Por: Jorge Escobar Banderas
Cinco menores de edad fueron asesinados el pasado 11 de agosto en el barrio Llano Verde de la ciudad de Cali, en el departamento del Valle del Cauca
Transcurría la semana de la juventud en Colombia; el ánimo de realizar actividades virtuales donde se resaltan el espíritu y el coraje quedó dilucidado entre las alarmantes noticias que daban cuenta del recrudecimiento de la violencia en distintos puntos del país; ¿las víctimas? jóvenes entre los 14 y los 26 años.
La consternación no se hizo esperar, pues la condena pública hacia las distintas masacres cometidas en un lapso no mayor a cuatro días en Cali (Valle del Cauca) y Samaniego (Nariño), se hizo sentir en las redes sociales, donde varios testimonios daban cuenta de la preocupación que existe entre los colombianos por regresar a las épocas donde estas situaciones hacían parte del día a día.
Los primeros anuncios realizados por las autoridades tenían en común el aumento de la presencia de la Fuerza Pública para acompañar a estas comunidades. Sin embargo, especialistas que trabajan en estos sectores se mostraron preocupados ante el tratamiento que el gobierno le otorga a hechos como estos.
El médico Alberto Concha ha trabajado con diversas organizaciones públicas y sociales del oriente de Cali en temáticas de prevención de la violencia y, desde su experiencia, indica que la militarización de estas zonas no permite solventar el tema de la falta de oportunidades para sus habitantes, quienes diariamente conviven entre la inseguridad, el microtráfico y la pobreza. Resaltó además que las experiencias anteriores no fueron muy exitosas en ese aspecto.
Por su parte, el colectivo social Biblioghetto que tiene presencia en esta zona de la ciudad, alertó en su cuenta de Twitter, sobre la falta de comprensión alrededor del tema de la violencia juvenil, donde hacen referencia a la necesidad de ir a los orígenes de estas situaciones, para brindar soluciones adaptadas a las circunstancias del territorio.
Una alerta ignorada
Llano Verde es un barrio de 20 mil habitantes ubicado entre los cañaduzales de la periferia de Cali, su paisaje está compuesto por viviendas de interés social y una infraestructura que no alcanza a satisfacer las necesidades de su población, compuesta en gran parte por hombres y mujeres afrodescendientes, víctimas del desplazamiento forzado.
Ver: Llano Verde, acorralado por odios y grupos armados
Ahora bien, la grave situación de orden público no se trata de un hecho desconocido para las autoridades nacionales. La masacre ocurrida el martes 11 de agosto en contra de cinco menores de edad fue la cúspide que evidenció la vulnerabilidad que corre la juventud en la capital del departamento del Valle del Cauca.
El equipo de Pressenza Colombia tuvo acceso a una de las alertas tempranas emitida por la Defensoría del Pueblo, el pasado 13 de diciembre de 2018 donde se le hacía un llamado a la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez con el fin de tomar “medidas urgentes” que permitan salvaguardar la integridad de los habitantes de los barrios Potrero Grande, Desepaz – Invicali y Llano Verde.
El documento explica que estos espacios han despertado el interés de diversos grupos armados ilegales o de delincuencia organizada para aumentar su presencia. Aquí ellos se valen de diversas formas de imponer su control, poniendo en riesgo especialmente a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Así mismo, le recomendaban al gobierno municipal y departamental tomar las acciones necesarias para proteger a esta población.
Acciones por el futuro
Muchos han sido los proyectos enfocados en prevenir las situaciones de violencia, sin embargo, la poca comprensión del entorno en el cual desarrollan sus acciones no les garantiza el impacto esperado. El colectivo Biblioghetto en otro de sus trinos da cuenta de la poca empatía de los programas sociales emprendidos en este sector.
Al tiempo que hizo alusión a la ausencia de políticas gubernamentales que hagan frente a estos casos. “Acá son sólo capturas y operativos”, expresó el trino. El profesional Alberto Concha también coincidió en esa perspectiva, por ello, hizo referencia a la necesidad de trabajar en una intervención educativa, con especial énfasis en el emprendimiento.
Expresó que no se deben iniciar acciones temporales donde se responda a un hecho coyuntural sino a las necesidades planteadas por la comunidad, partiendo del diálogo entre los diversos actores sociales y que estas sean sostenibles en el tiempo.