Entrevista a María Fernanda Espinosa* Primera entrega

María Fernanda Espinosa recientemente fue nombrada embajadora de Buena Voluntad del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe. Accedimos a una larga entrevista con ella que será publicada en dos entregas. En esta primera, la embajadora Espinosa, nos habla de la crisis de los Pueblos Indígenas en la región.

Para ella, no se puede explicar lo que está ocurriendo con los Pueblos Indígenas sin comprender lo que está ocurriendo con la pandemia en la región en general. El epicentro se trasladó a América Latina y el Caribe, con un crecimiento del 117% de contagios en comparación a las últimas semanas. A esta situación se suma una crisis social, económica y política que no tiene precedentes en los últimos 100 años y eso va a tener efectos negativos en los Pueblos Indígenas.

Los sistemas de integración regional que son muy débiles y la profunda polarización en la región conspira contra la capacidad de ofrecer una respuesta integral, coordinada, eficaz y solidaria. El costo de la acción unilateral, fragmentada y egoísta, lo paga la gente más vulnerable: las mujeres, los indígenas, las personas con discapacidad, los campesinos.

A continuación, la primera entrega de la conversación que mantuvo la embajadora Espinosa con la unidad de comunicación del FILAC.

Desde este nuevo acercamiento a los Pueblos Indígenas. ¿Qué nos puede comentar sobre la situación actual en la región?

MFE. Sabemos que las cifras cambian permanentemente, pero se habla de alrededor de 70.000 indígenas contagiados y ya habríamos llegado a más de dos mil muertes en más de 300 Pueblos Indígenas, según los últimos datos de la OMS. Estas cifras son alarmantes para toda la región, pero la situación particular de la Amazonía, que es dos veces más afectada por sus condiciones, merece una atención especial. Las dificultades de acceso a servicios de salud y saneamiento, que es el caso de Brasil -por ejemplo- alcanzó la tasa de contagio diario más alta de toda la región y en total sumaría más de 11.385 contagiados y 426 indígenas fallecidos en más de 124 pueblos indígenas.La situación merece una especial atención y nos demanda acciones urgentes inmediatas.

El FILAC, en su primer informe, ya hacía un llamado de atención sobre los posibles riesgos que corrían los Pueblos Indígenas de la región frente a la COVID19; el segundo informe confirma la alerta con estos datos y proyecciones aún más preocupantes. La situación de contagios y acceso a servicios de salud en nuestra región es aún más dramática de lo que se esperaba.

De acuerdo a especialistas, el impacto en las comunidades se ha incrementado de manera exponencial; lo cual confirma la situación extremadamente crítica en los Pueblos Indígenas, poniendo en algunos casos en riesgo a pueblos y culturas enteras.

De hecho, el segundo informe se presentó a pocos días de un estudio muy completo de la CEPAL con el FILAC sobre la situación general de los Pueblos Indígenas de la región. Básicamente lo que los dos informes confirman es la persistencia de enormes brechas estructurales de desigualdad en la garantía de los derechos colectivos y en el acceso a servicios básicos como agua potable, saneamiento, salud o educación.

Latinoamérica es la región más golpeada por la Pandemia, ahora más que Europa. ¿En qué situación dejará la pandemia a los países latinos?

MFE: Mira, según datos del último informe de la CEPAL hace pocos días, la pandemia llega a nuestra región con economías débiles. Después de 7 años de desaceleración económica, sociedades fracturadas, frustradas, un gran estallido social en algunos países, una profundización de las desigualdades, políticas de ajuste estructural y un retroceso en la inversión social en la mayoría de los países de América Latina.

7 de cada 10 personas en nuestra región siente preocupación de no poder cubrir necesidades básicas y perder sus ingresos. Esto refleja la inmensa ansiedad, miedo e incertidumbre que ha invadido a nuestra población.

La situación no es alentadora. Las proyecciones apuntan a que la economía en la región sufrirá una contracción de más del 9.1% durante el segundo semestre de2020.Habrá 45.4 millones más de personas en situación de pobreza y más de 44.1 millones de desempleados, lo que implica un aumento de cerca de 18 millones sin trabajo con respecto al año 2019.

¿Cuáles grupos de la sociedad sentirán más estas afectaciones?

MFE: Ya antes de la pandemia, observábamos en América Latina y el Caribe una profundización de las desigualdades, que obviamente se magnifica cuando se trata de los Pueblos Indígenas.

Las desigualdades nos están matando. La afectación económica y social llega desproporcionalmente a jóvenes y a las poblaciones de laszonas rurales, especial atención merecen las mujeres y las niñas indígenas.

La carga del trabajo no remunerado en mujeres y niñas ha crecido 3 veces más durante la pandemia y, en la misma proporción, los niveles de violencia doméstica contra las mujeres.

Los riesgos de una crisis alimentaria son reales, la región podría tener un retroceso histórico en la lucha contra el hambre de más de 15 años, en solamente unos meses.

En este escenario los Pueblos Indígenas son víctimas de las injusticias estructurales, de la herencia colonial, de la invisibilización y del racismo. Los 60 millones de indígenas en la región tienen 3 veces más probabilidades que el resto de encontrarse en situaciones de pobreza. La persistencia de las desigualdades estructurales continúa siendo determinante en los niveles de acceso a la salud, a la alimentación, a la educación.

Al hablar de estas desigualdades estructurales, las dos principales son el tema de educación y salud. ¿En qué situación quedan entonces los jóvenes o las y los niños indígenas?

MFE: Las niñas y niños indígenas son particularmente vulnerables, desde la brecha digital que limita su acceso a la educación desde casa, potencia las probabilidades de trabajo infantil -8 veces más alta en poblaciones indígenas- y la violencia doméstica que como mencioné se ha incrementado 3 veces más. El primer informe del FILAC hacía ya eco de la alerta de las organizaciones indígenas sobre la propagación del COVID-19 en sus territorios, la cual podía multiplicarse precisamente por la falta de acceso a servicios de salud y saneamiento.Tema que no solo se ha concretado, sino que de la manera más profunda y afecta terriblemente a niñas y niños indígenas.

El informe Comunidades en Riesgo y Buenas Prácticas, confirma con testimonios de los líderes comunitarios y con datos, cómo se ha profundizado el riesgo de extinción de Pueblos Indígenas enteros debido al impacto de la pandemia.

No puede ser que asuntos tan básicos como el lavado de manos se conviertan en una tarea difícil, si acaso no imposible, por la falta de acceso al agua segura, a equipos de protección, medicamentos, tests que son prácticamente inexistentes en muchos de los territorios.

Ante este panorama hay mucho por hacer ¿Cuáles son las tareas prioritarias que usted identifica?

MFE: Primero se debe contar con datos y estadísticas específicas para Pueblos Indígenas. No como una preocupación académica sino como una herramienta técnica necesaria y urgente para diseñar y ejecutar respuestas y políticas adecuadas, inclusivas y diferenciadas culturalmente para que las respuestas y la atención sean eficaces y adaptadas a los contextos socioculturales específicos.

Seguir avanzando en este esfuerzo de trabajo colectivo liderado por el FILAC en toda la región, de una “minga digital” para el registro e integración de datos e información sobre los impactos de la COVID-19 en los pueblos indígenas.

La OPS y la CEPAL han demostrado ser un apoyo importante. Esto debe fortalecerse, al inicio de la emergencia sanitaria la OMS- OPS recomendaron a los Estados mirar a los Pueblos Indígenas como aliados naturales. Se hizo un llamado a que esto sea tomado muy en serio.

En medio de esta crisis, tenemos la oportunidad de ratificar los principios que guiaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Este es nuestro gran compromiso universal, nuestro punto de entendimiento común pero también una de nuestras mayores deudas con los pueblos indígenas de todo el mundo.

El escenario post-COVID-19 nos permite impulsar, juntos en nuestra diversidad, el cumplimiento de la Agenda 2030. Los pueblos indígenas son actores centrales para evitar retrocesos y alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Observamos que somos radicalmente interdependientes, nuestro futuro común depende de la generosidad y la solidaridad entre los seres humanos.

Debemos aprovechar el inicio de la Década de las Lenguas Indígenas 2022-2032 para promover acciones globales a favor de los derechos de los pueblos indígenas. Las lenguas indígenas constituyen sistemas de conocimiento únicos para comprender mejor el mundo.

 

*Política, académica y diplomática ecuatoriana, ex presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas y actual Embajadora de Buena Voluntad del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe.