El parlamento chileno estrenado el pasado 11 de marzo, trajo consigo varias caras jóvenes o nuevas, provenientes principalmente de luchas y movimientos sociales: Iván Fuentes desde la lucha de los aiseninos contra el abandono al que están sometidos, Vlado Mirosevic desde la lucha regionalista nortina, así como cuatro jóvenes ex líderes o voceros del movimiento estudiantil: Camila Vallejo y Karol Cariola (de militancias comunistas), Giorgio Jackson (Revolución democrática), y por el lado izquierdo y autónomo respecto al duopolio: Gabriel Boric, magallánico, ex presidente de la Federación de estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) y militante del movimiento Izquierda Autónoma.
Boric, quien salió electo también con el apoyo de otras fuerzas alternativas como los humanistas o el PRO, ha llamado la atención medial por sus gestos visuales que han implicado una profunda irreverencia: una foto ‘estirándose’ en plena sesión, otra en que está solo trabajando en un hemiciclo vacío de parlamentarios, imágenes de sus primeros días sin corbata, con pelo largo, barba y tenidas poco formales, y por último: saltando las rejas policiales que dividían al Congreso de la movilización social externa al edificio que se desarrollaba en medio del discurso presidencial del 21 de mayo, un salto televisado que fue acompañado de una frase, muy viralizada en las redes sociales, proveniente de quien fuera diputada Humanista entre 1990 y 1992, Laura Rodríguez quien hablaba de estar “de cara a la gente y de espaldas al parlamento”, sin olvidar que el diputado es un representante de la gente y de ciertas ideas que lo llevaron ahí y no una autoridad inalcanzable que define por sus electores.
Estos gestos han escandalizado a la derecha de la Alianza y de los sectores más ‘acomodados’ de la Concertación. Discusiones que se leen en diarios o revistas del Chile de los 60s o 70s, ante el fenómeno del hippismo, se volvían a dar como un Deja Vu surrealista: “que es impresentable su pinta”, “que no corresponde estar en el parlamento sin corbata”, “que se corte el pelo”, etc, han sido frases que me tocó escuchar o leer en repetidas ocasiones, como si de una serie ambientada en los EEUU de los 60s se tratara.
Pero a propósito de lo mismo, me fijé en que los gestos y las visualidades pueden generar grandes efectos de cambio, o al menos de provocación a tanto conservadurismo. Y mirando hacia esos mismos años de hippismo y contracultura, es posible ver cómo movimientos como los Yippies (hippies estadounidenses politizados, anti-imperialistas y cercanos al anarquismo), usaron esa herramienta de lucha contra un sistema hipócrita y violento.
Así fue como activistas anti-bélicos fueron llevados a juicio tras las largas protestas de 1968 en Chicago, instancia a la cual iban disfrazados de figuras como Lincoln o guerrilleros vietnamitas para testificar, generando un efecto irónico que provocaba a los pequeños funcionarios grises, y que entusiasmaba a muchos hacia una lucha generacional que se daba en todo el mundo occidental. Lo mismo pasó en sets de TV, cuando eran invitados a debatir. Allí activistas célebres como Jerry Rubin o Abbie Hoffman, asistían vestidos los más diversos colores sicodélicos, se fumaban un pito de marihuana, ponían en ridículo al conductor del programa, invitaban al público a “invadir” el set para hacer un programa más ‘democrático’, etc. Todo con el afán de subvertir el orden establecido y rebelarse ante un sistema basado en el lucro, el doble estándar y la guerra (Vietnam, Biafra, etc).
Creo que los gestos de Boric, con su puño izquierdo en alto, saltando las rejas policiales, asistiendo al congreso con barba y pelo largo, riéndose con gesto irónico de tanto cinismo conservador; vienen desde esa matriz de lucha y activismo irreverente, esa escuela que ante la injusticia y la violencia, plantan la carcajada, la ironía y la provocación con contenido, que devela los absurdos en que vivimos y los cinismos varios que es posible ver en la clase política del duopolio chileno actual. Una escuela que no es ‘grave’ ni marcha con gritos aburridos o agresivos, sino que baila, canta y se ríe mientras da las peleas que hay que dar.
En lo personal y como humanista, agradezco dichos gestos y dichas imágenes que tanto ayudan en la lucha por parir una nueva sociedad libertaria, alegre y justa, tan lejos de la actual, llena de desigualdad, violencia, hipocresía y autoritarismo.