Por Samira Sadeque
– Los países con bajo desarrollo humano enfrentan la peor parte de los cierres de las escuelas en buena parte del mundo, con más de 85 por ciento de sus estudiantes fuera de las aulas durante el segundo trimestre de 2020, según un informe de las Naciones Unidas sobre impacto de la covid-19 en la educación.
En el lanzamiento del reporte, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, dijo que la pandemia «ha provocado la mayor interrupción de la educación» de la que se tenga memoria.
“Nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas”, advirtió el martes 4 Guterres en un mensaje especial por video, al lanzar el informe.
El documento de políticas del Secretario General alerta precisa que el cierre de escuelas debido a la pandemia ha afectado a 1600 millones de estudiantes en más de 190 países.
En el Reino Unido, hay una diferencia en lo que afecta a los estudiantes y lo que afecta a los padres y maestros, según la profesora Anna Mountford-Zimdars, que enseña movilidad social en la Universidad de Exeter.
Con los estudiantes que ahora asisten a las escuelas de forma remota, dijo, los padres, maestros y tutores están priorizando temas como la seguridad, el bienestar y la nutrición, no los logros educativos. Sin embargo, los estudiantes están «muy preocupados por sus logros y su avance y cómo esto afecta sus perspectivas futuras».
Mountford-Zimdars habló con IPS días después de la publicación del informe de política de la ONU. En mayo, su oficina en Centro para la Movilidad Social de la universidad publicó los resultados de una encuesta sobre cómo el cierre de los planteles escolares afectan a padres y estudiantes en el Reino Unido.
«Los estudiantes informaron sobre una sensación de ‘pérdida de poder’ con respecto a sus próximos pasos como marco para sus logros y sus oportunidades en el seguimiento de su educación», dijo la experta.
Según el informe de la ONU, «unos 23,8 millones de niños y jóvenes adicionales (desde preescolar hasta la universidad) podrían abandonar o no tener acceso a la escuela el próximo año debido solo al impacto económico de la pandemia».
La pandemia está agravando los problemas ya existentes en las áreas rurales y especialmente vulnerables, lo que dificulta el aprendizaje para quienes viven en zonas pobres o rurales, en especial a las niñas, refugiados, personas con discapacidad o desplazadas forzosas.
Pérdida de poder
«En los sistemas educativos más frágiles, esta interrupción del año escolar tendrá un impacto desproporcionadamente negativo en el alumnado más vulnerable, aquellos para quienes las condiciones para garantizar la continuidad del aprendizaje en el hogar son limitadas», indica el informe de alcance de la ONU sobre el impacto educativo de la crisis sanitaria.
Señaló que la región del Sahel es especialmente susceptible a algunos de los efectos nocivos, ya que la clausura se produjo cuando muchas escuelas de la región ya estaban cerradas debido a una serie de problemas como la seguridad, las huelgas o los problemas climáticos.
Según el informe, 47 por ciento de los 258 millones de niños sin escolarizar del mundo (30 por ciento debido a conflictos y emergencias) vivían en África subsahariana antes de la pandemia.
Mientras tanto, el hecho de que los niños permanezcan en casa todo el tiempo por las medidas de confinamiento puede significar desafíos para los padres y podría «complicar aún más la situación económica de los padres, que deben encontrar soluciones para brindar atención o compensar la pérdida de comidas escolares».
Esto también está presente en los hallazgos de Mountford-Zimdars y el centro universitario donde trabaja.
La especialista británica dijo a IPS que su investigación muestra que los padres perciben la situación actual como «educación de crisis» y no como «educación en el hogar» o aprendizaje remoto.
Resquicio de esperanza
Hay, sin embargo, algunos elementos positivos.
Ante la pandemia y la clausura de las aulas, las instituciones educativas respondieron con una «innovación notable» para abordar la brecha, según el informe de la ONU. También ha brindado a los educadores la oportunidad de reflexionar sobre cómo los sistemas educativos en el futuro pueden ser «más flexibles, equitativos e inclusivos».
Mountford-Zimdars detalló que su encuesta mostró que los estudiantes con necesidades de educación especial están «prosperando más en la forzada educación en el hogar que en las escuelas convencionales».
«Hay lecciones que aprender de los factores que hacen que la educación en el hogar sea una mejor opción para algunos niños, incluida la oportunidad de adaptar el material a los intereses y necesidades individuales, tomar descansos y divertirse juntos en familia», dijo.
Al reconocer que a menudo la escuela es un espacio seguro para muchos niños, agregó: «También debemos reconocer que existen experiencias divergentes del cierre de la escuela y también hay niños y familias que experimentan esto como una oportunidad para repensar cómo y por qué están haciendo estudios como los que actualmente rigen (en la educación convencional)”.
Avanzando
El informe de la ONU profundizó sobre las medidas a adoptar y pasos a seguir, ya sea para su regreso a las aulas o para mejorar la enseñanza digital.
El documento recomienda soluciones diseñadas en torno a los problemas de igualdad de conectividad para los escolares en todos los niveles, así como para compensar las actividades y aprendizajes perdidos.
Mountford-Zimdars agregó a esta lista dos elementos importantes: un espacio seguro para que los estudiantes compartan su experiencia en el hogar y reflexionar sobre cómo procesaron las consecuencias de la pandemia en sus vidas y en su actividad educativa.
«Es importante crear espacios seguros para que los jóvenes hablen sobre sus experiencias de educación en el hogar», dijo.
Recordó que para muchos estudiantes no ha sido una experiencia positiva, debido a las circunstancias familiares, la falta de acceso a la nutrición, recursos económicos, sociales, culturales y tecnológicos para sustituir las clases presenciales.
«Ahora es una oportunidad para proporcionar espacios para hablar sobre estas experiencias y, si es necesario, ofrecer más apoyo especializado», agregó.
A juicio de la especialista británica, «sería inmensamente beneficioso que el apoyo a la salud mental esté disponible, ampliamente publicitado y abierto a través de la autoremisión de los propios jóvenes y de quienes trabajan con ellos en las escuelas».
Además, planteó, los padres y los maestros deberían guiar a los estudiantes a reflexionar sobre las lecciones positivas que aprendieron con el cierre físico de las escuelas.
«Recomiendo encarecidamente que, en lugar de centrarse únicamente en el aprendizaje perdido dentro de planes de estudio particulares, la reapertura de la escuela se acompañe de un período de reflexión. ¿Qué han aprendido los estudiantes? ¿De qué manera es útil para el futuro?”, concluyó.