioseguridad. Cuando los cubanos llegaron establecieron una aduana de entrada y salida de la zona roja, ante la cual los médicos italianos estuvieron desconcertados, al principio incluso algunos muchachos jóvenes, recién graduados, protestaban, hubo cierto conflicto porque no querían acatar esa disciplina. Sin embargo, el resultado fue muy evidente y ellos lo reconocieron de una manera muy abierta, y es que en un país donde hasta ese momento el 11% de todos los enfermos eran trabajadores de la salud, en ese hospital que se creó durante esos tres meses, donde trabajaron mas de 100 colaboradores italianos y 38 médicos y enfermeros cubanos, no se enfermó un solo trabajador de la salud, ni uno. Eso también evidenciaba que esas medidas que aplicaron eran medidas muy eficientes, muy necesarias.
Enrique, te quería preguntar dos cosas rápidas: Una, tú nos has contado a través de tus crónicas desde Turín, justamente la evolución de la misión de la Brigada Henry Reeve, si nos puedes hacer una especie de balance globalmente con todo este tiempo, esta misión, ¿cuál es tu balance del apoyo dado en esta pandemia? Y también, otra pregunta final, ya nos has hablado de esta suerte de medicina más humana que han llevado los médicos cubanos de la Brigada, ¿tú crees que de alguna forma podrá cambiar algo en Italia, en Europa, puede ser una suerte de efecto demostración, el ejemplo de los médicos cubanos para que se repiense esta privatización del sistema de salud público que está avanzando con tanta fuerza desde hace décadas en Europa?
Yo creo que es un momento propicio para reformular el sistema, es propicio. Pero eso no va a ocurrir si nosotros y con nosotros me refiero a los ciudadanos del mundo, dejamos que eso ocurra de manera natural, de manera natural eso no va a ocurrir ,porque hay muchos intereses detrás, lamentablemente. No estamos hablando de políticas que han adoptado personas por incapacidad, estamos hablando de políticas para beneficiar a unos en detrimento de otros. Yo creo que la pandemia ha creado todas las condiciones para que el mundo cambie, son condiciones objetivas, para las condiciones subjetivas porque el mundo no va a cambiar solo, el mundo no va a hacer cambiar al mundo, tenemos que cambiar nosotros, los seres humanos y esa es la parte fundamental. Yo creo que la huella de los 38 cubanos en Turín de 3 millones de habitantes, tampoco nosotros vamos a dejar una huella tal que cambiaran las cosas, no se trata de eso. Yo creo que los médicos italianos que nos acompañaron, con una verdadera vocación porque la tenían de solidaridad, de humanismo, de entrega a su profesión, yo creo que ellos se llevaron una clara idea de lo que la medicina podría ser, una medicina social, incluso fuimos a las casas de los pacientes, cosa que no se hacía. Empezamos un pesquisaje, que no se hacía, fuimos a un dormitorio de mujeres que vivían en la calle, que se les daba por un día para que puedan dormir ahí, eran perseguidas, estamos hablando de mujeres prostitutas que habían llegado de otros países, traídas a la fuerza y fuimos ahí a dar orientaciones epidemiológicas. Se hicieron muchas cosas que yo creo que dejaron una huella en las personas, al menos las que estaban entre nosotros, y yo creo que se dejaron un convencimiento en esas personas de lo mucho que se puede hacer cuando existe voluntad política.