Por Paco Huelva.-
Hoy, cuando escribo esto, se oficializa la toma de posesión de Felipe VI como rey de España. Hoy, vuelvo a iterar que no me gustan las monarquías, que soy republicano. Que lo soy desde que tengo algo de discernimiento. Que es un punto de vista meditado y razonado al calor de mis preferencias sobre qué modelo de Estado prefiero, y éste, se inclina sin duda porque la Jefatura del Estado sea ocupada por una persona que previamente se presente a unas elecciones libres y las gane. Dicho esto, expresaré también que antes de ser republicano soy demócrata y, por tanto, constitucionalista. Es decir: que acato lo contenido en la Ley de leyes que configura y conforma la legitimidad en nuestro país. En ese sentido, y aunque nada me guste Felipe VI es rey de España de forma legítima al igual que lo fue Juan Carlos I. Lo que no quita que, utilizando la palabra como arma, grite cada vez que lo crea pertinente, que hay que modificar la Constitución. Que en la misma se encuentran los elementos necesarios para transformar el contenido presente, pero que, demócrata como soy, tal situación requiere de unas mayorías que en este momento parecen no existir. La monarquía es una institución cada más deteriorada de las que conforman el Estado español. También lo está el modelo territorial que nos dimos, no nos engañemos (el problema catalán y el vasco, al menos, están ahí latentes y a punto de explotar). No sé si el nuevo monarca podrá nivelar tales circunstancias dentro de un proceso negociador, el único que cabe, pero, lo tiene duro, muy duro, en los tiempos que vivimos de escasez, de crisis económica generalizada, de paro galopante, de hambre en definitiva de buena parte de la ciudadanía. Y no olvidemos a la juventud. La generación más preparada de esta piel de toro que ha existido jamás y que, desesperada, o vive de la caridad paterna o materna, de los míseros sueldos que el Gobierno ha permitido que le paguen las empresas a pesar de su preparación, o, ha emigrado o tendrá que hacerlo para malvivir en otros países que se llevan gratis el inmenso valor de sus conocimientos. No voy a darle la bienvenida al nuevo monarca. Voy a exigirle que cumpla con sus obligaciones: las que les da la Constitución española de 1978. Pero, seguiré luchando. Seguiré pidiendo aupado en mi legítimo derecho a expresarme libremente, que, ante el tiempo que transitamos, la ciudadanía con sus votos, sea capaz de conformar nuevas mayorías que permitan hacer de España un Estado Republicano modificando la Constitución vigente. – See more at: http://www.luzdelevante.com/?p=76392#sthash.Mig8zHPn.dpuf