Unión Romaní nos informa que un gitano de 16 años está en coma después de haber sido agredido en un barrio popular de la localidad de Pierrefitte sur Seine, en el extrarradio de París, por ser sospechoso de participar en un robo.
Los hechos se produjeron el pasado viernes, cuando una docena de vecinos del barrio Les Poètes, fueron a por el joven al campamento donde vive. Según la policía, el chico fue molido a palos en una bodega donde fue secuestrado y apareció inconsciente en un carrito de supermercado abandonado junto a una carretera.
Hasta ahora no ha sido detenido ninguno de los agresores, que en concreto sospechaban que el joven había participado en el robo de un apartamento. Se teme por la vida de este adolescente.
Pero, ¿qué está pasando aquí?
Se ha abierto la veda. Ahora el mensaje es “a la caza del gitano”. Da igual que sea culpable o no. Vale simplemente con la sospecha. Da igual que su participación en el delito fuera de ejecutor principal o que simplemente su misión fuera vigilar por si llegaban los dueños del apartamento. Da igual que, a pesar de su juventud, su aspecto respondiera al de un alfeñique mal alimentado. Había que cazarlo y crujirlo cruelmente a palos.
Sus violentos agresores actuaron, como se dice en el lenguaje forense, con premeditación y alevosía. No cogieron al desgraciado joven “in fraganti” mientras se llevaba un televisor, no. Fueron a buscarlo al suburbio, a la barraca donde vivía y se lo llevaron a una bodega solitaria para matarlo a golpes y a patadas. No fue difícil. El joven gitano de 16 años estaba solo y no sabemos si para trasladarlo le maniataron y le colocaron una cinta en la boca para que no gritara. Tampoco hubiera hecho falta. El estaba ya muerto de miedo y seguramente paralizado. Y frente a él una docena de enfurecidos justicieros dispuestos a destriparlo a palos.
Se ha abierto la veda
Los agresores, por lo visto, sospechaban quien era el ladrón y sabían donde vivía. Por eso fueron a por él. No acudieron a la policía con la información necesaria para que pudiera ser detenido y en su caso juzgado y condenado.
─No merece la pena, debieron pensar. No nos pueden privar del gustazo de destripar a un gitano, aunque sea menor de edad y viva en la indigencia.
¡Pobre muchacho! que seguramente vivía sometido a la presión insoportable de saber que en el momento menos pensado será el ministro del Interior quien dará la orden de llevarle a la frontera y sacarle del país.
─A esta rata –debieron pensar—la matamos nosotros.
¿Y ahora, qué? ¿Y si se equivocaron de víctima?
Marine Le Pen ha ganado las elecciones en Francia. Le Pen y los racistas de siempre son los que han puesto en tela de juicio que algún día existiera el Holocausto y que las cámaras de gas fueron “un pequeño detalle”. En 10 países de la Unión Europea han triunfado, en mayor o menor medida, partidos de extrema derecha que los persiguen y en algunos casos hasta los matan. Sin embargo parecía que aún no había llegado la hora de que fueran los propios ciudadanos los que se tomaran la justicia por su mano y que la policía, a estas alturas, aún no haya detenido a ninguno de los agresores.
Esto es para echarse a temblar.