A continuación, presentamos la segunda y última entrega de la entrevista realizada a la embajadora de Buena Voluntad del FILAC, María Fernanda Espinosa*, en la que se abordan temas como el multilateralismo, la respuesta de los Pueblos Indígenas ante la Pandemia y el escenario que afrontan los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

por Comunicación FILAC

¿Cuál es el papel de los organismos multilaterales en la recuperación económica y cómo mantener su preocupación / ocupación por los Pueblos Indígenas?

MFE.- Aprendimos muchas lecciones estos últimos meses. Desde nuestra fragilidad, nuestra falta de preparación. Somos conscientes que sistemas de salud pública y protección social adecuados y eficientes son fundamentales para enfrentar cualquier crisis, y que los Estados y no los mercados deben estar al frente para construir políticas públicas que permitan combatir la pobreza y la desigualdad.

Sabemos que, a pesar de algunas respuestas unilaterales, la única forma para enfrentar los problemas globales -como una pandemia- es la acción global, la solidaridad y la cooperación internacional. Estos valores son el núcleo del multilateralismo, y el epicentro del multilateralismo es la Organización de las Naciones Unidas que creamos hace setenta y cinco años.

Hoy vemos la necesidad de un Nuevo Contrato Social entre la naturaleza, la sociedad y la economía, desde una perspectiva intergeneracional y claramente inclusiva. Aquí, los Pueblos Indígenas deben tener una voz fuerte, representan a cerca de 370 millones de personas en el mundo, y en América Latina y el Caribe a más de 60 millones.

La gran verdad es que existe un amplio acuerdo de que no podemos volver a la normalidad. La normalidad era el gran problema. Las desigualdades, la pobreza, el racismo, no son normales. Necesitamos crear una nueva normalidad, para «reconstruir mejor» y aquí los Pueblos Indígenas deben ser actores fundamentales. Necesitamos reconstruir un mundo que sea más sostenible, más resiliente. Un mundo libre de desigualdades e injusticias. Tenemos las herramientas, tenemos el conocimiento, tenemos los recursos.

Tenemos la responsabilidad de cumplir con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Ese es el gran marco. Para que esos principios y derechos se cumplan se requiere un trabajo conjunto entre Pueblos Indígenas y Estados y la cooperación de los Organismos Regionales. Destaco el gran trabajo y aporte de la CEPAL, de SEGIB, y el rol central que cumplen organizaciones indígenas regionales como el FILAC.

F. Eso en cuanto a los organismos multilaterales, pero los Estados, ¿en qué situación están? 

MFE: Muchas de las medidas que han tomado ciertos Estados, incrementan los déficits preexistentes en servicios y derechos y, éstos a su vez, se acentúan por las medidas de confinamiento que limitan las actividades productivas en las áreas rurales y urbanas.

Hay una gran diversidad y grados de eficiencia en las respuestas de los Estados en América Latina. Hay casos más exitosos y otros no han logrado dar respuestas diferenciadas ni adaptadas a las condiciones particulares de los Pueblos Indígenas.

Volvemos a lo que mencionamos al inicio, la información estadística aún tiene vacíos y esa es función de los Estados igual que las políticas y acciones de protección, cuidado, acceso a servicios.

Hace unos días en el Diálogo de Alto Nivel que fue propiciado por el FILAC y la SEGIB, una de las representantes de los Pueblos Indígenas decía “no solo se trata de que nos incluyan a los Pueblos Indígenas, tenemos que estar en la mesa donde se toman las decisiones respecto al manejo de la pandemia y a los procesos de recuperación”. Entonces es claro que necesitamos un diálogo horizontal, respetuoso, que dé cuenta de la necesidad de que las respuestas sean culturalmente adaptadas a las realidades de los Pueblos Indígenas y sobre todo a sus necesidades específicas.

Me gustaría volver a la primera parte de esta conversación, en la que usted mencionó que el último informe del FILAC habla de las medidas que están tomando los Pueblos Indígenas de manera autónoma. ¿Puede abundar en ello?

MFE: Claro, ante el escenario adverso que ya describimos, en abril se conformó la Plataforma Indígena Regional frente a la COVID19 “Por la Vida y los Pueblos”, esta plataforma ha sido un verdadero trabajo colectivo inédito en tiempos de pandemia. La plataforma ha permitido recoger e integrar datos e información sobre la amenaza de desaparición de varios de los Pueblo Indígenas, y también de poner en evidencia los impactos diferenciados del nivel de vulnerabilidad en el que viven. Pero quizás lo más importante es que se ha establecido un mecanismo de intercambio de buenas prácticas de las comunidades.

Hemos visto, en síntesis, cómo las comunidades indígenas generaron redes de comunicación, redes de solidaridad y cooperación entre pueblos organizaciones y comunidades. Hay muchas experiencias exitosas que nos enseñan, una vez más, esa capacidad de resiliencia, de repuesta y de reacción de los Pueblos Indígenas frente a condiciones de profunda adversidad. Son un ejemplo de dignidad, creatividad, resistencia y organización.

Los Pueblos indígenas no se han quedado de brazos cruzados, han generado protocolos, campañas de información; están recurriendo al uso de la medicina tradicional, uso de las lenguas indígenas, a acciones de monitoreo y prevención.

Se están movilizando para garantizar la seguridad alimentaria. En las comunidades, por ejemplo, recurren al sistema de trueque para combatir la desnutrición y la inseguridad alimentaria.

Hay mucho por hacer. ¿Cuáles serían las acciones urgentes o prioritarias que usted puede identificar?

MFE: Primero que nada, recordar que la pandemia no ha terminado. Debemos precautelar las formas de vida tradicionales de nuestros pueblos indígenas como fuentes de resiliencia. Un Desarrollo con Identidad debe conciliar una progresiva reactivación económica necesaria, precautelando la vida de los pueblos indígenas. Se deben mantener y fortalecer las medidas de prevención y asegurar la inclusión efectiva de los pueblos indígenas, principalmente mujeres, niñas y niños, en los sistemas de salud y educación.

Hay necesidad urgente de un diálogo constructivo entre los Pueblos Indígenas y los Estados para garantizar una respuesta intercultural que priorice el derecho a la vida, el derecho a la dignidad humana, el derecho a la integridad cultural. De hecho, los esfuerzos que ya existen en ese sentido, aunque escasos todavía, son un ejemplo no solo a nivel regional, sino mundial.

Se quiere además del diálogo Estados-Pueblos Indígenas una mayor coordinación y eficacia entre los organismos multilaterales regionales e internacionales con las organizaciones indígenas. Es necesario establecer mecanismos formales de coordinación con la OPS que ha estado apoyando a las organizaciones indígenas, el FILAC, CEPAL, SEGIB.

Se debe aprender de la cosmovisión indígena y los conocimientos tradicionales no solo para dar respuesta a la crisis ahora, sino para ofrecer pistas, alternativas de cómo construir o mejor, reconstruir, las sociedades post-COVID, en la mitigación y adaptación al cambio climático, garantizando la seguridad y soberanía alimentaria, en el marco de un desarrollo sostenible.

Me parece que necesitamos más solidaridad, cooperación y un nuevo contrato social. Debemos propiciar un desarrollo con identidad desde una perspectiva intercultural y esto debe construirse a partir de un intercambio de saberes, de conocimientos, de prácticas. Estamos en un momento muy propicio para que esto ocurra. Parecería que estamos en una nueva era, y tenemos la oportunidad de construir sociedades más igualitarias, pacíficas, sostenibles, multiculturales y resilientes, para lo cual, los Pueblos Indígenas son actores fundamentales en este escenario.

F. Antes de concluir, ya con una mirada global ¿Son rescatables los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la pos-emergencia? ¿Cómo deberían considerar a los Pueblos Indígenas?

MFE.- Antes de la pandemia del COVID-19 sabíamos que el mundo tenia grandes dificultades para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Si bien la crisis sanitaria, económica y social mundial volverá más difícil su cumplimiento, esta crisis también se convierte en una gran oportunidad. En medio de la ansiedad, el miedo y la incertidumbre, la Agenda 2030 constituye nuestro punto de partida, nuestra carta de navegación – acordada hace cinco años – para “reconstruir mejor” nuestro futuro común.

El último Informe sobre “Desarrollo Sustentable 2020, ODS y COVID-19”, publicado bajo la coordinación del profesor Jeffrey Sachs, es muy revelador al respecto. Mientras la Agenda 2030 ayudó a los Estados a estar mejor preparados para enfrentar la pandemia, las crecientes desigualdades por la crisis de la pandemia están socavando el progreso mundial para alcanzar la mayoría de los ODS.

Los datos reflejan el aumento de la pobreza, la inseguridad alimentaria, el hambre, la mortalidad por causas diferentes a la pandemia, el desempleo, solo por citar algunos. Se estima que la igualdad de género y los derechos de las mujeres se verán profundamente afectados por una mayor exposición a la enfermedad, el desempleo y el aumento de la violencia doméstica debido al confinamiento.

Pero no todo es gris. El informe también destaca una reducción a corto plazo en el uso de los recursos naturales debido a la reducción de la actividad económica y el consumo, al mismo tiempo hace un llamado a la comunidad global a restaurar la economía sin restablecer los viejos patrones de degradación ambiental. También hace un llamado a todos los países para que fortalezcan sus sistemas de salud y programas de prevención.

Entonces, sí, los ODS siguen siendo fundamentales. Deben estar en la base de todos los planes de recuperación económica.

En este sentido, los Pueblos Indígenas son actores centrales para cumplir la Agenda 2030 y para “reconstruir mejor” nuestro planeta. Tenemos mucho que aprender de los Pueblos Indígenas. Han sido ejemplo de una alta capacidad de resiliencia, de organización comunitaria y acción solidaria durante la pandemia. Sus conocimientos ancestrales y medios de vida son estratégicos para alcanzar los ODS y enfrentar una de las mayores amenazas para la existencia misma de la humanidad que es la crisis climática.

PIR. ¿Qué perspectiva tendría la “agenda de acción de Addis Abeba” para financiar el cumplimiento de los ODS en un mundo con una intensa crisis económica? ¿Tienen algún futuro los Pueblos Indígenas en esta agenda?

MFE. La cooperación entre los países industrializados y el Sur Global tiene que traducirse en el cumplimiento de los compromisos de Addis Abeba de financiación del desarrollo sostenible. Vemos que los países industrializados están destinando miles de millones a su recuperación económica. Es vital que esos paquetes de recuperación incluyan recursos nuevos y adicionales para los países del sur, sobretodo de los más vulnerables, de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, de los países de renta media como la casi totalidad de América Latina. Es la única manera de lograr que el mundo sea menos desigual, menos excluyente. Hay una responsabilidad común, pero diferenciada de erradicar la pobreza y el hambre. Recordemos que la Agenda de Acción reitera el compromiso de que los países desarrollados destinen al menos el 0.7% de su PIB a la cooperación para el desarrollo y muy pocos países lo cumplen. Debemos cumplir nuestros compromisos con los ODS y la Agenda de Addis Abeba.

Mientras el mundo aborda la respuesta inmediata a la emergencia de salud actual, debemos trabajar con el mismo ímpetu para abordar otras crisis relacionadas como las desigualdades, los derechos de las mujeres, el cambio climático o la extinción masiva de especies.

Requerimos trabajar en una lista de prioridades consensuada en el significado y el alcance de un nueva infraestructura social, política, cultural, institucional y económica global que queremos reconstruir.

Aquí se necesita la participación activa de todas y todos, las experiencias y perspectivas de toda la sociedad y claramente de los Pueblos Indígenas. Las responsabilidades compartidas y la acción concertada son el único camino a seguir.

*Política, académica y diplomática ecuatoriana, ex presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas y actual Embajadora de Buena Voluntad del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe.

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