Esta nota corresponde a la segunda parte de la intervención de la autora en el acto virtual, organizado por el Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización el pasado 23 de julio, y que llevaba por título Renta Básica Universal e Incondicional, un derecho pendiente. Es la continuación de la nota publicada el día 4 del presente mes.
Ante la pregunta de qué estructuras sociales, políticas y creencias derrumbaría la RBUI, no podemos valorar adecuadamente todas las consecuencias que derivarían de la implementación de una renta básica universal, pero algunas hemos podido verlas por los resultados de las pruebas piloto llevadas a cabo y otras podemos intuirlas.
Sobre creencias
Comenzaría a caer un paradigma, por ejemplo, que ya es insostenible y comenzaría a instalarse otro en el que estaría disociada la sobrevivencia del empleo.
Por otra parte, se pondría en cuestión la creencia de que la riqueza es de unos pocos. La riqueza es de todos y, por tanto, ha de volver a todos, como tantas veces hemos afirmado.
Otro elemento que se pondría en cuestión es la cultura de la meritocracia, que hacemos nuestra pero que responde al relato de los poderosos para justificar la apropiación de lo común y su posición de poder. Porque, si fuera por méritos, muchos de los super ricos, deberían de estar en la pobreza más extrema y ni que decir tiene si hablamos de empleos o trabajos de utilidad social, entonces, se salvarían menos ricos aún.
Otra creencia que caería es que el empleo dignifica. Otra arista del mismo relato, mítico por cierto –vertebrador por tanto, del sistema de creencias que sostienen esta sociedad y en el cual hemos sido formados todos-. Claro que algún “premio” tenía que tener tanto sacrificio. El empleo nos dignifica -nos dicen-. Y nosotros decimos: somos dignos por el hecho de haber nacido seres humanos.
Otra creencia que caería es la que afirma que una renta básica generaría vagos. La experiencia de pruebas piloto nos muestra lo contrario. Da posibilidades a quienes la reciben y fomenta el emprendimiento de quienes se benefician de ella.
Pero, además, la implementación de una renta básica tendría otras consecuencias:
Terminaría de golpe con la pobreza, algo que ya es motivo suficiente para defenderla. Y con ello, avanzaríamos en redistribución de la riqueza y en justicia social…. como ya hemos apuntado.
Se verían puestas en cuestión ciertas relaciones que hoy son de poder de una minoría sobre la mayoría. Cambiarían notablemente las relaciones de dependencia y esclavitud o semiesclavitud de un buen porcentaje de mujeres, niñas y niños y también de empleados, del precariado que denomina Guy Standing… ¡Cuántos trabajadores reciben un salario que no les permite llegar a cubrir sus necesidades más básicas pese a trabajar un buen número de horas al día!
Desaparecería el trabajo infantil y ello permitiría que millones de niñas y niños pudieran acceder a un desarrollo psicofísico mayor, a educación, etc
Afectaría al empoderamiento y avance real de la mujer, de los pueblos originarios, de las minorías… Mejorarían notablemente las condiciones en que vive una parte importante de los colectivos LGTBI, discapacitados…
Si rompemos con el temor a la inanición, la pobreza, la enfermedad y la muerte relacionada con ellas, nos sentiríamos –quizás- con capacidad para defender mucho más abiertamente otros derechos.
Respecto a políticas, claramente estaremos hablando de un cambio de dirección. Porque estaremos hablando de políticas que ponen en el centro a las personas, la Vida, y no a una minoría, como ocurre hoy día.
Por otro lado, una RB, al generar muchísimas más oportunidades, más igualdad de oportunidades para toda la población, sin duda, abriría un campo grande de posibilidades de transformación de todos los ámbitos.
Y quizás, y solo digo quizás, una Renta Básica podría ayudar…
A la democratización de instituciones y de todo el sistema. Podrían darse pasos en la “horizontalización” de toda la sociedad. Ello podría ayudar a construir estructuras sociales y políticas más inclusivas, participativas.
Avanzaríamos –sin duda- hacia una sociedad más sabia, más fuerte, más pacífica.
Por otra parte y hablando de otro aspecto, al poder contar con el tiempo, ganaríamos en libertad. Pero no creo que esté garantizado que esa libertad, que ganaríamos, se transforme automáticamente en libertad en todos los ámbitos.
Entonces, al mismo tiempo que nos aseguramos condiciones materiales de vida digna, han de fomentarse la libertad de ideas y creencias, la construcción de redes y comunidad, la educación en valores y libertad, la educación integral y permanente (una educación que fomente todas las capacidades de cada ser humano, incluido su desarrollo espiritual, una educación que plantee el sentido profundo de la existencia… porque desde ahí, todos los demás aspectos se enfocarán al servicio de la vida, de las personas y de la comunidad. Habrá que intencionar en muchos otros aspectos de la vida social e individual que influyen también en nuestra liberación, pero éste es otro tema.)
Habremos de trabajar para que nos devuelvan lo que es de todos
Ahora bien, una renta básica no se nos dará fácilmente, a mi modo de ver. Mejor dicho, lo que es de todos no se nos devolverá fácilmente. Tendremos que trabajar y juntar intenciones en esta dirección, para conseguirlo.
¡Si las poblaciones conocieran los grandes avances que hay en diferentes sectores y que afectarían positivamente en su salud, en el alargamiento de la vida, si supieran que hay riqueza más que suficiente para que toda la humanidad viva en condiciones dignas… cómo cambiarían las cosas!
Amigas, amigos, necesitamos –hoy- poblaciones esclarecidas y movilizadas, que respalden a políticos valientes dispuestos a defender a sus pueblos.