DECLARACIÓN DE LA PHILIPPINE MISEREOR PARTNERSHIP EN EL DÍA DE LA TIERRA

Este no es un día de la Tierra cualquiera para celebrar. Ahora estamos en una crisis climática y sanitaria y cada crisis amenaza la existencia de la humanidad.

SE NOS pide que PERMANEZCAMOS. En el contexto de la pandemia de salud, se nos pide que limitemos nuestros desplazamientos y manejemos el distanciamiento social y que nos QUEDEMOS en casa. En el contexto de la crisis climática, se nos pide que estemos con nuestra madre tierra y que hagamos que PERMANEZCA.

Al pedirnos que PERMANEZCAMOS, estamos llamados a quedarnos quietos y reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo a la naturaleza y cómo y por qué hemos llegado a este punto casi sin retorno, en el que nosotros, la especie humana, estamos siendo amenazados.

El planeta Tierra es un enorme organismo vivo compuesto de diferentes formas de vida. Está vivo, está respirando y nosotros los humanos somos parte de él. Estamos conectados a otros seres en todo este sistema viviente. Permanecer con el planeta Tierra significa que tenemos que tener asombro y reverencia hacia – la vida silvestre, la selva tropical, las montañas, los ríos, los océanos y los mares y el hábitat de los animales, con el fin de experimentar y entender la dinámica de su vida. También, para asegurarnos de que todos nos mantengamos en buena salud y en forma. Así como para fundirnos y mezclarnos con nuestro entorno de verde, azul, marrón y con todos los maravillosos colores en él y alejarnos de las actividades humanas que les traen destrucción.

Estamos siendo llamados a PROTEGER AL PLANETA. Somos parientes y administradores de nuestro planeta, sin embargo, hemos fallado en nutrirlo y cuidarlo. Lo hemos llevado a un estado en el que se ve obligados a quitarnos nuestras preciosas vidas humanas a través de muchos desastres naturales. Lo presionamos para que nos niegue suficiente comida, mucha agua o aire limpio, cuando nosotros despejamos el bosque sin querer, pavimentamos nuestras montañas o contaminamos nuestros ríos y el ecosistema marino en nombre del beneficio y el desarrollo. Lo obligamos a darnos enfermedades mortales cuando jugueteamos con los animales y lo salvaje. No podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que la generación futura sufra las consecuencias de nuestras acciones imprudentes y egoístas.

Advertimos a todos que TRABAJEN duro para cambiar nuestras costumbres. No podemos volver a lo que es «normal» o a lo que solíamos hacer. Lo que es normal es insostenible. No podemos seguir usando los recursos naturales de la Tierra como si no se fueran a agotar. No podemos seguir produciendo masivamente tecnología y máquinas a partir de los minerales extraídos. No podemos impulsar el desarrollo humano sin tener en cuenta a otros seres sensibles.

Nosotros, de la Philippine Misereor Partnership, Inc. (PMPI), una red de organizaciones de la sociedad civil, estamos impulsando un cambio de paradigma en la forma en que nos relacionamos y nos comportamos con la naturaleza.

Estamos llamados a mantener un sentido integrador de la justicia, «para escuchar el grito de los pobres y el grito de la madre tierra». Tener conciencia de nuestro hogar común, de nuestra mutua pertenencia y un futuro que todos compartan».

Aspiramos a un cambio fundamental en las estructuras de gobierno económico y social, un nuevo marco legal que reconozca los Derechos de la Naturaleza y un cambio en nuestros hábitos personales y forma de vida. El cambio requiere una recuperación del paradigma perdido que creen y practican nuestros hermanos y hermanas indígenas y nuestras antiguas religiones.

Sólo cuando podamos realmente permanecer con la naturaleza, protegerla desinteresadamente y trabajar incansablemente hacia una vida más armoniosa, conectada e interdependiente con otros seres, la celebración de un Día de la Tierra será más significativa.

«Falta la conciencia de nuestro origen común, de nuestra mutua pertenencia, y de un futuro a compartir con todos.» Pide que se refuerce «la convicción de que somos una sola familia humana».


Traducción del inglés por Sofía Tufino